Capítulo 8.

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Maratón 3/5

Aquel beso había empezado tierno y suave, como si solo quisieran conocerse con la forma más lenta y pura que podía existir. Sus bocas exploraban cada rincón de la otra, las manos de Becky acariciaban quedamente el rostro de su socia y Freen disfrutaba cada sensación de aquello. La pelinegra estaba sumergida en el momento, olvidando quien era y que hacía, solo estaba allí viviendo lo mejor que le había pasado desde hace mucho tiempo. El momento fue interrumpido por el agua del mar que mojó ligeramente sus pies, ambas rieron ante el suceso. Becky se levantó con cuidado seguida de Freen, ambas estaban sonrojadas, no sabían que decir. Freen sentía su corazón martillar en el pecho.

– Es mejor que entremos a la cabaña – trató de no tartamudear la pelinegra haciendo reír a Becky quien asintió sonrojada.

Caminaron en silencio, Becky sujetándose del brazo de Freen sintiendo la arena escurridiza entre sus pies. Entraron a la pequeña cabaña, Freen la acerco hacía el mueble de la sala invitándola a sentar mientras ella iba a la cocina a buscar dos copas y una botella de vino que mantenía cada vez que iba allí.

Regresó a la sala con pasos sigilosos, sentía un deje de nerviosismos el solo verla de espaldas sentada en su sillón, era la primera vez que traía a alguien a su cabaña, era su lugar especial, su secreto y lo compartía con su socia, aquella mujer que no tenía mucho de conocer y que además era su compañera de trabajo.

Suspiró, tomando asiento a su lado avisándole que traía una copa de vino para ella, aceptándola gustosa.

– ¿Qué te gusta Becky ? – preguntó de repente la mayor llamando la atención de la ojimiel

– ¿Depende, hablas de comida? – preguntó divertida la menor haciendo reír a la otra

– Quiero decir, en general – rió – ¿Qué haces para pasar el rato?

Hizo esa pregunta intencionalmente, para ella pasar el rato era como lo hacían la mayoría de las personas, salir a cine, a cenar, de fiesta, y otras cosas. Pero, ¿Qué hacía Becky? Su pequeña condición la limitaba y eso no era un secreto para nadie.

– No hago mucho, por obvias razones – dijo simplemente dando un sorbo a su vino — me gusta la música, es un escape para todo. No necesito verla, solo escucharla y sentirla, me lleva a otra dimensión, olvidando quien soy. Solo es el mágico sonido de la música— terminó en un suspiro

Freen sonreía escuchándola y observándola hablar con interés

– En ese caso, espero te guste mi estilo –

Se levantó buscando un pequeño equipo portátil que tenía guardado hace tiempo. Dio una sonrisa de satisfacción al encontrarlo y verificando si aún estaba su memoria USB allí. Volvió a la sala encendiendo el aparato, lo dejo a un lado del mueble mientras comenzaba a sonar un jazz suave y moderno, perfecto para ambas.

– Espero te guste

Becky sonrió más grande

– Es perfecto – dijo dejando a un lado su copa vacía, buscando a tientas la mano de Freen en dirección a donde escuchaba la voz.

Se acercó ligeramente, rozando su mano en el brazo de la mujer quien empezaba a respirar con dificultad, incapaz de emitir una sola palabra. Los dedos de Becky iban por su cuello delineando con delicadeza, acercando su rostro al de Freen, sus respiraciones chochaban indicando el inicio de un sensual beso bajo el ritmo del Jazz.

Freen dejo su copa aun con un poco de vino en ella, atrayendo con cuidado a la ojimiel, respondiendo aquel beso con sus ansias de necesidad, de sentirse viva, de sentir lo que se había negado a sentir desde hace mucho: deseo.

Los minutos pasaron, con las paredes de aquella cabaña siendo testigos de tan necesitada sesión de besos sin tiempo limitado, sin apuros, solo con dos almas que esa noche sintieron que estaban vivas, capaces de sentir y anhelar.

Las manos de Freen contorneaban sin doble intención la cintura de Becky, acercándola más a ella profundizando el deseo de ambas, Becky acariciando despacio la mandíbula de la pelinegra, el espacio empezaba a calentarse a su alrededor.

Pero el destino fue cruel y el teléfono de Becky anunciaba una llamada.

Se separaron con las respiraciones agitadas, con sus mejillas sonrojadas y un atisbo de vergüenza ante lo sucedido.

Becky se alejó un poco sacando el teléfono de su pantalón contestando la llamada

<Hola papá... Sí, estoy con ella... olvidé avisarle a nana, lo siento... si, ya casi nos vamos... te aviso cuando este en casa... si papá, no te preocupes mañana me cuentas como te está yendo ¿vale? Te quiero>

Colgó la llamada un poco avergonzada, sabía que Freen la miraba y no se equivocaba

– Olvide decirle a nana que no llegaría temprano, estaba preocupada y llamo a mi papa— sintió la necesidad de contar

Freen sonrió con ternura

– Es mi culpa, lo siento – se disculpó sincera – es mejor que te lleve a casa, si yo fuera tu nana estuviera más que preocupada

– Menos mal no lo eres

Rieron ambas ante el comentario

– Becky , lo que paso esta noche – se pauso buscando las palabras, viendo el rostro confundido de Becky

– ¿Te arrepientes?, lo siento yo... – tartamudeo la ojimiel –

La mayor reaccionó rápidamente

– No no no, quiero decir fue perfecto.... Es decir, me gustó – Becky se relajó al escucharla – creo que es la primera vez donde yo no tomo la iniciativa – se le escapo en voz alta más que un pensamiento y quiso golpearse

– Seguro conmigo no es la diferencia – dijo sin expresión

– No, lo siento no quise decir eso, es que...

– Tranquila, estoy bromeando Freem – rió un poco – He escuchado por los pasillos que eres una persona bastante activa en ese ámbito... ahora me siento como una tonta – frunció el ceño al pensarlo

– Lo que paso esta noche ha sido... no tengo palabras... contigo sentí que sigo viva, que sigo aquí.

Tomó las manos de Becky

– No sé a qué nos pueda llevar esto, no sé qué pueda pasar después de esta noche, solo sé que no me arrepiento de haberte besado – Se acercó levantando el rostro cabizbajo y sonrojado de su socia – espero que después de esta noche tu tampoco te arrepientas

La beso de nuevo, solo juntando sus labios sin prisas.

– Sabes a vino – murmuró la menor entre el beso sonriendo.

Eran pasadas la media noche y Freen apenas dejaba a la ojimiel en su casa, acompañándola hasta la puerta donde fue recibida con una Amanda en pijamas y un gran bostezo de su parte. Se despidieron de palabras, Becky entrando de la mano de Amanda para terminar aquella jornada.

Freen fue a su auto para salir de allí, suspirando con una sonrisa y un cosquilleo en el estómago.

– No sé qué es esto, pero Dios si estas escuchándome por favor que no se me salga de las manos – habló mirando al cielo a través del parabrisas y salió de allí para terminar de la misma manera su día.

𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 || 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora