25. empujones y sorpresas

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-Chicos- nos llama Ruslana a todos. Está mañana hemos estado desde primera hora en las pistas, intentado mejorar todo lo posible. Bueno, todos menos Juanjo, el cual se ha rendido a las dos horas y Álvaro que se ha encontrado con el mismo chico que ayer, así que ha desaparecido durante el resto de la mañana. Y debe ser que le ha ido bien, pues una sonrisa inunda su rostro desde entonces- ¡está tarde piscina!

Todos asentimos emocionados de cambiar de plan, sobre todo Juanjo que no hace más que observar desde la lejanía. Ya es el cuarto día, y todos y cada uno de ellos hemos tenido la misma rutina. Nos levantamos, desayunamos, esquiamos, comemos esquiamos más y vamos a alguna fiesta de la zona antes de irnos a dormir. Y creo que a este paso Juanjo va a acabar con una pierna nota, si es que no la tiene ya. Además, su humor no es el mejor que digamos y solo lo consigo solucionar con besos pero no es que lo haga en medio de todos, solo cuando estamos a solas, que son muy pocas veces al día.

La verdad es que me gustaría poder besarle cuando quisiera, sentir su tacto cada vez que me apeteciera y poder contarle a todo lo loco que me vuelve el chico de pelo negro y ojos verdes como la suave hierba de los campo de Magallón.

Pero se que Juanjo no está preparado y tengo paciencia, sé esperar. Pero no tanto. Tampoco pido mucho, ¿no? Solo alguna muestra de cariño. Total, todo el mundo lo sospecha, ¿ya que más da? Solo falta que Juanjo lo acepte, que se acepte a si mismo tanto como los demás, y sobre todo yo, lo hacemos. Porque yo le acepto y admiro todo mi ser por dentro y por fuera. Desde sus oscuros mechones que tan desordenados se encuentran cuando está recién levantado hasta sus bromas sobre mis sandalias que tanto me han molestado a lo largo de los años, pero que cuando terminaron, me di cuenta de que echaba de menos.

***

-¿Que bañador me pongo, Magtan?- me llama Juanjo por ese apodo que él mismo creo cuando pase todo un curso en Francia. -¿El rojo o el morado?

-Mmm- miro ambos bañadores, como si se tratase de la decisión más difícil de mi vida cuando se que lo tengo claro desde un principio.- El morado. Te queda mejor.

-Te hace mejor culo.

Me arrepiento en el mismo momento en el que lo digo, y más aún cuando Juanjo empieza a reírse rojo al igual que yo, pero por razones muy diferentes. Menos mal que Álvaro está en el baño.

-Pues si el señorito dice que el morado me queda mejor, el morado me pongo.

Me agacho a mi maleta, en busca de mi ropa para intentar que se me pase el calor. Solo quiero llegar a la piscina y saltar directamente a ella para desaparecer en el fondo. Es que porque se me ocurren esas barbaridades.

-¿Te importa si me cambio aquí? Álvaro es muy lento.

Niego con la cabeza aún dándole la espalda dándole a entender que no me importa. Mientras oigo como se quita la ropa y se pone el bañador yo hago que busco el mío, aunque ya hace un buen rato que lo he encontrado. Prefiero hacer esto a darme la vuelta y encontrarme a Juanjo sin ropa o algo así.

En cuanto Álvaro sale del baño y sin dar tiempo a que nadie más lo haga, me meto yo a este para cambiarme.

-Joder, por fin. Sois unos tardones.- nos dice Ruslana, cuando, por fin, bajamos a la piscina.

-Díselo a Martin que se ha tirado como veinte minutos en el baño.

-Oye,- me quejo ante Juanjo- que tú tampoco te quedas atrás. Te pones ahí a peinarte el pelo, a coger no sé qué, no sé cuantos...

-Por lo menos yo llego a tiempo.

Siempre me pasa lo mismo. No sé que hago que el tiempo se me termina echando encima y, aunque me despierte dos horas antes, termino llegando tarde a todos lados. No sé ni cómo lo hago.

Entrevistándote a besos - Juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora