2. ¿Cuándo pensabas decirmelo, Ruslana?

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Bueno, la verdad es que si que se porque huyo.

Hace tanto tiempo que no le veo... Hace años, y sigue siendo igual de guapo y atractivo que cuando teníamos 16 años y no le podía quitar ojo.

Esos ojos verdes tan profundos, esa sonrisa que te transportaba a otra dimensión, una en la que solo existíamos él y yo, ese pelo suave que tanto me apetecía acariciar, esos lunares que eran como puntos repartidos por su anatomía, esos brazos que te rodeaban y te transportaban a otra dimensión...

Prácticamente echo a correr hacia la puerta del metro, donde me permito soltar todo el aire que tenía agolpado en mi garganta.

Ha sido tan... Extraño, pero al mismo tiempo emocionante, volverlo a ver tras tantos años. Pero no estaba preparado. Pensaba que seguía en Barcelona.

Y es entonces cuando me doy cuenta de que esa llama en mi interior que creía apagada para siempre, revive, quemándome el corazón hasta convertirse en cenizas.

Cierto los ojos y suspiro, mientras me apoyo en la pared del vagón, cerrando los ojos. ¿Porque, a pesar de los años, esos sentimientos no pueden desaparecer? ¿Porque no puede ser un crush de esos tontos que tiene uno en la adolescencia, pero que con el paso del tiempo desaparece? ¿Porque, tras tantos años sin noticias suyas, vuelve a aparecer y hace de mi cabeza un puto lío? Con lo tranquilo que había estado yo el año pasado sin incidentes de estos.

Todavía me acuerdo de la ultima vez que le vi, yo iba a pasar a segundo de bachillerato, y el ya a la universidad. Mantuve la esperanza todo el verano de que decidiera estudiar en Zaragoza, y que así, pudiera seguir viéndole. Si decidía estudiar en su ciudad natal, no le vería por los pasillos sonriéndome de forma dulce y angelical, o de vuelta a casa, mientras camina junto a su hermana, si no que me tendría que conformar con verlo en su casa. Pero algo era algo, ¿no?

Por eso, el chasco fue gigante cuando anunció que se mudaba a Barcelona.

Estuve como una semana llorando desconsoladamente por la noche. Y más el último día que le vi. Todavía recuerdo ese reconfortante y a la vez triste abrazo, entre sus robustos y fuertes brazos que siempre me habían transmitido seguridad. Ese último abrazo.

Me prometió seguir hablando, pero yo, por mi mismo y por mi bien, decidí que si iba a haber distancia, iba a ser al completo, así que terminamos por dejar de hablar. Hoy en día, no sé qué porque hice eso, pero en ese momento lo creía la mejor opción para deshacerme de mis sentimientos.

Y en un principio funcionó, pues si no lo veía, creía que ya no sentía nada. Aunque en el fondo de mi ser, siempre supe que el tendría un trocito de mi corazón. Y lo acabo de confirmar al verle y darme cuenta de que todo a vuelto a revivir en este. Pero no quería joder, claro que no quería. No quería pasarme el resto de mis años de universidad intentando evitarle y evitar todo lo que sentía.

Aunque estaba precipitando todo, claro. Solo le había visto una vez. A lo mejor solo le veía alguna vez con Ruslana, su hermana. Quizá casi ni le volvía ver
No era tan malo...

Pero espera. Frené en seco mis pensamientos. Si hoy ha venido a recoger a la rubia, seguro que lo hacía otros días. Y eso significa volver a verle varios de esos días. ¿Será su novia? ¿O tan solo una amiga? A ver, que si es su pareja tampoco tendría que importarme, pero lo hace.

Mierda.

Vale, si quiero solucionar todo esto, lo mejor es hablarlo con Ruslana, ¿no? Al fin y al cabo era si hermana y también mi mejor amiga.

Llevábamos siendo amigos muchos años. De hecho, no tengo ningún recuerdo de mi infancia en el que no aparezca ella. Llevamos siendo amigos desde los tres años, y aún así, no he sido nunca capaz de contarle que me gustaba su hermano. No quería que nos enfadaramos por eso o que, aún peor, se lo contara a Juanjo.

Entrevistándote a besos - Juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora