Extra 1

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-Juanjo- despierto a mi marido al ver cómo Unai vuelve a llorar- ve tú porfa, la última vez fui yo.

-Mmm- se queja este, pegándose más aún a mí- Tengo sueño.

-Yo también, pero enserio, ve o no parará de llorar.

-Ya voy...- se incorpora mientras le doy un beso en la mejilla en señal de agradecimiento, pero se frena al ver que es en la mejilla.

-No, bien.- acerca sus labios a los míos, para que le dé un beso. Sin problema alguno, le beso y cuando el intenta profundizarlo, le empujo del pecho para separarlo.

-Ve.

Pone los ojos en blanco, suspirando, pero sale de la habitación sin quejarse. Mientras tanto, yo intento volver a conciliar el sueño, pero apenas cierro los ojos, otra vocecilla está llamándome.

-¡Aita, aita!

Con el cuerpo cansado, me levanto de la cama dirigiéndome a la habitación de Mirian.

-¿Qué ocurre, cariño?- la pregunto mientras me siento al borde de su cama, acariciándole la mejilla com dulzura.

-Me duele mucho la cabeza, aita.

Enseguida todos mis sentidos se ponen a alerta y no dudo en tocarle la frente y tal y como pensaba, tiene fiebre.

La tapo más aún para que no coja frío, pero ella se queja e intenta hacer el amago de quitarse la sábana.

-Tengo mucho calor.

-Mi amor, si no te tapas vas a ponerte peor. Espera aquí que voy a por medicina para que te pongas mejor.

Voy al baño, donde tenemos un caja con todas las medicinas guardadas y busco la suya. Enseguida vuelvo y se la doy, y aunque al principio se queja un poco, termina tomándosela.

Después me acuesto junto a ella hasta que, finalmente, termina durmiendose y yo me permito volver a mi cama con Juanjo.

Cuando llego, este ya parece estar dormido, pero al tumbarme junto a él, abre los ojos.

-¿Cómo está Mirian?- me pregunta, pegándome a él.

-Bueno, con fiebre, pero le he dado medicina para que al menos pueda dormir.

-Unai está igual, pero he podido dormirme al poco.

-Bueno, por lo menos mañana es sábado y no tienen que ir al colegio.

No decimos nada más antes de conciliar el sueño y, finalmente, quedarnos dormidos entre los brazos del otro.

-Joder, que ya voy, Juanjo.

Está mañana, además de Mirian y Unai, Juanjo también se ha levantado malo. Y es el peor de los tres, a pesar de ser el mayor de todos. Está todo el rato quejándose de que le duele esto y lo otro y quiere toda la atención para él. Y por mucho que quiera no puedo dársela, yo soy uno y ellos son tres.

La verdad es que Mirian siempre ha sido muy buena y nunca a llorado demasiado. Ni siquiera los primeros meses desde que la adoptamos. Todavía recuerdo como si fuera ayer esas primeras veces en las que tanto Juanjo como yo estábamos cagados de miedo, era como de cristal y estábamos atentos de ella en todo momento. Dormíamos poco, y no porque la niña se despertara en medio de la noche, si no porque nosotros lo hacíamos para cerciorarnos de que estuviera bien.

Luego, tres años después, llegó Unai. No teníamos pensado tener otro hijo, con una era más y suficiente. Pero cuando la agencia de adopción nos llamó contándonos que acababa de llegar un bebé recién nacido que creían idóneo para nosotros, no nos lo pensamos dos veces y dijimos que sí. Y no nos arrepentimos para nada.

Entrevistándote a besos - Juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora