Capítulo 20

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Después de deshacerme de Thomas, fui en busca de Alberto, había desaparecido, lo busqué por todas partes hasta que vi a mis amigos y a mi abuela, bailando y riéndose, parecían pasarlo muy bien, no como yo, que tenía que estar huyendo del puto guiri.

— Hombre, hola o deberíamos decir, hello — dijo Rafa riéndose de mi.
— Ya no sabía como quitármelo de encima, la única solución viable que he visto es que beba hasta que ya no se mantenga en pie — dije abanicándome con un abanico de mi abuela.
— Pues parece que te ha funcionado — dijo Irene señalando detrás de mi con la cabeza. Me giré y vi a Thomas agarrado a su hermano y amigo, con la cabeza doblada y sin apenas poder andar. En el fondo, aunque suene muy mal, me alegré de verle así, eso significaba que me iba a dejar en paz.
Me fijé que se estaban acercando a nosotros (joder, mierda, aún me lo dejan aquí medio muerto)

— "Hola" — dijo Dan. — "Me llevo a mi hermano al hotel, apenas se mantiene en pie"
— "Estoy bien" — dijo sin apenas poder vocalizar.
— "No, no lo estás, has bebido demasiado" — le respondió Dan.
"Sí, es mejor que lo lleves al hotel a descansar" — dije yo.
— "Gracias por la fiesta, nos ha encantado, el lunes nos pasaremos a firmar el contrato y hablar con tus padres"
"Vale, el lunes nos vemos" — le tendí la mano, aunque apenas me la pudo dar porque tenía que sujetar a Thomas.
— "Quiero que se venga conmigo" — dijo Thomas en un español poco entendible. (Mierda, todavía no va lo suficientemente borracho)
Dan nos miró desubicado, pero creo que entendió mi mirada a escuchar eso.
— "Vamos, Thomas, ella no se puede venir"
— "Tengo que ordenar todas las cosas de la fiesta, limpiar"
— "¿Ves? No puede venir con nosotros, vamos" — tiró de él y consiguió moverlo dos pasos, pero frenó en seco.
— "Sé que quieres venir conmigo, vamos, preciosa"
— Menudo ojo tiene el guiri — dijo Rafa en un tono más bajo para que no pudiera oírlo. Le fulminé con la mirada.
— No se puede ir contigo — dijo mi abuela. — Hoy se queda conmigo, me tiene que llevar a casa. — Thomas la miró de mala manera y se apoyó en su hermano.
— "Entonces mañana te llamo" — soplé pero sin que se diera cuenta y asentí con la cabeza.
— "Ahora vete, apenas puedes andar" — Dan tiró de él y consiguió sacarlo de ahí.
— Mañana tienes al guiri en la puerta de tu casa — (una mierda) sonreí sarcásticamente y le saqué el dedo a Rafa.

Intenté irme a buscar a Alberto, pero una mano tiró de mi brazo.

— ¿Dónde estabas cuando has desaparecido casi una hora? — preguntó Irene muy interesada.
— Que preguntas tienes, solo tienes que mirarle la cara para saber que ha estado follando — abrí los ojos e intenté disimular que Rafa había dado en el clavo.
— No se con quien iba a estar follando — dije disimulando malamente. Los tres soltaron una carcajada.
— No tienes que mentirnos — dijo mi abuela. — Lo sabemos.
— ¿Cómo coño podéis saberlo?
— Eres mi nieta, te conozco perfectamente.
— Pero es que no puedo ir por ahí con un cartel en la cara que diga: acabo de follar. No es muy serio que digamos.
— Pero eso solo lo sabemos los que te conocemos de verdad — dijo Irene.
— Vale, sí, nos hemos reconciliado, pero ahora no se donde está, me ha visto bailando con Thomas y se que no le ha gustado mucho — me apreté el puente de la nariz. — Temo que esté por ahí odiándome de nuevo.
— No creo, él sabe que Thomas no te importa, no te preocupes, seguro que está bien — dijo Irene.
— Sí, está muy bien — dijo mi abuela señalando con el dedo la terraza. Miré hacía esa dirección y le vi ahí apoyado en la barandilla admirando las vistas de la ciudad.
— Ahora vuelvo — dije mientras me alejaba para acercarme a él.

Crucé casi toda la sala hasta colocarme a su lado, todavía no se había percatado de mi presencia.

— Hola — dije con la voz suave.
— Hola — respondió con el mismo tono y con una media sonrisa.
— ¿Estás bien?
— Sí, muy bien, ¿por qué lo preguntas?
— No me mientas, por favor — le cogí la mano y se la apreté con fuerza.
— Pensaba que después de lo que ha pasado entre nosotros, no me iba a afectar verte con él.
— Pero no he hecho nada, Alberto.
— Te ha tocado de una manera especial, en otras circunstancias hubieras acabado con él en la cama.
— Vete a la mierda — dije mientras me daba la vuelta para alejarme de él.
— Espera, Alex, espera, joder — dijo tirando de mi. — Lo siento, no quería sonar así, de esa manera y tampoco quería decirlo así, no me malinterpretes.
— Ha sonado a lo que ha sonado, que crees que me voy a la cama con todo el mundo.
— No, no, de verdad que no he querido decir eso — me solté de su agarre de un tirón y di un paso para atrás. — Por favor, Alex.
— Déjame, ¿vale?, yo solo venía a decirte si querías dormir conmigo, abrazados, pero ya veo lo que piensas de mi — mis ojos se llenaron de lágrimas.
— No pienso eso de ti, te lo aseguro — dijo cogiéndome la cara y apoyando su frente con la mía. — Te quiero, quiero dormir contigo todas las noche, abrazarte y besarte, quiero que mis brazos sean ese lugar donde acudas cuando necesites sentirte segura.
No dije nada.
— Por favor, perdóneme por ser un imbécil — me levantó la cabeza tirando de mi barbilla. — Por favor, Alex. — Le miré a los ojos, quería besarle y eso fue exactamente lo que hice, me lancé a sus labios que me recibieron con ganas para devorarme de nuevo.

Todos los caminos que elegíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora