CAPÍTULO 33: DE VUELTA A TI

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Despertó por la voz de su padre llamando su nombre, respondió que salía dentro de poco y empezó a tomar fuerzas para ponerse de pie; cuando por fin se puso de pie empezó a cambiarse, el frío que calaba por sus huesos la tentaba a volver a dormir, ...

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Despertó por la voz de su padre llamando su nombre, respondió que salía dentro de poco y empezó a tomar fuerzas para ponerse de pie; cuando por fin se puso de pie empezó a cambiarse, el frío que calaba por sus huesos la tentaba a volver a dormir, y el miedo de ver la decepción en el rostro de sus hermana la llamaban a huir lejos de ahí. Sin embargo sacó esas ideas de su mente y salió a donde se encontraba su padre sólo 15 minutos después. Este la recibió con un tazón de avena indicando que cuando terminara de comer partirían a la capital.

Se paró a comer a un lado mientras veía como su padre y los soldados que les acompañarian alistaban los caballos, terminó su comida de manera veloz y fue a alistar a su propio caballo, una vez con todo listo, el viaje empezó. El sol apenas se asomaba de entre las montañas al horizonte, Lilineth calculaba que eran entre las 5 o 6 de la mañana, por lo que si tenía suerte llegaría al palacio después de la hora a la que siempre almorzaban, después de todo, no había llegado a ver que su padre le informará de su regreso a la Reina.

Una vez más se veía en un viaje aburrido y largo, definitivamente pasar tanto tiempo sin su hermana al lado volvía todo más gris, a pesar de escribirse cartas lo más seguido posible en ese mes, ninguna le daba la misma calidez que hablar con ella. Decidió volver a centrarse en el intento de corona de flores que había empezado hace dos días. Estuvo cuatro horas seguidas intentando darle forma a aquella corona, sin embargo, no parecía querer funcionar.

El grupo se detuvo ante la orden del rey, los caballos fueron alimentados y se les dio agua. Una vez más la princesa aprovechó este receso para caminar a los alrededores buscando alguna flor que pudiera incluir en lo que, a partir de ahora, sería un ramo pequeño de flores para su novia. Siente la tierra inestable, los árboles lejanos borrosos, el viento sumamente frío y los rayos de sol demasiado brillantes.

En un punto no supo donde estaba, y cuando escuchó la voz de su padre solo se centró en seguir fingiendo lo mejor posible que estaba bien. Cuando logró distinguirlo se esforzó por no cruzar miradas con él. La orden de continuar fue dada y sin queja alguna cumplida, aún le esperaban otras cuatro horas de viaje para llegar al palacio. 

- ¿Te encuentras bien? - preguntó el rey con la vista al frente.

- Sí, solo tengo un poco de frío - respondió rápido la princesa.

De forma inesperada para Lilinet, el Rey le entregaba la capa que él, hasta hace un momento, usaba.

- Úsala, la ropa que tienes no luce muy cálida, si enfermas tu madre y hermanas estarán molestas conmigo.- dijo aún sin mirarla.

Lilinet toma aquella capa y se la puso, su padre tenía razón, la ropa que usaba no era la mejor para mantener una buena temperatura, con un síntoma menos en ella, se decía a sí misma que lograría llegar al final del día de buena forma. Acomodaba las flores que había logrado encontrar en todas las formas posibles, alzando la vista solo para asegurarse de no desviarse del camino cada tanto; en ese momento pensar en quienes la esperaban era lo que más le mantenía despierta.

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑹𝑶𝑻𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora