Cap:47

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MÁXIMO :

Mientras Celia se dirigió a ver a su padre por última vez, Jeremi y yo fuimos a ver a Carolina.
¿– Estás seguro que la quieres ver?
Me pregunta Jeremi mientras conduce mi auto... Aún Celia no me permite conducir, según ella teme qué me pase algo de nuevo.
– Claro que sí, tengo que cerrar este capítulo de mi vida y seguir adelante junto a mi familia.
– Tienes un punto, aunque en mi caso nunca la visitaría para mí ella es el mismísimo demonio.
– No eres el único que lo crees.
Digo con un suspiro.
Jeremi se queda en el auto y yo me dirijo al centro.
Cuándo estoy sentado esperándola, una mujer trae a Carolina esposada, y la hace sentar de golpe.
Quedo sorprendido al ver a Corolina... No se parece en lo más mínimo a la mujer que un día fue.
Su rostro está desfigurado de los dos lados y está bién delgada.
– Waoo, casi no te reconozco Carolina... Has cambiado bastante.
Hablo sin dejar de observarla.
¿– Que haces aquí Máximo?
Me pregunta de manera brusca.
– Visitándote ¿No es obvio? Pero... ¿Que le pasó a tu rostro?
Le pregunto con curiosidad, el día del juicio llevaba la cara cubierta por lo que no pude ver.
– Cortesía de tu esposa y madre... ¿No te contarón?
Me pregunta con burla.
– Pues no, pero debo de felicitarlas por su gran trabajo... ¿Que se siente tener el rostro desfigurado? Hace años me hiciste lo mismo... ¿Que se siente vivirlo en carne propia?
Le pregunto sin dejar de mirarla.
Élla solo me mira sin decir nada.
– Hace tres meses casi me matas Carolina, la pregunta que te quiero hacer es ¿Por qué? Nunca te hice nada, cuándo me destruiste  te dejé ir, pero volviste como si nada hubiera pasado ¿Por qué volviste sabiendo lo que me hiciste?
Le pregunto apretando los puños.
Élla permanece en silencio y mira hacía otro lado.
Suspiro y sonrío.
– Me enteré que tu padre nunca te ha visitado y te dió la espalda cuándo más lo necesitabas, debe de ser difícil no tener a nadie y sentirse solo ¿Cierto?
– Dime, eso te hace feliz ¿No?
Dice con los ojos aguados.
– Debería... Pero lo que siento por tí es lástima, una vez te quise Carolina y mi deseo para tí era que fueras feliz, pero jamás conté con que estabas podrida por dentro, debiste de vivir tu vida y jamás volver... Esto es a lo que llaman karma, nada queda oculto en la tierra y tú estás pagando por ello.
Hablo colocándome de pies para irme.
– Adiós Carolina, espero que al menos te arrepientas de todo lo que hiciste, por que déjame decirte que de aquí no saldrás jamás... Hasta nunca.
Digo para darme la vuelta e irme, mientras observo desespero en sus ojos.

CELIA :

La última visita qué hago es a Mirian y Martha.
Cuándo las dos me ven me miran con odio.
¿– Todavía me odian? Ustedes son unas enfermas.
– Tenías que morir junto a tu madre maldita.
Dice Martha furiosa.
– Pero no lo hice y aquí estoy viendo dónde están las personas que me hicieron sufrir... La verdad están irreconocibles ¿Cómo le ha ido su estadía aquí? ¿Las han tratado bién?
Pregunto al ver moretones en sus brazos y caras.
– Todo esto es tu culpa.
Me señala Mirian.
Empiezo a reír.
¿– Mi culpa? ¿Están seguras? Por algo están aquí ¿No? E inocente no son, así que dejen de buscar culpables y asuman las consecuencias de sus actos.
Hablo colocándome de pies... Ya mire suficiente por hoy.
– Ah, Mirian, te quería decir que tendrás una sobrinita.
Hablo acariciando mi panza y esta me mira con más odio.
– Te odio Cecilia.
Dice con enojada.
– Lo sé querida, hasta nunca.
Digo para salir con un suspiro.
Bueno a iniciar mi nueva vida y olvidar el pasado.
Cuándo llego a la mansión ya Máximo me esperaba con una bandeja de frutas.
¿– Cómo te fue? ¿Estás bién?
Me pregunta besando mis labios.
– Estoy bién y me fue perfectamente.
Hablo tomándo asiento para comer mis frutas.
– Me alegro ¿Y como esta mi pequeña revoltosa?
Dice besando mi vientre un poco abultado, qué al sentirlo empieza a moverse.
– Sí tu papi está bién pequeña... ¿Cuándo le pondremos nombre?
Dice levantando la cabeza hacía mí.
– No sé... ¿Tienes uno en mente? .
Digo tomándo mi rico jugo.
– Tengo uno en mente de hace días... Pero no se si va a gustarte.
Dice acariciando mi panza.
¿– Cuál?
Pregunto
– Victoria.
¿– Victoria? ¿Por qué Victoria?
Pregunto.
– Tenemos a nuestro pequeño Angel, él iluminó tu vida cuándo más lo necesitaba, ahora hemos ganado una batalla y hemos obtenido nuestra Victoria, por eso me surgió ese nombre... Victoria.
Lo miro con lágrimas en los ojos.
– Amor qué lindo, así será nuestra pequeña Victoria.
Nos besamos con amor y cariño.
– No sabes cuánto te amo Celia.
Me susurra sobre los labios.
– También te amo Máximo, gracias por aparecer en mi vida y amarme como lo haces.
– Gracias a ti, por iluminar mis días oscuros.
Dice besándome con pasión, luego me toma entre sus brazos y me lleva a la habitación para amarnos como sólo nosotros sabemos hacerlo.

Cintia la madre de Celia, junto a su mejor amigo del alma ahora novios, tomaron el mando de la empresa Williams y cambiaron su nombre a empresa DAVIS, la mansión de los Williams lo remodelaron a sus gustos y se mudaron ahí para estar más cerca de la empresa.
Aunque Celia y su madre no tenían una relación estrecha trataban de estar al día con todo.
Máximo compró una mansión dónde vivía anteriormente Celia, para vivir juntos como familia.
Antes de partir a su nuevo hogar Angel se fue a despedir de su pequeña princesa Rossanna.
– No quiero que te vayas eres mi único amigo.
Lloraba la pequeña.
– Yo tampoco quiero irme Rosy, pero debo de hacerlo.
Dice Angel con tristeza limpiando las lágrimas de su princesa.
– Mira es para ti.
Dice Angel colocándole una pequeña cadena qué hace juego con la que lleva puesto que es un sol y la de élla una luna.
– Gracias.
Dice ella en midio de hipidos.
– Cuándo vuelva vendré para casarme contigo, esperame hasta entonces ¿Sí?
¿– Lo prometes?
– Lo prometo.
Dice Angel dejando un inocente beso en sus labios.

Los meses pasaron y el día de Celia dar a luz estaba toda la familia reunida esperando a la pequeña integrante de la familia.
– Amor, vamos tu puedes.
Alienta Máximo a Celia, mientras toma sus manos y le da pequeños besos.
– Ya casi, solo puje una vez más.
Dice la doctora.
Celia hace su último intentento y el grito de su pequeña la hace respirar aliviada... Todo el dolor valió la pena.
– Lo logramos amor, lo logramos.
Dice Máximo con lágrimas de felicidad en los ojos y besa mi frente.

Horas después, mientras Celia descansaba en la mejor habitación del hospital, toda la familia no se despegaba de la cunita de la pequeña.
Incluso estaba Sara junto a su familia y Hugo junto a Yulia qué ahora eran inseparables.
– Papi, diles que se despeguen de la cuna de mi hermanita, ya la vieron, que se vayan.
Le susurra Angel a Máximo y este sonríe.
Lo toma en sus brazos y lo sienta en sus piernas.
– Déjalos qué la miren, después la tendremos para nosotros solos ¿De acuerdo?
Angel asiente no muy convencido, pero no dice nada más.

Cuándo Celia despertó se le entregó a su pequeña para que la viera.
– Mi pequeña Victoria, eres hermosa mi amor.
Susurra Celia mirándola con amor.
– Se parece mucho a tí mami.
Dice Angel agarrando su pequeña manitos.
Celia la mira y es su retrato, a diferencia que sus ojos son igual a los de su papá.
Miro a Máximo que me mira con amor y felicidad, luego miro a mi pequeño que no despega los ojos de su hermanita, después miro las personas a mi alrededor... Mi familia... Estas son las únicas personas que han estado conmigo en todo momentos y siempre las tendré conmigo.
Me hace feliz que mis hijos crezcan con familia que los aman y los quieren y haré todo lo que esté a mi alcance para protegerlos.

FIN

La venganza de una madre solteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora