CAPÍTULO 32: VIAJES NO DESEADOS

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Lilinet había pasado los últimos cuatro días entre viajes y pequeñas paradas para confirmar que los campamentos de las fronteras tuvieran lo necesario en caso de un ataque sorpresa por parte de la pelirroja, preguntando por si  habían conseguido a...

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Lilinet había pasado los últimos cuatro días entre viajes y pequeñas paradas para confirmar que los campamentos de las fronteras tuvieran lo necesario en caso de un ataque sorpresa por parte de la pelirroja, preguntando por si habían conseguido alguna noticia del otro lado la muralla. No había vuelto a pelear en esos días y lo agradecía, conversaba con cualquier soldado que veía con algo de tiempo libre para evitar fundirse en sus pensamientos. Sus días se basan en comer arroz, pan y agua; entrenar por horas juntos al resto de soldados y escuchar las instrucciones del día por parte de su padre.

Solo habían sido cuatro días pero el silencio de la muralla no dejaba de alterarla, no había dejado de ver el humo en el cielo que provenía del otro lado, temiendo que fuera más que solo una táctica para asustarlos. Rogaba al universo que su hermana y novia llegarán en cualquier momento con el antídoto y una forma de introducirlo al otro lado. Sin embargo eso parecía no querer suceder, se sentía ansiosa de que no estuviera pasando nada, tanta aparente calma la tenía en demasía intranquila.

Habló con su padre, sobre cuál sería el plan para recuperar las tierras ya invadidas, pero el rey aún no encontraba una respuesta a esa pregunta. Ya había mandado a soldados a intentar escalar la gran muralla, pero a medida que era escalada esta parecía crecer cada vez más, ahora solo les quedaba intentar escarbar y tratar de tirar abajo la muralla.

Los días pasaban sin noticias, sin cambios, la princesa sentía que el día se repetía una y otra vez sin que el tiempo avance, para cuando se dio cuenta ya habían pasado tres semanas, tras tanto tiempo sin una respuesta o un avance el Rey decidió volver a su palacio junto a su hija, después de todo el invierno era cada vez más intenso y debía organizar suministros adecuados para cada batallón.

Lilinet fue avisada por uno de los soldados, y a pesar de que extrañaba a su novia y hermanas tenía miedo de su reacción cuando lo volvieran a ver. Su piel era cada vez más pálida y sus clavículas y muñecas estaban ya bastante marcadas. Su padre no había notado ningún cambio en ella, en esas semanas, nunca noto lo poco que había comido, las veces que vomito por el olor de alguna comida, las veces que intentó forzarse a comer, o los mareas que tenia cuando entrenaba, o eso prefería pensar, la idea de que lo notara y no haya hecho o dicho nada la perturbaría más.

Intentó ir a donde se encontraba su padre, trataría de convencerlo de quedarse, al menos hasta que lograra mejorar para que no la vieran así. Camino con la cabeza en alto, dándose fuerzas a ella misma y saludando a cada soldado que cruzaba su camino. Al llegar y ver a su padre solo decidió hablar.

- Su majestad, ¿tiene un momento para hablar?.- pidió seria la pelirosa

- Claro hijo, dime.- respondió sin prestar mucha atención

- Me dijeron que saldríamos mañana hacia el palacio.- se detuvo para recobrar fuerzas

- Así es, tu madre no quiere que estemos aquí en invierno, además tengo que resolver otros problemas políticos en la capital..- Explicó de forma rápida el rey.

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑹𝑶𝑻𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora