Capítulo 1.

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Por allá por el 2015...

Por fin llegó el día que llevaba cinco años esperando, el trabajo de fin de grado.
Eran las seis de la mañana, el tribunal me había citado a las nueve. Tenía un nudo en el estómago que no me dejaba tranquila, no pude ingerir nada en toda la mañana y apenas pude dormir, aunque todo esto merecía la pena, estaba a un paso de acabar esta etapa y empezar una nueva, todavía me quedaban unos años duros por delante, pero cada minuto que le dedicaba a construirme un futuro, merecía la pena, luchar por lo que quería, ser mi mejor versión cada día, ser la puta ama del cuerpo nacional de policía. Mis padres no estaban de acuerdo con mi decisión, pero sabían que nada me haría cambiar de opinión, quería ser policía y lo iba a conseguir. Al final, decidieron apoyarme, aunque eran bastante insistentes en que trabajara en la empresa familiar. No era una idea que descartaba al 100%, si mi futuro como policía no salía, siempre podría recurrir a esa segunda opción. No os voy a engañar, sería la jefa y eso en el fondo, mola, aunque no era mi estilo de vida para nada.

Se acercaba la hora, tuve que salir pitando que, a pesar de haber madrugado tanto, no había sido capaz de salir con tiempo. Siempre me pasaba, tenía todo el tiempo del mundo y decidía dejarlo todo para el último momento.
Repasé una vez más lo que tenía preparado decirle al tribunal pero, me di cuenta que sin las diapositivas delante no podía explicar una mierda. También es verdad, que los nervios no ayudan nada y yo estaba al borde del infarto. Las dos tilas que me tomé para dormir, no hicieron su trabajo y ahora yo tenía que lidiar con este corazón bombeando a mil por hora, que no me hacía ni puto caso.

Espero que no haya atascos, por favor, es lo último que necesito — pensé

La suerte estaba de mi parte, ni un coche lento, ni un camión, nada que me hubiera impedido llegar a tiempo. Bueno sí, mi pie en el acelerador temblando, que parecía que iba conduciendo un niño de 10 años.
Aparqué lo más cerca posible y salí corriendo, no revisé nada cuando salí del coche, supuse que las veinte veces que lo hice en casa eran suficientes. Suponer está mal, pero no tenía ni un segundo más para repasar casi una hora de proyecto.
Cuando llegué a la sala vi a mi profesor de derecho penal en la puerta, sentado en un banco, estaba mirando su móvil, pero mis zapatos golpeando sobre el suelo le hicieron desviar la mirada hacía a mi. Me alegré mucho saber que estaba ahí apoyándonos como siempre lo había hecho.
Paré en seco delante de él con la respiración agitada y sudando como nunca. (Que asco daba, sudando como un pollo delante del profesor más guapo de la facultad, te has lucido, maja)
— Alex, tranquila — dijo cogiéndome por los brazos. Su tacto se sentía reconfortante, tenerle ahí me hacía creer que todo era más fácil. Pero no pude hacerle caso, estar tranquila no es algo que pueda decidir, como tartamudear, que tampoco era decisión propia parecer un bebé que esta aprendiendo a hablar. (Ridícula, esa es la palabra)
— Llegas pronto — miré el reloj, eran las 8:50 — ¿No has visto mi correo? Se han retrasado las presentaciones una hora. (No me jodas, Rubén, ahora si que no me salvaba de ir al hoyo, mi corazón no iba a aguantar una hora más de tortura. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?)

¿Qué cojones? - pensé mientras le miraba con cara de pánico.

— No puedes hablar en serio — revisé mi móvil y efectivamente, tenía un correo no leído. Todo el puto día con el móvil de en la mano para nada. Minutos de mi vida tirados por la borda.
— Bueno, siéntate aquí conmigo, así por lo menos podemos trabajar en esos nervios, mírate, estás temblando — (¿sí? No me digas) miré mis piernas, que no paraban de moverse e intenté frenarlas sin éxito, iban a su puta bola.

Estuvimos hablando de todo un poco, de lo que iba a hacer, si iba a buscar trabajo, de mi trayectoria en la carrera... Rubén siempre fue mi profesor favorito, se tomaba muy en serio sus clases y lo hacía con mucho cariño, gracias a él el código penal es mi libro favorito. Creo, bueno, estoy segura que intentó despejarme un poco, por uno minutos le funcionó, pero cuando miré a mi alrededor y vi donde estaba, volví a la realidad de inmediato.

Todos los caminos que elegíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora