CAPÍTULO 13

41 5 0
                                    

—¿Qué quieres hacer?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué quieres hacer?

—Tenía pensado llevarte al Puente de Banpo esta noche, es un lugar hermoso, te encantará.

—Mientras que sea contigo. Oye, ¿no tienes más familia para ver?

—Pues sí, están mis abuelos, mis tíos...

—Iremos allá—ordenó sin dejarme terminar.

Llamé a mi madre y le pregunté si estaba libre para hacer un almuerzo con la familia, a lo que confesó que ya lo tenía planeado realizarlo, ya que se encargó de que toda la familia se enterara de mi reciente regreso a Seúl. Así que nos alistamos y fuimos directamente a la casa de mis abuelos.

Realmente nunca fuí muy fanática de las reuniones familiares, ya que siempre fueron muy intensos y chismosos. Apenas llegamos, pasé a segundo plano. Todos estaban embobados por Lisa.

Como si yo no lo estuviese.

No pararon de preguntarnos durante todo el día sobre nuestros trabajos, si me quedaría permanentemente en esta ciudad, sobre de nuestro restaurante, nuestras vidas privadas, amigos, y si planeábamos casarnos.

No te ilusiones, Jennie; no te ilusiones.

—¿Hace cuánto están en una relación?—preguntó mi tía la chismosa del grupo.

—En realidad...—comencé a jugar con mis manos nerviosamente. Sabía que esa pregunta no tenía respuesta.

—Si, Jennie, dinos desde hace cuánto están—interrumpió mi hermana mayor, la metida—. Si es que están, ¿no?

Ella estaba sentada justo al lado de Lisa, la cual, no paraba de hacerle preguntas sobre su vida privada y sobre ¿su físico?, aprovechando mientras yo respondía algunas preguntas de mis familiares, recostaba su brazo en el asiento de la rubia para acariciar sus cabellos.

—¿Crees que la mejor opción es mentir?—susurró Lisa en mi oreja, incómoda por el tacto de Soojin.

—No lo sé...—volteé a verla justo delante de mi rostro, la miré directo a los ojos, mientras los suyos se fijaban en mis labios—¿Quién tiene hambre?—pregunté a la multitud.

Me gustaba simular un romance junto a ella, porque sabía que era imposible. Ella sigue estando extrañamente atada con Sana y yo no podía hacer nada al respecto, más que imaginar que se nos podría dar una oportunidad en algún momento de nuestras vidas.

Pasadas las 19hs, volvimos al hotel para vestirnos y salir al lugar que anteriormente le mencioné.

Estoy en el cielo y en el infierno a la misma vez.

—¿Qué haces mirándome tanto? Llevas ahí una hora sentada —la miré desde el espejo donde me maquillaba—. ¿Tan rápido tardas en vestirte?

—Una hora—se acercó a mí—, tardas mucho en alistarte.

Tu Misterioso Amor - JENLISA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora