Después de que Scott y casi toda la manada se fueran de Beacon Hills, los problemas parecen haber acabado o por lo menos los sobrenaturales. Liam, el beta y futuro alfa aún debé terminar su último año en el instituto, después de meses enfrentando en...
El frío de la noche comenzaba a hacerse notar aún más, las luces de la ciudad resplandecían y la brisa del viento rodeaba Beacon Hills haciendo caer las primeras hojas de los árboles como una señal de que el otoño se acercaba.
En el centro de la ciudad, Liam, sus amigos y sus padres esperaban, en un lindo y concurrido restaurante, a que Theo llegara. No había pasado mucho tiempo desde que llegaron, pero aun así Liam estaba preocupado por la misteriosa ausencia de la quimera, por suerte sus padres no lo notaron y creyeron la excusa que Masón había inventado.
— ya me estoy preocupando — susurro el lobo solo para que sus amigos lo escucharan
— ¿pasa algo? — le pregunto su madre al ver que cuchicheaban entre ellos
— no, nada mamá — le aseguro y antes de que su madre pudiera insistir la quimera hizo su flamante entrada al lugar
— ¿Querido, por qué tardabas tanto? — le dijo la Sra. Dunbar señalándole la silla entre ella y Liam para qué se sentará
— Tenía algo que hacer — fue lo único que dijo, pero en cuanto se acercó a ellos, Liam pudo sentir el aroma a sangre inundando su nariz
Tratando de no sacar conclusiones apresuradas lo ignoro, pero cuando Theo se sentó a su lado, noto marcas de golpes en sus nudillos, sin poder evitarlo hizo un gesto de desagrado y lo miro en forma de advertencia balbuceando un “luego hablamos” que solo él escuchó.
— ¡Los golpeaste! — reclamo, apenas entraron en la habitación, sus padres pasarían por el hospital antes de regresar, así que tenían unos minutos a solas
— no lo hice
— ¡No mientas!, hueles a sangre y tus manos están manchadas
— está bien si lo hice, pero solo para asustarlos
— ¡pueden expulsarte por eso! ¡Si ellos te acusan…!
— no lo harán — lo interrumpió Theo poniendo sus manos sobre sus hombros para acercar sus cuerpos — tranquilo, no dirán nada
— Eres un idiota — reclamo Liam, aunque por más que intentara ya no estaba molesto, no podía estarlo con él — ¿qué fue lo que les hiciste?
— ¿ahora te preocupas por ellos? — dijo la quimera con una sonrisa burlona en el rostro
— Theo
— está bien, te contaré todo si prometes no enojarte
— no te prometo nada y aun así me lo contarás — le aseguro Liam rodeando con sus brazos el cuello de la quimera
El resto de la noche el lobo estuvo atento a cada detalle de las palabras de Theo, escuchando como había llevado a los dos tarados de Max y Tyler y les había dado un pequeño susto y amenaza, sintiendose orgulloso de que lo defendiera de esa forma, pero extraño al mismo tiempo porque esa noche, aunque intentara ignorarlo, había descubierto algo muy importante, Theo era su ancla y no sabía si debía decírselo o no.
A la mañana siguiente se despertó más temprano de lo normal, puesto que se había quedado en el cuarto de la quimera y debía regresar a su habitación antes de que los descubrieran, pero al abrir los ojos se encontró solo en la habitación con una nota a su lado.
“Nos vemos esta noche en la cena”, decía, la letra era claramente de Theo, pero ¿por qué en la cena?, ¿acaso no estaría durante todos el día? Sus padres tenían turnos dobles esa noche, ¿qué era lo que estaba planeando?
Mientras Liam discutía con su mente las posibilidades de lo que podría suceder esa noche, Theo conducía por la carretera hacia Corona, a solo unos cuantos kilómetros de Beacon Hills, Norco, California, con un entusiasmo poco frecuente en él y una sorpresa entre manos para su pequeño beta.
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