Capítulo 114

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Pasaron unos días antes de obtener noticias más detalladas sobre lo ocurrido aquel día. 

Resulta que, en ese momento, el rey de BeiRong estuvo pensando durante mucho tiempo, pero no pudo disipar sus sospechas. Además, tenía a Qi Lan a su lado para persuadirlo. 

"Xieli goza de gran respeto en el reino. Si hago un movimiento contra él, seguro provocará la desaprobación de los ministros…" 

Qi Lan respondió: "Majestad, usted es el soberano de esta nación. ¿Acaso los funcionarios no distinguen entre lo importante y lo trivial? Usted es el rey, y él es su súbdito. Cualquier orden que reciba, debería cumplirla sin quejarse. Si el general Xieli llegara a faltarle el respeto en público, entonces su majestad tendría aún más razones para castigarlo…" 

"¡Silencio! ¿Qué tonterías estás diciendo? Xieli es un gran general de BeiRong. No permito que lo trates con insolencia" interrumpió el rey bruscamente, haciendo que Qi Lan guardara silencio al instante. 

"Solo deseo reconocer sus méritos y permitirle descansar para que no se esfuerce más." 

"Su majestad tiene razón. Ya que el general Xieli no se encuentra bien de salud y necesita recuperarse, sería prudente seleccionar pronto a alguien para reemplazarlo. Sugiero como candidato a uno de mis parientes cercanos…" Qi Lan aprovechó la oportunidad para recomendar a su primo. 

Para Qi Lan, con la victoria casi asegurada, reemplazar a Xieli por cualquier otra persona no cambiaría el resultado de la batalla. Además, quería que alguien cercano a él pudiera obtener parte del mérito. Xieli era el único que seguía mostrando indecisión, negándose a actuar por miedo a las consecuencias. 

El ejército de Chen llevaba tiempo alardeando a las afueras de la ciudad, pero Xieli se negaba a salir a enfrentarlos. En su lugar, utilizaba las fortalezas estratégicas para mantener la puerta de la ciudad cerrada, sin importar cuán provocador fuera el enemigo. Se mantenía firme como una montaña. 

La estrategia de Xieli era esperar a que el ejército de Chen se quedara sin provisiones, consciente de que, aunque tenía cierta ventaja, la batalla no sería fácil. Sin embargo, el rey de Bei Rong había perdido la paciencia. 

Más joven e impulsivo que Xieli, el rey quería ver resultados rápidos en lugar de recurrir a tácticas de desgaste. Le parecía indigno ganar de esa manera. Quería una victoria clara y contundente. A pesar de sus repetidas órdenes, Xieli seguía haciendo caso omiso, como si el rey no existiera. 

Pero Xieli gozaba de demasiado poder e influencia, y como nunca había cometido un error, el rey no podía destituirlo sin justificación. Ahora, sin embargo, tenía una excusa: la lealtad de Xieli estaba en duda, ya que había ocultado un tesoro. Esto le dio al rey la oportunidad perfecta para tomar medidas. 

Inmediatamente emitió un edicto ordenando a Xieli entregar el sello de mando y transferir sus funciones a Qi Zhen, el primo de Qi Lan. Xieli debía regresar a la corte sin demora. 

Al recibir la orden, el rostro de Xieli se oscureció. El emisario encargado de transmitir el edicto era un viejo conocido suyo, aunque más precisamente, un viejo enemigo. Tras intercambiar algunas palabras de cortesía, Xieli lo ignoró fríamente. Esto no sorprendía, ya que el emisario había sido elegido por sugerencia de Qi Lan precisamente para provocarlo. 

"General, ¿a qué espera para entregar el sello?" 

"No estoy de acuerdo" respondió Xieli con frialdad, empujando el edicto de vuelta al emisario.

Nunca había estado tan furioso. Era como si ver el rostro del emisario hubiera amplificado su enojo, haciéndolo perder el control. 

El emisario también se enfureció, sintiendo que su dignidad había sido pisoteada. 
"¿Cómo te atreves a desobedecer una orden real? ¿Dónde queda la autoridad del rey? Te advierto, más te vale comportarte. ¿No sabes que el rey ya no confía en ti? No esperes un buen destino cuando regreses a la corte. Será mejor que aprendas tu lugar. ¿Acaso no entiendes? ¡Tú no eres más que esto!" 

Tener un bebé antes de casarse con un esposo malvadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora