CAPÍTULO 37: DESPERTAR

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Era el octavo día que Lilinet se encontraba dormida, el segundo domingo que había pasado junto a su hermana de aquella forma que cada día odiaba más, las visitas de su novio, de su hermana o su cuñada cada vez eran menos efectivas para mejorar sus...

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Era el octavo día que Lilinet se encontraba dormida, el segundo domingo que había pasado junto a su hermana de aquella forma que cada día odiaba más, las visitas de su novio, de su hermana o su cuñada cada vez eran menos efectivas para mejorar sus ánimos, ni siquiera Pritt había logrado que ría en los últimos días. Shinesi ya no salía de su habitación, no soltaba la mano de su hermana por más de tres minutos, y se aseguraba de darle la medicación en su hora exacta.

Aquella noche del 16 de Agosto Shinesi había quedado dormida a un lado de su hermana después de pasar media tarde llorando. La luna empezaba a alumbrar con fuerza la habitación de las gemelas, y con gran cansancio la mayor logró abrir los ojos, tardó un par de minutos en ordenar sus ideas y lograr mover su cuerpo, fue entonces que se esforzó por sentarse en la cama y vio a su hermana dormida a un lado de ella.

Sabía que ahí estaba, a pesar de no poder despertar o moverse en todos esos días, Lilinet estaba consciente, escuchó y sintió cada cosa en la habitación. Se maldijo a sí misma por no lograr despertar hasta apenas hace unos minutos, pues varias veces tuvo el deseo de abrazar a su hermana en esos días, sobre todo cuando escuchaba su llanto y sentía sus lágrimas en su mano.

Hizo lo que no pudo hacer en todos esos días, abrazar a su hermana fuertemente, la menor despertó por el movimiento y cuando reconoció el tacto de su hermana, devolvió el abrazo volviendo a llorar. Las gemelas estaban juntas de nuevo, como deseaban siempre poder estarlo, la mayor no pudo evitar llenar el rostro de su hermana de besos, besos que pronto empezaron a sacar risas en la menor.

- Shinesi, mi vida, estoy bien, lo ves, estoy contigo como siempre.- dijo acariciando el rostro de su hermana.

- Tardaste demasiado Lil, tenía mucho miedo.- Respondió la menor sin poder parar las lágrimas.

- Lo sé, y lo siento mucho Shin, te prometo que no haré cosas sin pensarlo muy muy muy bien en un futuro.- prometió con gran dulzura la peli rosa.

- Más te vale, tonta, no soportare esto de nuevo.- dijo volviendo a abrazar a su hermana.

- No tendrás que hacerlo, lo prometo.- dijo apretando más a su hermana menor.

Los abrazos siguieron por un par de minutos, luego Lilinet se paró y empezó a estirarse con la justificación de que siempre odio estar quieta, tronó cada hueso que le fue posible haciendo reír a su hermana por esa costumbre que la peli rosa había adquirido desde muy pequeña. Observó a su hermana detenidamente, llamando la atención de esta, se acercó a ella y sonrió con orgullo.

- Estoy más alta.-  dijo con aquella sonrisa vanidosa.

La gemela menor se indignó por el comentario, no lo creía en absoluto, ella no había crecido nada en el último mes, porque su hermana lo habría hecho, decidió tomar la madura solución de tirarle a su hermana una almohada en la cara, para borrar su sonrisa. Rápidamente una pelea de almohadas empezó en la habitación, con las gemelas riendo fuertemente como si no hubiera estado llorando hace solo siete minutos.

Una vez finalizada la pelea, Lilinet decidió deshacer las trenzas en su  cabello y darse un baño, con su hermana pidiendo que no demore tanto y dándose la autoridad de elegir la ropa que usaría después del baño, empezó. Tardó aproximadamente una hora en la bañera, con la excusa de que el agua caliente era lo que realmente le devolvió la vida, y bromas de su hermana sobre si no era porque extrañaba la temperatura del infierno, Lilinet se alistó para salir a saludar .

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