CAPÍTULO 49: NADIE MIRA

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La noche estaba en su cumbre, el palacio estaba sumido en máximo silencio, todas las personas en el lugar dormían, solo los guardias de turno se encontraban despiertos, caminando de un lado a otro vigilando que todo se encontrara en orden

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La noche estaba en su cumbre, el palacio estaba sumido en máximo silencio, todas las personas en el lugar dormían, solo los guardias de turno se encontraban despiertos, caminando de un lado a otro vigilando que todo se encontrara en orden. Eran las 3 de la mañana, cuando tres sombras empezaron a caminar cerca del palacio, caminaban de manera sigilosa, y se escondían por completo entre la hierba. Raynett se encontraba entusiasmada, estaba casi segura de que ya no había persona libre alguna en la zona que tenía dominada, por lo que necesitaba hacer algo para no perder su cordura por completo.

Fue cuando tuvo la grandiosa idea de ir a por una princesa, estuvo todo el día merodeando el lugar, por lo que noto que la peli rosa no se encontraba en el castillo, así que eso reducía sus opciones a dos personas, no pudo tomar una decisión por ella misma, por lo que jugó deshojando una flor para tomar una decisión. Su madre decía que los niños hacían todo más divertido, así que esperaba que la pequeña princesa no fuera una amargada como las mayores, y le diera un poco de diversión a su día a día, en lo que pensaba en que más hacer.

Se había quedado sin ideas, tampoco tenía muchas ganas de hacer algo más, después de algunos meses, se aburrió de solo ver a sus soldados torturar gente, y ella no podía hacerlo como le gustaba pues no era tan fuerte. Su casi nula magia tampoco ayudaba, ni siquiera había logrado descubrir cual era realmente, y nunca logró mostrar ese brillo de ojos que veía en la princesa cuando esta hacía magia.

La joven solo lograba realizar los hechizos y pócimas que encontraba en los libros de brujería, pero no le ayudaban en mucho cuando peleaba cara a cara con una princesa que tenía magia por instinto. Pensaría en eso después, por ahora se centraría en capturar a la pequeña princesa, princesa que, ahora que lo pensaba, podría servirle de mucho, hasta donde se sabía, la princesa menor tenía el poder de hacer flores, mínimo poder comparación de su hermana mayor, pero podría sacarle ventaja.

Camino junto a los dos soldados que iban con ella, en silencio y escondiéndose, llegó hasta la puerta de la habitación de la niña e ingresó en silencio, para su suerte todo estaba siendo demasiado fácil, y no le sorprendió, los reyes nunca habían cuidado a las princesas. Se acercó con cuidado a la niña, con sus soldados a dos pasos detrás de ella, lista para atacar a cualquiera que ingrese. Vertió aquella posición de sueño en la boca de la niña, para asegurarse de que no despertara en el transcurso, sin embargo el amargo sabor de la pócima la hizo despertar. Ivelle abrió los ojos asustada, al notar que era tomada en brazos por una mujer que no conocía, que esta le diera una gran sonrisa, no hizo más que intranquilizarla más. La niña intentó moverse, pero su cuerpo se sentía cada vez más pesado, entendió que dentro de poco no podría moverse más, pero lo que si podía hacer era asegurarse de, al menos, dejar un rastro.

A pesar de que la niña yacía quieta y con los ojos cerrados en sus brazos, supo que algo estaba mal, vio el cuarto inundarse de buganvilias, las plantas trepaban por todas las paredes, y flores magentas, moradas y amarillas nacían rápidamente en cada centímetro de la planta creciente. Raynett se apresuró a salir del lugar, tendría que ser lo más rápida posible, las plantas seguían creciendo, parecían seguirla sin que nada le estorbara, ese acto llamó la atención de los guardias, quienes alertaron a todo el castillo de lo que había pasado.

𝑪𝑼𝑬𝑵𝑻𝑶 𝑹𝑶𝑻𝑶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora