Capítulo 29.

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Becky ya estaba en la habitación de la clínica mientras los nervios la iban consumiendo de a poco, esperaba que le quitaran las vendas. Freen no llegaba y la preocupación también, se supone tuvo que haber llegado en la madrugada y no fue así, cada vez que llamaba iba al buzón y eso no era algo normal en ella.

–  ¿Y si no quiere ver esto? – preguntó la ojimiel a su nana quien también estaba notoriamente preocupada por Freen, ya que no acostumbraba a faltar y menos a algo tan importante para Becky.

– Tal vez el vuelo se atrasó mi niña, debemos esperar – consolaba la mujer, incluso se lo quería creer ella misma.

El doctor Antonio entró junto con otra enfermera a la habitación, saludando cordialmente y vistiendo una bata tan blanca como una nube, dándose cuenta de la ausencia de la señorita Freen, lo cual era extraño ya que era ella quien más interesaba estaba con todo aquello, incluso más que la propia paciente.

– ¿Estamos listos? – preguntó el doctor colocándose un par de guantes siendo seguido por la enfermera.

– No puedo hacer esto sin Freen – habló en voz baja y lastimada, llamado la atención de los tres en la habitación.

La situación estaba un poco tensa, el doctor para ganar tiempo empezó a hablar sobre los posibles resultados de la cirugía, incluyendo ese bajo por ciento donde no podría funcionar, pero eso era lo que menos todos esperaban. Becky escuchaba vagamente al doctor, estaba preocupada por su Freen, era muy extraño que no haya llamado si quiera para avisar que no vendría ¿y si esto no es para ella?, se repetía la ojimiel constantemente. Pidió unos momentos para llamar a Charlotte, ella debía saber algo, al menos que le dijera que estaba bien, pero el timbre sonaba y sonaba sin respuesta en la otra línea. Dejo su teléfono a un lado suspirando, ya lista para lo que venía.

– Becky, entiendo tu preocupación y no quiero ser mal educado. Pero necesitamos hacerlo, tengo una cirugía y estoy un poco atrasado – inquirió el doctor con voz suave para no perturbar más el momento para la mujer,

Amanda se movió de allí dándole espacio a los dos profesionales, el doctor acercó sus manos al vendaje para retirarlo con cuidado siendo recogido al otro lado por la enfermera. Descubrieron sus ojos cerrados, el médico le indico que posiblemente sentiría un pequeño ardor pero era normal, podría abrirlos con cuidado.

El estómago le saltaba a Becky, poco a poco fue subiendo sus parpados sintiendo como un fuego se apagaba dentro de sí y como las lágrimas empezaban a correr sin permiso sobre sus mejillas.

– Becky, ¿ves algo? – preguntó el Doctor.

Entre pequeños sollozos la ojimiel negó, cerrando con fuerza sus parpados. Ella sabía que esto no funcionaria, no tenía esperanzas y ya estaba claro. Escuchó las disculpas del doctor indicando que las vería al rato para examinarla de nuevo. Becky sintió una suave mano acariciar la suya, las manos cálidas que toda su vida la han estado apoyando y que esta vez no la habían dejado sola.

Amanda miraba a su nieta y sentía una tristeza al ver que esto no había funcionado, estaba tan esperanzada, había rezado tanto pero no había servido. Escuchó cuando su nieta contesto el teléfono luego de que sonara una vez, el gesto de Becky cambio, una imagen de terror se postró en su rostro y estaba imaginando lo peor, el teléfono rodó al suelo con Becky sollozando.

– La secuestraron nana, se la llevaron.

Y estas palabras para ambas fue un cuchillo al corazón, Amanda no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

Ese mismo día con ayuda de Charlotte, habían arreglado volver a New York sin perder más tiempo.

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𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐎𝐒𝐂𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 || 𝐅𝐑𝐄𝐄𝐍𝐁𝐄𝐂𝐊𝐘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora