CAPÍTULO 55: PELEAS.

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Los pasillos del palacio eran oscuros y fríos, apenas lograban ver por las pocas velas y la luz de luna colada por las ventanas grandes

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Los pasillos del palacio eran oscuros y fríos, apenas lograban ver por las pocas velas y la luz de luna colada por las ventanas grandes. Fuera de la oficina ambas se detuvieron, más que nervios sentían cansancio, estaban hartas de pelear tan seguido con sus padres, y perdían el respeto que tenían por ellos cada vez más.

Tocaron la puerta y rápido recibieron el aviso para ingresar, apenas abrieron la puerta cuando las miradas serias de ambos reyes.

- Es bueno que lograran volver con su hermana.- dijo su madre con alegría.

- Alguien debía traerla de regreso.- respondió Lilinet.

- Bien, vuelva a dormir.- habló el hombre.

- ¿Eso es todo? .- preguntó la menor.

- Si, solo quería estar segura de que eran ustedes.- habló la mujer.

- Si, aunque estoy seguro de que esperaban algo más, después de todo, son conscientes de todos sus errores, pero ya estoy harto de regañarlas y dictarles sus castigos.- dijo el rey.

Las gemelas se mantuvieron en silencio, esperando que alguien dijera algo más, pero no fue así, solo los vieron salir del lugar tomados de la mano, dejándolas en completa incertidumbre. Sin saber qué más hacer volvieron a la habitación de Ivelle, donde se encontraron con una Adeena dormida junto a su pequeña cuñada. Lilinet la tomó en brazos y la llevó a su habitación, mientras Shinesi acomodo todo para que ambas pudieran dormir esa noche junto a la niña.

La noche pasó tranquila, con las hermanas despertando alrededor de las 8 de la mañana, despertadas por Adeena, quien se encargó de preparar el desayuno para todas y llevarlo hasta la habitación donde se encontraban, desayunaron juntas, aunque las gemelas aún intranquilas por la aparente nula reacción de sus padres, a pesar de que la menor quería ser optimista y pensar que al fin las comprendieron, no podía hacerlo, ya no más.

Con el desayuno terminado, todas fueron a sus respectivas habitaciones para empezar un día normal, Shinesi tomaba una ducha rápida, mientras Lilinet revisaba si su habitación fue revisada en su ausencia, buscando algo fuera de lugar o faltante, al no encontrarlo, cambio lugar con su hermana ingresando a darse un baño. La calidez del agua quitaba poco a poco el cansancio de su cuerpo, incentivando cada vez más a hundirse un poco más.

No se dio cuenta de cuanto se sumergió dentro del agua, hasta que los gritos fuera de su habitación la alertaron, salió de la bañera recobrando el aire, solo colocándose una bata. Shinesi calmaba a su hermana alterada, mientras podía ver a una mujer con el rostro asustado en la puerta abierta de su habitación.

- ¿Qué pasó Ivelle? ¿Estás bien? .- preguntó con angustia.

- Quiere llevarme lejos, van a enviarme a otro lado.- gritó la niña desesperada.

- Eso no pasará, quédense aquí.- dijo Lilinet con seriedad.

Salió de la habitación, creando una barrera detrás de ella para evitar que sus hermanas la siguieran en esa oportunidad. Shinesi se quedó ansiosa, reconoció ese tono de voz, reconoció esa actitud, su postura, el pequeño brillo casi rojo que salía de sus ojos sin algún objeto creado, temía de lo que podría pasar, pero no quería dejar a su hermana asustada.

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑹𝑶𝑻𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora