Capítulo 12.

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Primer día en la oficina...

Pasamos el día juntos, en la piscina, Alberto se portaba muy bien conmigo, no volvió a intentar nada, ni dijo nada, solo se portó como el amigo que me dijo que sería. Nos bañamos en la piscina, nos reímos y dormimos la siesta, era una costumbre que ahora no podíamos dejar pasar.
La tensión entre nosotros era palpable, me gusta, eso es obvio, y yo le gusto a él, que también es bastante obvio, pero entre nosotros no podía pasar nada, en mi cabeza todavía rondaba Rubén, sus besos, sus caricias, pero lo que más me rondaba era su mensaje, que todavía me dolía. Ese mensaje de despedida, aunque sabía que una despedida en persona no hubiera salido bien, me dolía no volver a verlo. Le echaba de menos, sí, pero también sabía que era mejor una despedida a tiempo que un sufrimiento eterno.

Miré la hora de mi móvil, quedaban cinco minutos para salir de casa, el primer día de trabajo siempre te ponía nerviosa, no sabía que iba a hacer, aunque teniendo en cuenta mis conocimientos, no sería nada creativo. Mi hermana estaba terminando de desayunar, pero también estaba terminando de reírse de mi. La muy zorra se estaba mofando de que ahora seria mi jefa y me haría sufrir. (Me estaba empezando a arrepentí y aún no había salido de casa)

— No tienes que venir conmigo, puedo ir sola — dije a mi hermana sabiendo perfectamente su respuesta.
— No quiero que mi hermanita llegue sola a su primer día, además no te voy a molestar, en cuanto llegue tengo que responder unos correos urgentes, te dejaré en manos de Mati, se puso eufórica cuando papá la llamó para decirle que te incorporabas a la empresa — Mati era la recepcionista y mano derecha de mi padre, todos la queríamos mucho, cuando éramos pequeñas pasamos mucho tiempo con ella en su casa y con sus hijos.

— Ana, por favor, no tengo diez años, déjame al menos que vaya en mi coche.
— No, nos vamos juntas, mañana te vas como quieras y cuando quieras, pero hoy con tu hermanita preciosa — dijo cogiéndome de las mejillas y tirando de ellas. (Esto no podía acabar bien, pero nada bien)

Llegamos a la oficina, las dos juntas, me dejó en recepción con Mati, que se puso feliz de verme. Nos abrazamos durante un buen rato y me llenó la mejilla de besos.
Mati antes trabaja en mi casa, haciendo las tareas del hogar, pero cuando le operaron de la rodilla apenas podía andar bien, así que mi padre decidió mandarla a la oficina, como recepcionista, tenía que estar sentada detrás de su mesa recibiendo a los trabajadores y a las visitas. Hizo varios cursos de informática, aprendió como hacer las cosas, pasar las llamadas, enviar correos y hacer todas las gestiones de una recepcionista. Puso mucho interés por aprender todo, sin ella, la oficina sería un caos.

— Mi niña hermosa, que ganas tenía de que llegara este día — se levantó cojeando.
— No te levantes, ya voy yo.
— Tranquila, cariño, ya la tengo mucho mejor. La rehabilitación me va muy bien, además me ha dicho el médico que tengo que levantarme y andar de vez en cuando.
— No sabes cuanto me alegro, Mati, que gusto ver que esa rodilla avanza tan bien— dije dandole un beso en la mano. — Mi padre me dijo que tu me darías mi nuevo despacho. La verdad tengo mucha curiosidad.
— Sí, ven, es por aquí — continuamos el pasillo, hasta el fondo. — Es el único despacho que quedaba libre, y que aquí tendrás mucha intimidad y tranquilidad, solo tienes cerca a Alberto, el becario, así es como le llamamos, es un mote cariñoso, aquí todos le queremos.

¿Eso me sonaba? ¿Alberto? ¿Becario? No podía ser. Tenía que ser una casualidad.

— Es un chico estupendo, habla un montón de idiomas, es el niño consentido de la empresa, es el más joven — mi corazón empezó a latir con fuerza cuando mi cabeza empezó a encajar las piezas del puzzle.
Alberto. Joven. Idiomas.

— Se ofreció voluntario para ser tu guía esta semana en la empresa — asentí con la cabeza. — Por cierto, ahí al lado del ordenador te he dejado un papel con tu correo y contraseña, con la contraseña del ordenador, que me han dado el mejor para ti, de eso me he encargado personalmente, también te he dejado apuntadas las extensiones de los departamentos y el mío, por si necesitas algo. Te dejo que te instales, Alberto vendrá en un rato para llevarte a hacer un tour por la empresa y a las once, tu hermana ha convocado una reunión con los departamentos para que te conozcan, aunque todo el mundo sabe ya quien eres. (Sin presión, claro que si)
— Muchas gracias, Mati, te avisaré si necesito algo — dije aún pensando en las coincidencias de mi vecino de oficina.
— Bienvenida, cariño — dijo saliendo y cerrando detrás de ella la puerta.

Todos los caminos que elegíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora