Capítulo 25 Parte 1

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Capítulo 25 Parte 1
Un beso navideño
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Sábado 24 de diciembre 2016.

10:39 am. 

Es hoy. El festival navideño de la ciudad. 

Una celebración tradicional que siempre se realiza aquí en Paralat, bandas musicales recorren la ciudad, grupos de baile se lucen con sus mejores coreografías animando a las multitudes, y diferentes colegios se organizan para mostrar grandes espectáculos tanto a las personas de la ciudad como a los que asisten de diferentes partes del país. Nuestra ciudad Paralat siempre ha resaltado por sus grandes esfuerzos en celebraciones, y ésta víspera navideña no es la excepción. Todos lo que vienen se dejan contagiar del espíritu navideño. Paralat es una de las ciudades más hermosas, aquí hay lindas personas que no dudarán en hacerte sentir bienvenido o bienvenida.

 La época navideña es una de las mejores del año, incluso podría decir que es de mis favoritas. Me encanta pasar tiempo con mis padres, mi hermano mayor Káiser (aunque ahora no esté aquí), con mi fabulosa mejor amiga y hermana, Mena, y por supuesto, con mi no tan pequeño Kokoro, y ahora, éste año me entusiasma aún más esta época porque por primera vez, nuestro grupo de danza fue seleccionado para participar en el festival navideño.

Podré llenar de orgullo a mi familia. 

Una multitud de personas se arremolina a nuestro alrededor mientras danzamos en la carroza. El Cascanueces es una obra de arte, las personas nos apuntas con sus teléfonos, guardando recuerdos del festival. Nuestra carroza es blanca, con diferentes luces iluminando todo el escenario creado sobre ella, se mueve lentamente mientras todos los bailarines danzamos contando la historia del valiente Cascuaneces. El recorrido ha sido largo, pero finalmente estamos a unos cuantos metros de terminar el camino trazado para el festival navideño. 

Hice mi mejor esfuerzo para ejecutar los pasos con la mayor gracia posible. Entre el público hay varios filmando videos, e incluso hay cámaras y equipos de televisoras nacionales ya que se lleva a cabo una transmisión en directo por televisión. Y además, hay varios reclutadores camuflados entre la multitud buscando nuevos candidatos para sus academias internacionales de baile. 

Entre todos esos pares de ojos, finalmente logré divisar a mi familia y a mis amigos. Imposible no verlos, llevaban abrigos gigantes resguardándose del frío navideño. Y ahí estaba Mena con un enorme guante rojo en una de sus manos, y en su otra mano tenía una cámara como si ella también trabajara para una televisora. 

—¡MÍRAME GUAPA! —su voz era tan potente que lograba hacerse escuchar entre tantas canciones navideñas y el ruido que hacía la multitud.

… 

Media hora después, bajamos de la carroza y nos reunimos con nuestros familiares. Corrí a los brazos de mis padres quiénes tenían abrigos blancos a juego y dulces sonrisas en sus rostros. Papá me pasó un abrigo azul y por fin pude resguardarme del frío. 

—¡Estamos muy orgullosos de ti cariño! —mamá me envolvía en sus brazos mientras papá tomaba algunas fotografías.

—Padrino, no te ofendas, pero hazte a un lado y déjame abrazar a mi mejor amiga —una vez que papá se movió un solo centímetro Mena saltó a mis brazos—. ¡Fuiste la mejor! Y te veías tan linda. 

Me separé de ella al escuchar como su voz se rompió mientras hablaba, algunas lágrimas bajaban por sus mejillas —Hermosa, no llores—, sequé sus lágrimas con mis pulgares y ella saltó en su lugar. 

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