Capítulo 68

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“¿Cuánto falta? ¿Ya llegamos?” Yan Cai llevaba las manos detrás de la espalda, mientras unas finas ramitas verdes se asomaban de sus mangas, listas y ansiosas, como si en cualquier momento fueran a atacar.

Delante de Yan Cai caminaban dos sirvientes. A juzgar por su postura y respiración, estaba claro que eran entrenados, no simples criados. Estos dos habían aparecido de repente, trayendo una prenda de Jiang Manyue manchada de sangre, diciendo que Manyue estaba herido.

La ropa sí era de Jiang Manyue, pero la sangre no. Yan Cai tomó la prenda y la examinó un momento, soltando una risa fría en su interior. ¿Se atrevían a usar a su pareja para tenderle una trampa?

Sin embargo, no los desenmascaró de inmediato. Quería ver quién estaba detrás de todo. Así que fingió estar muy preocupado, dejó a su hijo con Jiang Manxing, y siguió a los dos hombres.

“Ya casi, ya casi. Es justo adelante, estamos a punto de llegar,” dijo uno de los sirvientes mientras se secaba el sudor de la frente. Por alguna razón, sentía como si una serpiente fría y venenosa lo estuviera observando. Un escalofrío le recorrió la espalda.

El camino se volvía cada vez más apartado. Al principio estaban en el centro de la ciudad, pero poco a poco se dirigieron a las afueras.

“Vaya, ¿dónde estamos? El camino es realmente difícil…” dijo Yan Cai con una falsa sorpresa, mientras observaba lentamente el entorno. Si seguían caminando hacia el este, ¿no llegarían al campo de caza real donde Manyue había ido hoy?

Yan Cai entrecerró los ojos y miró los pies de los sirvientes. Aunque llevaban ropas de criados, las botas que usaban claramente no eran algo que un sirviente común pudiera permitirse.

Yan Cai se detuvo.

Al ver que no lo seguía, los dos hombres se giraron y, de repente, aplastaron unas bolitas que llevaban en las manos, liberando una densa nube de humo. Los ojos de Yan Cai se nublaron por un instante.

Los dos hombres, al ver que todo parecía ir según lo planeado, se relajaron un poco. Parecía que el incienso para confundir la mente funcionaba, era capaz de nublar el juicio de las personas.

“Rápido, síguenos. Ya casi llegamos. Jiang Manyue ha perdido mucha sangre, está gravemente herido,” dijeron.

“Oh,” respondió Yan Cai de manera robótica, y siguió caminando. Llegaron hasta la entrada de una cueva, donde los dos hombres se detuvieron de golpe.

“Está adentro. En cuanto entres, lo verás.”

“¿En cuanto entre, lo veré?” Yan Cai levantó la cabeza y sonrió con inocencia. Su rostro parecía puro y bondadoso, tan inofensivo como un conejito capturado.

De inmediato, la presión por mantener su mentira aumentó para los dos hombres. Les temblaban las piernas, y el sudor les corría por la frente. Trataron de tragar saliva y, de manera forzada, asintieron. Qué extraño, pensaron, ¿por qué seguían sintiendo presión si el otro ya había inhalado el incienso?

El efecto del incienso no era sencillo. Si no fuera porque ellos habían tomado un antídoto de antemano, también estarían completamente aturdidos a estas alturas.

“Sí, está dentro. Ve a verlo.”

“Está bien, entonces entraré…” Yan Cai se inclinó hacia la oscura cueva, y de repente las ramitas verdes en sus mangas se dispararon y dejaron inconscientes a los dos hombres.

“Tch.” Yan Cai sacudió las manos. ¿Intentaban engañarlo? ¿Un simple incienso para confundir la mente? ¿Pensaban que eso podría afectarlo? Ahora iba a entrar para ver qué clase de trampa habían preparado.

Tener un bebé antes de casarse con un esposo malvadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora