9. abrazos, lágrimas y explicaciones

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Abro los ojos lentamente debido a los rayos de sol que entran directamente por mi ventana.

Me tenso cuando noto un brazo rodeándome por la cintura hasta que me acuerdo de quién se trata. Me doy la vuelta lentamente, encontrarondome con un Juanjo dormido plácidamente como si ayer no le hubieran ni tocado con un dedo. Tiene las facciones relajadas y los labios

Apreciendolo desde más cerca me doy cuenta de las pestañas que tiene, mucho más largas que de normal y le detengo en cada lunar de su dulce pero demacrada cara.

Muevo mi cuerpo lentamente para ir a la cocina a preparar el desayuno, pero el agarre fuerte de su brazo no me lo permite, acercándome más a él mismo, como si de un oso de peluche tratase. Juanjo se comienza a mover lentamente, gruñendo y dándome la señal de que se está despertando. Poco a poco va abriendo los ojos, hasta abrilos de golpe al verme a su lado, pegándose a la pared.

-Auch- susurra cuando se da un golpe en la nuca- Mierda, ¿qué haces aquí?

Pero no hace que le responda, porque abre la boca y se queda callado, dándome señal de que se ha acordado de todo.

-Perdona... No sé en qué estaba pensando. Es solo que no podía dormir... Y pues no sé porque lo hice, enserio. Fue una auténtica tonteria...

Pero no le dejo continuar al verlo hecho una maraña de nervios, interrumpiendo le a la vez que acercándome un poco a él, dándole a entender que no hace fatla que esté completamente pegado a la pared.

-No pasa nada, Juanjo. Lo entiendo, en serio.

-Ya, pero enserio, es que fui un completo idiota.

Mientras habla me fijo en los rayos de sol que dan directamente en sus delicadas facciones. A pesar de lo magullada que está su cara, sigue siendo igual de precioso que siempre, y yo sigo estando igual de enamorado que siempre. Dudo que algún día deje de estarlo.

-Venga, déjalo. No es para tanto. Mejor vamos a desayunar algo.

Justo en ese mismo instante, si tripa ruje, dando señal de aprobación, lo que me hace reírme.

Ambos nos levantamos y nos dirigimos hacia la cocina, pero me freno en seco cuando me doy cuenta de un pequeño detalle, y es que no vivo solo. Tengo tres compañeros de piso más, cosas de la que hoy no me había percatado. Por suerte solo una de ellas está despierta.

-Pero Juanjo, ¿qué te a pasado, por dios?- se acerca Bea, preocupada, cogiendo delicadamente su cara entre ambas manos.

-Estoy bien.

-No, Juanjo, no estás bien.

-Que sí que...- pero interrumpiendo su poca convincente mentira, Bea se gira en redondo hacia mí. -¿Has sido tú?- me pregunta, con el ceño fruncido, señalando la cara de Juanjo.

-No, claro que no he sido yo.

-¿Entonces que ha pasado?- nos mira a ambos, de brazos cruzados, esperando una explicación.

-Que me caí ayer por las escaleras y justo estaba Martin y me ayudó.

Está vez mira a Juanjo fijamente, sin creerselo realmente.

-Te lo juro. Ayer me curó las heridas y me dejo dormir aquí porque me dolía todo el cuerpo, pero nada más.

Bea se queda unos segundos más analizando todo, preocupada como buena amiga que es y como muchas veces la llamamos "la madre" del grupo.

Finalmente asiente, medio convencida, cosa que me hace relajarme, pues me he mantenido en tensión en todo momento y no sé realmente ni porque.

Ambos preparamos el desayunos rápidamente mientras Bea come el suyo, está vez a lo suyo. Para no tener más conversaciones incómodas, decido que desayunemos en mi habitación. Además, me gustaría que me explicará porque ocurrió todo lo que ocurrió ayer.

Entrevistándote a besos - Juantin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora