Capítulo 120

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Tras el fin de la guerra, Yan Cai y Jiang Manyue regresaron a la capital, llevando con ellos a Xieli y Qi Zhen.

En cuanto a Chen Nan, se quedó temporalmente como general, encargado de gestionar los asuntos militares hasta que la corte enviara una nueva orden.

Aunque Jiang Manyue solía intentar recordar lo ocurrido aquel día, Yan Cai no creía que fuera necesario.

"Con que estés bien, es suficiente", dijo Yan Cai, sin interés en indagar en los detalles.

Para él, no importaba lo que hubiera pasado, siempre que todo estuviera en orden.

A pesar de que la repentina recuperación de Jiang Manyue desconcertó y despertó la curiosidad de los médicos militares, siguió siendo un misterio sin resolver.

Yan Cai pensaba que no era importante encontrar la causa, pues tal vez todos llevamos en lo más profundo de nuestra memoria uno o dos recuerdos importantes que hemos olvidado.

Si se han olvidado, no hay necesidad de forzarse a recordarlos, igual que él mismo no podía traer a la mente algunas cosas de su pasado en el laboratorio.

El regreso a la capital fue mucho más lento que la partida. No tenían prisa, y Jiang Manyue quería que el viaje fuera tranquilo, haciendo que la caravana se detuviera de vez en cuando para descansar.

En su familia, uno era muy pequeño y otro estaba enfermo, por lo que no podían soportar largos recorridos sin pausas.

"Debes estar cansado. Come algo." Dijo Jiang Manyue, ofreciéndole una cantimplora y algunos bocadillos. Eran pastelitos pequeños, rellenos de carne, muy sabrosos y saciantes, los favoritos del pequeño ZaiZai.

Yan Cai tomó el agua y bebió sin parar. Con tono despreocupado, comentó:

"Estoy bien. No es la primera vez que hago esto. En cambio tú, deberías cuidarte más, el médico dijo que después de una enfermedad grave necesitas recuperarte bien."

"¿Y dónde ves que esté enfermo? Ya estoy totalmente recuperado."

Yan Cai frunció el ceño y negó con la cabeza.

"No me fío. En cuanto el pequeño en mi vientre crezca más, será como ZaiZai y lo podremos mover a otro sitio. Entonces te revisaré bien."

"Eres un exagerado", se quejó Jiang Manyue. "¿No te preocupa cansarte?. Cada vez que te subes al carruaje, te mareas. No cuidas nada de ti mismo."

"Lo hago por ti", replicó Yan Cai. "Y, además, ¿no te has dado cuenta? Estos días ya no me mareo tanto. Eres tú quien ignora los hechos."

Aunque Yan Cai intentaba justificarse, su problema con los mareos era evidente. El traqueteo del carruaje por los caminos irregulares, no hacía más que agravar su malestar.

Ahora, con el segundo bebé, su cuerpo soportaba más carga, y el vaivén del viaje lo agotaba aún más. Curiosamente, cuando esperaban a ZaiZai, no fue tan complicado.

"Ojalá podamos transplantar pronto al pequeño al jarrón", suspiró. "Si pudimos hacerlo con el mayor, seguro que con este también."

ZaiZai, al escuchar la discusión entre sus padres, los miró con sus ojos brillantes. Con media galleta aún en la boca y migajas en las comisuras, llamó su atención. Jiang Manyue lo tomó y lo sentó sobre sus piernas, limpiándole con cuidado la boca.

"Cuando volvamos a la capital, regresaremos a Qingqu", dijo Jiang Manyue de pronto.

Yan Cai quedó momentáneamente atónito, pero después sonrió y asintió rápidamente.
Al darse cuenta de lo entusiasta que había sido, intentó contenerse. Apenas habían discutido y ya se mostraba dispuesto a reconciliarse tan fácilmente.

No podía permitirlo.

Con un gesto de obstinación, giró la cabeza y tarareó dos veces.

"Bueno, si prefieres quedarte en la capital, tampoco es mala idea. Tenemos tierras, propiedades y negocios allí. Ser un simple terrateniente sería bastante cómodo."

"Eso ni pensarlo", protestó Yan Cai al instante. "Ser terrateniente en la capital no tiene nada de bueno, siempre rodeado de altos funcionarios. No, gracias."
"Es mucho mejor ser terrateniente en un lugar apartado", dijo con seriedad.

"De acuerdo, haremos lo que digas. Volveremos a Qingqu para ser pequeños terratenientes", respondió Jiang Manyue, esbozando una sonrisa burlona.

Yan Cai se dio cuenta de que había caído en su trampa. Había prometido no ceder tan fácilmente, pero lo hizo de nuevo.

Claro que nunca admitiría que lo había hecho a propósito.

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El viaje desde el Desierto del Norte hasta la capital les había tomado casi tres meses, prueba del ritmo pausado que llevaban.

Además de las frecuentes paradas para descansar, Yan Cai se había dedicado a recolectar "tesoros" durante el camino.

Desde que descubrió plantas como batatas y tomates, que pensaba que no existían en este mundo, comenzó a prestar atención a todas las especies que encontraban a su paso. Quizás entre ellas se encontraba algún cultivo valioso.

Y así fue. En una ocasión, encontró semillas de maíz en una maceta de una granja y no pudo contener su alegría. Para ese entonces, ya habían logrado transplantar al segundo bebé al jarrón.

Jiang Manyue se encargaba entonces tanto de cuidar a ZaiZai como de atender al "hermano menor" plantado. Todos lo veían cargando al pequeño en un brazo y llevando la planta a la espalda, en una peculiar combinación que llamaba la atención.

Después de que Yan Cai recuperara sus habilidades, naturalmente no dejaría pasar la oportunidad. De inmediato aceleró el crecimiento de algunos maíces frescos.

Luego los asó al fuego, los cubrió con miel y quedaron dorados, con un aspecto delicioso. Al dar un mordisco, estaban dulces y tiernos, ni demasiado duros ni demasiado blandos, justo en su punto.

Además, resultaron ser del tipo que más le gustaba: maíz glutinoso. Las ventajas del maíz eran obvias: es productivo, no exige condiciones de cultivo estrictas y sacia el hambre; además, se puede usar para extraer aceite o destilar alcohol, convirtiéndose en un recurso valioso en su totalidad.

Junto con algunas otras frutas y verduras que nunca había probado en este lugar, aunque ninguna tan importante como el maíz, Yan Cai sentía que su contribución era enorme.

Y, considerando también la batata que había encontrado en su camino y las papas que ya estaban en cultivo, pensó que había aportado grandes recursos para saciar el hambre.

Con estos descubrimientos, Yan Cai se convenció de que podía pedirle al emperador una recompensa en oro y plata para retirarse como un próspero terrateniente. Después de todo, con semejante aporte, sería decepcionante recibir solo halagos vacíos; lo que realmente necesitaba era dinero.

Sin embargo, la primera cosa que hizo al recuperar sus habilidades no fue ocuparse de la comida, sino realizar una revisión exhaustiva del estado de salud de Jiang Manyue. Tras examinarlo completamente, confirmó que estaba recuperado por completo, sin ningún rastro de secuelas.

Y esa era la parte más extraña. Incluso los mejores médicos de esa época no podrían lograr una recuperación perfecta sin dejar secuelas, especialmente considerando que Jiang Manyue había sufrido daños en sus órganos internos.

En un tiempo donde la medicina no era tan avanzada como en la actualidad, curar una hemorragia interna severa era algo fuera de lo común.

Lo que más desconcertaba a Yan Cai era que quien había logrado sanar a Jiang Manyue... parecía haber sido él mismo.

Por más que pensara, no podía imaginar a nadie más capaz de lograr semejante curación sin dejar ningún problema.

Era demasiado extraño.

Tener un bebé antes de casarse con un esposo malvadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora