Capítulo 15.

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Alberto...

Me sentía tan imbécil, tan idiota. Creí cada una de sus palabras cuando me dijo que quería pasar la noche conmigo como le dije que yo que yo quería pasarla con ella. Me sentía tan humillado que solo pude dejarme llevar por los sentimientos atrapados en mi pecho y llorar, llorar como nunca lo había hecho.
Me apoyé sobre el volante y dejé que mis lágrimas salieran sin control, tenía el corazón hecho pedazos (como alguien te puede destrozar el alma sin pensarlo dos veces, sin remordimientos)
Arranqué el coche, necesitaba salir de ahí, necesitaba alejarme de ella, necesitaba dejar de pensar. Puse la radio para distraerme, estaba sonando la canción de "Estoy hecho de pedacitos de ti" de Antonio Orozco.

"Fue un abrazo de tu amor con guantes
Con sonrisas que me regalabas
El saber que sin ti no soy nada
Yo estoy hecho de pedacitos de ti"

Mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas, una canción triste para un momento triste. Tarareé la letra mientras mi corazón se destrozaba aún más. Nunca en mi vida me había sentido tan identificado con una letra, nunca antes algo así me dolió tanto, pero sabía que era por ella, por lo que sentía desde hacía mucho tiempo.
Pisé el acelerador con fuerza, por un momento me dio igual todo, me dio igual estrellarme y no salir ileso, fueron unos segundos hasta que un mensaje apareció en la pantalla de mi móvil. No pude ver quien era, pero me sacó de mi trance suicida, haciendo que mi pie se levantara del acelerador, no merecía la pena morir esa noche.

Cuando llegué a mi casa, mi madre estaba sentada en las escaleras fumando su cigarrillo, me restregué la cara con las manos para disimular las lágrimas y los ojos rojos antes de acercarme a ella, sabía que me iba a hacer mil preguntas.

— ¿Qué haces despierta a estas horas?
— Insomnio — dijo expulsando el humo por la boca.  — Y tú, ¿de dónde vienes?
— He ido a tomar algo con los del trabajo — me miró de esa manera com si estuviera leyéndome la mente, ella parecía saberlo todo. — No me mires así, no es la primera vez.
— ¿Un lunes? Además, no te cuesta nada coger el móvil y avisar, sabes que pronto tu hermana se pondrá de parto y necesito poder localizarte.
— Ya, lo sé, mamá. No te preocupes por eso, sabes que cuando eso pase yo estaré ahí — dije mientras pasaba por su lado para entrar, necesitaba ir a mi habitación, tumbarme en la cama, cerrar los ojos y dejar de pensar en ella. — Buenas noches, mamá.
— Buenas noches, hijo —la cosa se quedó ahí y, tengo que admitir, que fue bastante raro, pero llevaba unos días intranquila por la llegada de mi sobrina, seguramente estaba preocupada porque trabajaba todo el día y no iba a poder estar con mi hermana y con la niña, aunque sabía que yo estaba ahí e iba a poner todo de mi parte para ayudar a mi hermana (aunque eso no se si la consolaba o la preocupaba más)

Aceleré el paso hasta mi habitación y me tiré en la cama de cualquier manera bocabajo con la cara hundida en la almohada. Quería olvidar todo lo pasado en casa de Alex, pero nada más lejos de la realidad, en mi cabeza solo estaban las imágenes de esa mujer, de sus besos, de su cuerpo desnudo encima de mi, de su preciosa sonrisa, de sus ojos llenos de deseo...

— Todo eso no pudo ser una farsa, no pudo serlo, no pudo serlo— me repetí varias veces.

Saqué el móvil y miré los mensajes, tenía varios de Alex. No quería leerlos, no podía, sabía que todo lo escrito en esa conversación me iba a doler, pero decidí hacerme el valiente (o no, y solo esperaba leer lo mucho que me quería y lo mucho que deseaba estar conmigo... pero volví a la realidad cuando los vi)

Alex;
"Siento mucho lo que ha pasado, ojalá puedas perdonarme, te juro que lo que ha pasado entre nosotros ha sido real, no quería que esto acabara así"

"Alberto, por favor, respóndeme, no quiero agobiarte con mensajes, solo dime que estás bien"

"No soporto que me estés odiando en este momento, por favor, habla conmigo"

Su concepto de no agobiar era bastante cuestionable, no pensaba responder ninguno de sus mensajes, quería y necesitaba espacio para pensar en como dejar de sentir lo que sentía por ella y en como dejar de sentir ese dolor, porque desde que la vi por primera vez en aquella foto, no pude sacarla de mi cabeza y eso me estaba matando, porque en todo este tiempo me había enamorado de ella poco a poco y sin darme cuenta, pero esa noche pude comprobarlo, lo estaba y mucho.

Sonó el despertador y salté de cama de inmediato, fue más el susto que la rabia por no haber pegado ojo en toda la noche por estar llorando por una mujer que solo me había usado para follar, satisfacer sus necesidades y luego echarme a la calle como un perro, no le importó lo que yo sentía en ese momento, no le importó que ella para mi no fuera solo sexo, no le importó hacerme daño, por eso cuando tuvo la oportunidad lo hizo, utilizó una excusa rastrera para sacarme de su vida.

Sacudí la cabeza y me metí al baño para ducharme, en unas horas tenía que estar en la oficina y enfrentarme a la realidad de nuevo, ver a Alex, estar con ella, como le prometí a su hermana. Nos quedaban 4 días de estar juntos y eso me estaba atormentando. Por un momento, pensé en ponerme malo y no ir a trabajar, pero Alex sabría la verdad, y eso sería muy cobarde por mi parte.

En la cocina, solo estaba mi hermana desayunando, con esa barriga que apenas le permitía moverse, le queda poco para traer a mi sobrina al mundo, por un lado estaba deseando conocerla, pero por otro, pensar en un bebé llorando todo el día en mi casa... le iba a querer igual, pero eso el algo que se tenía que comer el padre, no el tío, aunque no dejaría a mi hermana sola por nada del mundo.
Mi cuñado era militar y estaba de servicio fuera de España, no iba a conocer a su hijo el día de su nacimiento, por eso mi hermana se vino a vivir con nosotros, no quería estar sola y yo tampoco quería que lo estuviera.

— Hombre, buenos días, anoche no te oí llegar — dijo ella mientras masticaba un trozo de magdalena.
— Llegué tarde, estuve con los de trabajo — respondí sin mirarle a la cara o se daría cuenta de que le estaba mintiendo, ella me conocía demasiado bien y eso no me gustaba mucho.
— ¿No estabas con ninguna chica?
— Y dale, siempre me preguntas lo mismo.
— Y tu siempre me respondes lo mismo, mi hija necesita una tía con buen gusto que le compre cositas monas.
— ¿Estás dudando de mi gusto por la ropa?
— Claro que no, cariño, pero una chica lo hará mejor, ¿no crees? — Inmediatamente se me vino a la cabeza la imagen de la que podría haber sido la tía de mi sobrina, se me retorció el corazón al pensar que eso nunca iba a pasar.
— Te ha cambiado la cara, ¿estás bien?
— Sí, solo que no he dormido mucho y ahora me esta pasando factura.
— No seas así, que tienes 19 años, a tu edad solo se duermen unas pocas horas al día.
— Cuando estudias y trabajas no es lo mismo — dije mientras me terminaba el último sorbo de café.
¡Au! Joder — se quejó mientras se ponía las manos en la barriga.
— ¿Estás bien? Joder, no me asustes.
— Sí, tranquilo hoy tu sobrina se ha despertado un poco peleona.
— Pero, ¿seguro que no estás de parto?
— No, de verdad, además en un rato vendrá Inés a hacerme compañía, puedes irte tranquilo, no quiero que llegues tarde.
— Cualquier cosa llámame, ¿vale? — le dije antes de darle un beso en la frente. — Y tu, pórtate bien con tu mamá, no nos des sustos. — Dije esta vez a su barriga y dándole un beso inmediatamente después.

Me despedí de mi hermana aunque no me quedé tranquilo, verla retorciéndose de dolor no fue algo agradable. Le quedaba poco y eso me tenía en vilo, no podía dejar pensar en que se podía poner de parto en el rato que yo no estaba mientras venía su amiga, así que la llamé.

— Ey, hola — dije.
— ¿Se te ha olvidado algo?
— ¿Estás bien? Me he quedado preocupado.
— Sí, estoy bien, me he sentado en el sofá a ver una serie, tu sobrina se ha tranquilizado.
— No me estás mintiendo, ¿no?
— Cariño, si estuviera de parto te lo diría y además, no podría hablar tan tranquilamente contigo ahora mismo.
— Vale, llámame con lo que sea, da igual que creas que es una tontería.
— Vale, no te preocupes, lo haré. Lleva cuidado en la carretera.
— Vale, luego te veo — dije antes de colgar. Ya me había quedado un poco más tranquilo, parecía mucho mejor que cuando me fui.

Llegué a la oficina y saludé a Mati que estaba al teléfono, como siempre. Se acercaba el evento y teníamos muchas invitaciones por confirmar y ella era la encargada de eso. Fui directo a al oficina, me fijé en la puerta de la oficina de Alex, estaba cerrada, no oí nada, ni vi nada, seguramente no había llegado. Me encerré en mi despacho y encendí el ordenador, tenía varios correos y mensajes del chat de la empresa.

Alex;
"A las 11 viene la encargada del catering, la he citado en mi oficina, Mati ya está avisada, a esa espero verte ahí también"

Directo y seco, como nuestra relación.

Todos los caminos que elegíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora