CAPÍTULO 56: NUEVO INICIO.

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La carreta atada a la carroza se encontraba llena, las jóvenes habían llenado estás de maletas y bolsos con sus cosas más preciadas, sobre todo la niña, que no quería dejar ni una sola cosa en ese lugar

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La carreta atada a la carroza se encontraba llena, las jóvenes habían llenado estás de maletas y bolsos con sus cosas más preciadas, sobre todo la niña, que no quería dejar ni una sola cosa en ese lugar. Si bien aún no le explicaban la situación por completo, entendió que se mudarían definitivamente, lo que la obligó a empacar todo, aunque sus hermanas la hicieron dejar muchas de estas, explicando que su habitación en Jurial tenia lo básico y varias de las cosas podrían comprarlas de nuevo en la nueva ciudad.

Adeena era la que menos cosas tenía, y de hecho incluso llegó a ofrecer buscar un hogar independiente para no convertirse en una carga para las hermanas, recibiendo negativas inmediatas de parte de las tres hermanas, todas realmente le había agarrado cariño a la mayor de ellas.

Lilinet ato cuatro caballos al frente de su carroza, sin importarle quien intentara detenerla o decirle algo, simplemente ignoraba a todos los soldados que le pedían que se detuviera. Soldados que conociendo la fuerza de la muchacha no hicieron más que pedir las cosas de palabra, le temían en esos momentos en que mostraba un rostro serio.

El viaje empezó, se detuvieron un par de horas después para comprar algo de comer y luego continuaron su camino. A las 8 de la noche llegaron al palacio de Jurial, sorprendiendo a todos los sirvientes con su llegada, pues nadie le avisó que las princesas se mudarían a ese palacio, Lilinet les explico que a partir de ese día ellas vivirán en ese palacio, y pidió que por favor alistaran las habitaciones correspondientes para ellas, siendo obedecida por todas de inmediato.

- Iré a hablar con el jefe de guardias, den un paseo por el jardín o solo descansen en la sala hasta que sus habitaciones estén lista.- dijo la mayor, para dejar a todas en el lugar.

Camino con dirección a la puerta principal, donde sabias encontraba el jefe de guardias. Conversó de la forma más amable que podía, explicando que todas vivirán en ese lugar, y dando órdenes para la seguridad de todas dentro del palacio, si bien sabía que Raynett ya no podía atacarlas, un ataque de parte de sus padres no le sorprendería.

- Todas las cartas deben ir a la oficina central primero, los paquetes deben ser revisados, mi pareja probablemente querrá salir, así que estén atentos, cuando salga sola un guardia debe acompañarla siempre, lo misma para mi hermana, la princesa Ivelle no puede salir sin compañía de mi hermana o pareja, y nadie puede entrar sin que se me avise a mi o mi gemela, si los reyes vienen de visita, deben informarme inmediatamente a mi.- decía con seriedad.

- Todo será como usted ordene su majestad.- respondió el hombre mayor.

- Eso espero, sería una tristeza que algo malo pasara por que uno de sus hombre no cumple las reglas.- añadió con una pequeña sonrisa.

- No sucederá majestad, se lo juro por mi vida.- volvió a hablar el hombre.

- Bien, asegúrese de que todos sepan las órdenes y las aprendan, buenas noches.

Camino de vuelta al salón principal, al llegar solo podía ver a su gemela con un rostro serio.

- Es raro verte tan seria.- dijo con gracia.

- Necesitamos hablar.- le respondió.

- ¿Dónde...

- En el jardín, no volverán hasta que las llamemos.- la interrumpió.

- Shin, si estas molesta por mudarte lo siento, pero era lo mejor.- explicó.

- Tomaste una decisión muy grande por tu cuenta, pero yo hubiera tomado la misma así que esta vez está bien, pero solo esta vez.- regaño.

- No estás molesta por eso.- entendió.

- Casi la matas Lilinet.- dijo cómo si la otra no hubiera estado ahí.

- Lo siento.-

- No, Lil esto fue demasiado, no eres asesina, pero si yo no llegaba..- las lágrimas le ganaban

- Está bien Shin.- trato de calmar.

- No está bien, tienes que controlarte mejor, puedo entender lo que sentiste, yo también estaba asustada por la forma en que llegó Iv, pero no era la manera.- lloraba.

- Shin, no importa.- seguía tratando de calmar.

- Claro que importa, incluso si es la mujer más horrible del mundo, es la madre de Iv, y tal vez no te das cuenta por tu odio a ella, pero Ivelle aun la quiere, aún tiene fe en que ella puede mejorar.- lloraba más frustrada.

- Claro que no, Ivelle no es estúpida Shin, ella no puede amar a alguien como esa mujer.- se quejó, soltándola.

- Incluso yo creía que podía cambiar hasta hace un tiempo.- confesó.

- Tú..- estaba sorprendida, realmente su odio la cegó tanto.

- Lil, sé que para ti es fácil odiarlos, pero para Iv y yo no, solo por favor, no seas tú quien mate a nuestros padres.- pidió.

Sus lágrimas mojaban sus mejillas por completo, Lilinet la rodeo con sus brazos, acariciando su cabello y tratando de calmarla, nunca se dio cuenta de cómo realmente se sentían sus hermanas respecto a su padres, sabía que no los odiaban a diferencia de ella, pero nunca considero que tanta esperanza tenían en que algún día ellos cambiaran su forma de ser con ellas. Se siente horrible, el arrepentimiento golpeaba su ser con fuerza, su mente se invadía de insultos a ellas misma.

- Lil, por favor, promételo.- volvió a hablar, un poco más calmada.

- Te lo prometo Shin, no seré yo quien los asesine, morirán cuando él mundo decida que tienen que morir.- prometió, dejando un beso en la frente de su gemela.

Volvió a acurrucar a la chica en sus brazos, sintiendo cómo poco a poco se calmaba, no la sintió llorar de esa forma desde muchos años atrás, cuando poco después de descubrir su magia entendió que dañaba a las personas por su poca práctica de uso. Se mantuvieron así por varios minutos, hasta que una mucama se acercó tímida, informando que la cena y sus habitaciones estaban listas.

Ambas agradecieron, Shin se limpio las lagrimas con ayuda de su hermana, y poniendo la mejor cara, salieron al jardín a buscar a las demás, informándoles que era hora de cenar. Una cena tranquila a pesar de los últimos conflictos, dejaron a la niña en su nueva habitación, le contaron un cuento para dormir y vieron cómo caía rendida. Lilinet entonces dejó a su novia en su nueva habitación, más grande que la que tenía en el palacio pero sin un decorado en especial, se dieron un beso y la menor volvió a su habitación, al llegar su gemela ya estaba costada, se cambio rápido y fue a acostarse a su lado, abrazados a ella y dejando un beso en su hombro.

Sintió como sostenía su mano y ambas cayeron dormidas, una vez más, tenían heridas difíciles de curar, pero las sanarán entre ellas como lo hicieron desde siempre.

Sintió como sostenía su mano y ambas cayeron dormidas, una vez más, tenían heridas difíciles de curar, pero las sanarán entre ellas como lo hicieron desde siempre

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