Capítulo 18

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Capítulo 18

Sus ojos

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Martes 03 de mayo de 2016.

Nunca en mi vida imaginé verme embarazada a tan temprana edad. 

—He hecho un trabajo estupendo, felicitame, señora embarazada. 

Observé a Mena a través del espejo, tenía las manos apoyadas en su cadera, lucía como una segura modista después de terminar uno de sus mejores trabajos, en su mirada se notaba el orgullo pleno, y tenía esa mirada que asegura que ella sabe lo que hace. ¡Ah! Y ese abrigo de piel sintética en dos colores que encontró abandonado en el salón, solo aportaba mayor realismo a su personaje. 

Sonreí divertida —Gracias, madre. 

Recibí un golpe de su parte en mi hombro que me hizo ampliar mi sonrisa, froté mi hombro fingiendo dolor. 

—¡Qué mala eres! —Entrecerró sus ojos y me devolvió la sonrisa a través del espejo. Giré hasta encontrarme con sus divertidos ojos marrones de pestañas rizadas naturalmente. Hace unos días pasamos a una tienda y Mena quedó enamorada de unas pepitas que son como unas piedritas que se colocan en la cara. Bien, lo admito, no solo Mena quedó enamorada de ellas, yo también, así que ambas compramos algunas y las usamos a juego en el instituto, algunas veces. Hoy ella lleva unas pepitas verdes y yo unas en color rosa, como mi abrigo.  

Actualmente, estamos en el tercer piso, en nuestra mini zona de vestuarios improvisados, junto a algunos de los escritorios abandonados al final del salón. Nuestro profesor de teatro, Diego, dijo que en las primeras semanas de ensayo no debíamos preocuparnos por los vestuarios ni por los artículos que se utilizarán como parte de la escenografía de la obra. Todo eso lo tendremos unas semanas antes de la presentación formal de la obra frente a todo el instituto. Y ante la falta de artículos, esa es justamente la razón por la que llevo bajo mi propio abrigo, el abrigo negro de Mena, el abrigo amarillo de Connor, el abrigo naranja de Deborah y el abrigo celeste de Guadalupe, asimilando una panza de embarazada. El objetivo es lucir como una hermosa embarazada de ocho meses, por eso la cantidad de abrigos bajo mi propio abrigo. Es bueno que hoy esté haciendo frío porque sino a estás alturas yo estaría en estado líquido, aunque si soy sincera, llevar la blusa del uniforme, más el saco del instituto, y además, mi abrigo y los abrigos de mis amigos conmigo, me tiene un poco asfixiada. 

Me apena tener que quitarles sus abrigos, pero al menos llevan el saco verde del instituto para resguardarse un poco del frío, bueno excepto Mena que lleva ese abrigo de piel sintética que encontró entre los artículos de ensayo del profesor y que la protege del frío que ahora mismo yo no logro percibir. 

—¡Eres la mejor! —Le guiñé un ojo sonriendo. El profesor nos dió quince minutos para preparar un vestuario básico con los elementos que encontráramos aquí, pero si no encontrábamos algo no había problema alguno. Así de aligerado es el profesor Diego. 

—¡Regresamos al centro, por favor! —Intercambié miradas con Mena y ambas avanzamos hasta el centro del salón a reunirnos con los demás estudiantes, tanto de nuestro salón como con los de cuarto año. Con una de mis manos abaniqué un poco mi rostro, intentando refrescarme. 

Conforme nos aproximábamos sentí las miradas en nosotras, me enfoqué en cada uno de los pares de ojos de miradas curiosas con su atención puesta no sobre nosotras, como pensé, sino sobre la gran barriga falsa que ahora cargo. 

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