CAPÍTULO 61: CASTIGOS.

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Notaba como el tiempo pasaba por las comidas que apenas se le entregaban, al menos en ese calabozo no la mantenían inconsciente, completamente desolada, pero no dormida

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Notaba como el tiempo pasaba por las comidas que apenas se le entregaban, al menos en ese calabozo no la mantenían inconsciente, completamente desolada, pero no dormida. Vio a la misma mujer que siempre traía sus comidas, una mujer anciana que estaba segura alguna vez vio de niña, dejó su plato, cerca de ella y volvió a retirarse sin decir una sola palabra.

Un poco de arroz, una verdura y un vaso de agua, era lo único que la mantiene viva, había pasado más de una semana con lo mismo y estaba harta, pero no entró una sola persona que valiera la pena ese día. Comió con molestia, sin notar el raro sabor de la comida, al menos no hasta que no pudo mantener los ojos abiertos y entendió que harían algo con ella.

Despertó con algo pesado y frío sobre su cabeza, podía sentir algún tipo de armadura en el pecho y como sus brazos y pies estaban amarrados, trató de moverse a pesar de no lograr nada, nunca se sintió tan inútil y débil como en ese momento. Escuchaban algunas risas a los lados, pero la desesperación de no lograr ver nada, tampoco era capaz de invocar algo correctamente, logrando más risas de los hombres a su alrededor.

- Mírenla, los reyes tenían razón, está perdida y asustada como una niña.- se burló uno de ellos.

- Bueno, con la magia ya sabemos que cualquiera podría lograr lo que sea.- respondió el otro.

- Bueno, no lo suficiente para vencer a la princesa.- rio otro más.

- Cállense todos!.- les gritó.

- ¿Qué harás bruja? no puedes ver ni donde estas o que te harán.- respondió con burla.

- ¡Vamos! el anuncio ya fue dado, nos esperan.- anunció una voz desde lejos.

Sintió moverse, entendió que se encontraba en algún tipo de carreta, escuchaba los caballos pero nada más, no entendía donde estaba, hasta que poco tiempo después, el grito de multitud se distinguió. Cientos de voces le gritaban insultos y maldiciones, por lo que suponía que la llevaban a su muerte, empezaba a enojarse más, todo lo que hizo parecía inútil, nunca logró dañar a una de ellas, no disfruto de las cosas lo suficiente, solo jugó y se divirtió un poco.

- Ante todos ustedes, la bruja que ha causado tantos males y muertes! ¡Raynett Leight!.- anuncio alguien.- Por órdenes de su majestad, para calmar el odio del pueblo hacia esta mujer, se les permite a todos los presentes castigarla como tanto pidieron, luego recibirá el castigo que los reyes impusieron y será encerrada en el calabozo una vez más.- terminó de explicar.

Le parecía tonto que creyeran que podrían castigarla, en cuanto el primero se acercara lo suficiente lo atacaría y mataría a todo quien intentar tocarla, sin embargo, nadie se acerco. Una piedra golpeó su brazo con fuerza, logrando sacar un grito de ella, pronto, más y más lograron llegar a ella.

Intento crear alguna especie de barrera, pero no lograba hacer crecer nada, como si no hubiera tierra debajo de ella, no lograba hacer nada, incluso cuando en el aire formó espesa niebla, nada detuvo a la gente de continuar lanzando piedras con odio hacia la chica. En algún punto ya no pudo continuar, los golpes en todo su cuerpo la confunden y lo único que trataba de hacer en ese entonces era recordar algún hechizo para curar sus heridas.

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑹𝑶𝑻𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora