Capítulol 16.

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Deseando el encuentro...
Alex.

No pude dormir en toda la noche pensando en Alberto y en como acabó nuestra relación, en como le humillé, en ese momento, mientras desayunaba, me estaba dando cuenta que sí lo hice, él me dijo que conmigo no quería algo de una noche y eso fue justo lo que pasó, pero por mi culpa, porque una parte de mi quería vivir cada momento a su lado, pero la otra quería salir huyendo sin mirar atrás, tal vez era el miedo el que me frenaba o simplemente era una cobarde que no era capaz de admitir las cosas.
Miré el reloj de mi muñeca; 08:20. Deseaba llegar a la oficina y verlo, volver a intentar tener una conversación.

Abrí el portátil que tenía encima de la mesa del salón, lo primero que vi fue el pdf del catering, eso me recordó que tenía que reunirme con la encargada para decirle de la mejor manera posible, que lo que había previsto para la fiesta era una mierda y bien grande. ¿Comida española? Tanta especialidad culinaria y tan poca gana de trabajarse un poquito el menú para impresionar a unos ingleses cuya gastronomía más famosa es pescado con patatas.
Con la rica gastronomía que tenemos en este país es difícil hacer un menú tan sumamente malo.

Decidí llamar a la rubia, cuyo nombre era Catalina y pedirle que viniera a verme ese día, eso era algo importante y que teníamos que solucionar cuanto antes.

— ¿Dígame?
— Buenos días, ¿hablo con Catalina?
— Hola, sí, soy yo, ¿quién habla?
— Hola, soy Alejandra Montero, la hermana de Ana.
— Ah, hola, ¿qué tal?
— Bien, bien. Mira, te llamaba porque quería verte hoy con urgencia en mi oficina, quiero comentarte unas cosas del menú que realizaste para la fiesta que tenemos en poco más de una semana.
— Eh, vale, claro, ¿sobre las 11 te vendría bien?
— Sí, perfecto, te veo a esa hora, avisaré a Mati para que te indique cual es mi despacho.
— Perfecto, hasta luego.

Nos despedimos e inmediatamente le envié un mensaje a Mati para que estuviera pendiente sobre esa hora para ayudar a Catalina a llegar a mi despacho. Obviamente en esta reunión no podía faltar Alberto, así que también decidí  escribirle un mensaje por le chat de la empresa.

"A las 11 viene la encargada del catering, la he citado en mi oficina, Mati ya está avisada, a esa espero verte ahí también"

No sabía si hacer una despedida cordial o más cercana, así que decidí no despedirme, un mensaje directo y conciso, no quería sonar borde, pero unas palabras escritas en una pantalla podían sonar como la otra persona lo quisiera interpretar, que en ese caso no iba a ser de una manera muy cariñosa.

Llegué a la oficina, eran más de las 9, pero yo no elijo los atascos de la autovía y a esa hora parecían que todos se habían puesto de acuerdo para estar en la carretera y que yo no llegara a mi hora al trabajo.

Llegué a recepción y saludé a Mati, estaba tecleando algo en su ordenador que dejó inmediatamente cuando me vio.

— Hola, mi niña, buenos días.
— Buenos días, Mati — me acerqué y le di un beso en la frente. — Me voy corriendo, no quiero que mi hermana vea que he llegado tarde.
— Tranquila, ella tampoco ha llegado — ¿cómo? Eso si era raro.
— Y, ¿sabes por qué?
— No, solo ha avisado que llegaría tarde, nada más
— Vale, gracias. Voy a llamarla — saqué mi movil y marqué su número de teléfono. Daba tono.

Varios tonos después respondió.

— Hermanita, hola — dijo ella con una voz extremadamente feliz.
— Hola, ¿dónde estás? Mati me ha dicho que has llamado para avisar de que ibas a retrasar.
— Ah, es que he venido a ver un terreno.
— ¿Un terreno? ¿Para comprarlo?
— Sí, quiero darle una sorpresa a Iván, quiero que empecemos a construir nuestra casa.
— ¿Qué? ¿Por qué no me has dicho nada? — dije haciéndome la indignada.
— No es seguro, por eso no te lo he dicho. Tengo que valorar muchas cosas, sobretodo el precio.
— Uhm, vale, pero podrías avisarme para acompañarte en estas cosas, no me gusta que vayas sola.
— Tranquila, estoy con la abuela.
— Hola, cariño — dijo la señora de fondo,
— Como me dejáis al margen de todo... estoy triste.
— No me hagas dramas, que luego tu a mi no me cuentas nada — en eso tenía razón.
— Vale, lo siento, pasadlo bien — nos despedimos y colgué. Mi hermana estaba apunto de comprarse un terreno para hacerse la casa de sus sueños con el amor de su vida y yo... bueno, me dedicaba a hacerle daño a la persona que me quería.

Todos los caminos que elegíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora