Capítulo 11: Las Arenas Del Desierto

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"No busques la perfección en el exterior; encuentrala dentro de ti."

 Los cielos de Floor se veían extrañamente tranquilos, como si el mundo contuviera la respiración antes de lo inevitable

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Los cielos de Floor se veían extrañamente tranquilos, como si el mundo contuviera la respiración antes de lo inevitable. Pedro, Paco y Chucky habían emprendido una nueva expedición y caminaban por senderos que serpenteaban a través de árboles susurrantes, cuyas hojas brillaban con un débil resplandor mágico.

Atrás quedaba la Casa de la Cascada, su refugio y hogar seguro, ahora protegido por Paula, y Gangi. Sabían que lo que les aguardaba al otro lado del frondoso bosque no era solo una nueva aventura, sino un desafío que pondría a prueba todo lo que habían aprendido.

Llegaron a un ardiente desierto que se erguía ante ellos como un infierno en la realidad, una cortina de fuego y arena que fluctuaba con colores imposibles. Su fulgor emitía un sonido tenue, un canto lejano que vibraba en sus corazones y mentes, una llamada a lo desconocido.

-Siento que esto es más que un simple viaje hacia una nueva aventura- susurró Pedro, con los ojos fijos en el resplandor sobrenatural. -¿Estamos preparados?-

Chucky, siempre firme, batió suavemente sus alas, dejando caer una lluvia de diminutas escarchas sobre el suelo. Su pelaje y plumas azuladas destellaban contrastando con la energía del vasto desierto.

-No podemos ignorar este llamado -dijo Chucky con gravedad-. solo allí hallaremos lo que buscamos.

Paco, siempre enigmático, dejó que sus ojos verdes se perdieran en la lejanía del desierto como si lo hipnotizara. Sentía una conexión con aquella energía, una fuerza que lo atraía como si estuviera destinado a cruzarlo desde el principio de los tiempos. Sin decir una palabra, avanzó, sintiendo cómo el desierto respondía a su presencia, brillando con mayor intensidad.

-El cambio es inevitable, pero juntos lo enfrentaremos- dijo Paco con su habitual serenidad, y su voz resonó como un eco de sabiduría antigua.

Pedro, con un suspiro profundo, se adelantó. Al pisar la arena, una explosión de luz lo envolvió, y sintió un viento cálido sobre su rostro.

Cuando la luz cesó, se encontraron en un llano que desafiaba toda lógica, era un lugar donde el cielo y la arena parecían fluidos, fusionándose en una sinfonía de colores que cambiaban constantemente, danzando entre tonos de morado, dorado y naranja. Flotando sobre un paisaje de cristalinas dinas y vastas tormentas de arena, todo parecía estar vivo, moviéndose en ciclos misteriosos, como si el desierto en sí respirara.

Las criaturas que habitaban allí eran tan etéreas como el aire que los rodeaba. Espíritus de luz, hechos de pura energía, observaban al grupo desde las alturas, con ojos luminosos que parecían contener las estrellas mismas. Sus formas se desvanecían y se reformaban a cada momento, como fragmentos de un espejismo.

-Es... como si este lugar fuera un sueño dentro de un sueño- dijo Pedro con la voz ahogada y su mirada perdida en las criaturas flotantes y los paisajes imposibles. -Nada aquí parece fijo.

Paco el Gato 🐈‍⬛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora