No sé qué hora es, pero por los rayos de sol que entran directamente a la habitación de Juanjo, supongo que será bastante tarde.
Intento alcanzar mi móvil que se encuentra en la mesilla, pero la misión se me complica cuando Juanjo, el cual está recostado sobre mi pecho abrazándome, me aprieta para que no me mueva, aún dormido.
Ese simple gesto, el como estamos dormidos, pegados a cada parte del otro que es posible, despierta en mi millones de nuevas sensaciones. Desde nervios que me causan leves temblores hasta ilusión por haber dado un pequeño paso más. Su cuerpo desprende calor, el cual por una parte agradezco ante el frío que, por el contrario, desprende el mío ya que ayer cierta persona no se quiso tapar con el edredón.
De todos modos, decido que es hora de volver a mí apartamento y darme una larga y fría ducha para disipar todos los sentimientos que poco a poco van amenazando con conquistar mi cuerpo.
Me muevo un poco de lado para intentar, nuevamente, deshacerme de su agarre, pero que nada, que sigue agarrado a mí como si de un bote salvavidas en medio de un océano tratase.
-Juanjo... Juanjo... - intento despertarle entre susurros y caricias es su pelo- despiértate porfa, me tengo que ir.
-Mmm- murmura, escondiendo su cara en mi cuello.
-Enserio, déjame salir de la cama.
Poco a poco, veo como se va separando de mí, para, en este caso, coger una almohada y abrazarla como si su vida dependiera de eso. Yo, mientras tanto, me levanto de la cama, quedando sentado en esta y poniéndome los zapatos, pues ayer, entre una cosa y otra, me quedé dormido con la ropa con la que había venido.
Cojo mi móvil y tras ver que ya son las tres de la tarde, me doy la vuelta con la intención de despedirme de Juanjo y pirarme de una vez.
Le acaricio el brazo suavemente para que se dé la vuelta, pues me está dando la espalda, pero al contrario de lo que yo creía, tira de mí y me vuelve a tumbar junto a él, abranzadome nuevamente.
No sé porque lo está haciendo, ni porque está tan cariñoso o porque quiere tantos abrazos, pero desde luego, no seré yo el que se queje. En cambio, esta vez soy yo el que le abraza por la cintura dejando que se acurruqué a mi lado, aún con los ojos cerrados y una respiración acompasada. Parece que no se haya enterado de nada todavía.
-Quédate un ratito.-me pide, dándome señal de que está consciente, aunque su voz está algo ronca, por lo que supongo que no hace mucho que se ha despertado.
-Enserio Juanjo, tengo que irme a comer y darme una ducha.
-Pero es que estoy muy agusto aquí, contigo..
-Yo también... Pero...-antes de que pueda continuar, reacciona ante esas dos primeras palabras levantando la cabeza con la mirada ilusionada.
-¿Enserio?
-Pues claro, ¿Acaso lo dudas?
-No sé... Con todo lo que a pasado... Pensaba que solo era un estorbo..
Veo que, por lo frágil que es estos días y todos los sentimientos que tiene entremezclados, sus ojos contienen unas lágrimas.
Por mucho que mi corazón empiece a latir desbocadamente, hago caso a mi mente y acerco levemente si cara a la mía, cogiéndolo de la mejilla y dejando suaves caricias en el lugar.
-¿Cómo puedes pensar eso, Juanjo? Si de verdad fueras un estorbo para mí, que no lo eres, pero si lo fueras, no estaría aquí contigo pasando la noche ni hubiera venido a ver cómo estabas porque la preocupación me carcomían por dentro, ni tampoco te hubiera cuidado las heridas o sacado de aquel tenebroso callejón. Si no me importaras no hubiera estado toda la semana aterrado por no tener apenas noticias de ti o deseando entrar a ti habitación para ver cómo estabas.
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Entrevistándote a besos - Juantin
RomanceMartin comienza su segundo año de periodismo con la misma ilusión que el anterior. A eso se le suma que sus padres, finalmente, le han dejado ir a la escuela de baile de sus sueños. Lo que no se espera es reencontrarse con su amor platónico de la in...