capitulo 30

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Ambas manadas pasaron un día y una noche refugiados de la implacable tormenta. Afuera, el viento seguía rugiendo y las temperaturas continuaban bajando.

 Afuera, el viento seguía rugiendo y las temperaturas continuaban bajando

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  en la manada del sur, el temor no solo venía del clima. Jhope y Jackson estaban especialmente preocupados, ya que muchas de las cabañas de su gente, habían sido destruidas por la tormenta y la avalancha, ya que la manada  del sur se encontraba más cerca de las montañas.

La aldea estaba en un estado lamentable. El miedo y la incertidumbre reinaban entre las familias que habían perdido sus hogares, y la preocupación sobre cómo sobrevivirían el resto del invierno crecía con cada minuto. El refugio improvisado estaba abarrotado de personas que hablaban sin cesar, algunas murmurando en voz baja, otras expresando abiertamente su temor.

—No sé cómo vamos a pasar el invierno así... —dijo una voz entre todos.

—Estamos condenados, no tenemos suficiente para todos —agregó otra, con tono desesperado.

Jhope, de pie frente a ellos, trataba de mantener la calma, aunque por dentro sentía el peso de la responsabilidad aplastándolo. Su mente estaba llena de pensamientos sobre cómo podría ayudar a su gente. Aun así, levantó la voz para tratar de calmar a su manada.

—Por favor, cálmense —dijo, tratando de sonar seguro—. Encontraremos una solución. Hemos pasado por tiempos difíciles antes, y lo superaremos juntos.

Sin embargo, su intento de tranquilizar a la gente no tuvo el efecto deseado. Un murmullo inquieto recorrió el grupo. Algunos comenzaron a hablar de supersticiones.

—Esto es un castigo de la Madre Luna... —murmuraron varios entre ellos.

—Es culpa del líder —gritó de repente un alfa, poniéndose de pie—. Si no puede hacer bien su trabajo, debería retirarse. ¡Nos ha fallado a todos!

El eco de sus palabras resonó en el refugio, y varios alfas asintieron, mostrando su apoyo a la acusación. El ambiente se volvió tenso, y Jhope sintió una punzada de culpa en el pecho. Nunca antes había enfrentado tal crítica de su propia manada. Durante años había liderado con dedicación, cuidando de todos, pero ahora parecía que nada de eso importaba.

Jackson, que observaba la escena desde un rincón, no pudo soportar ver a su esposo así, abrumado por la culpa y la duda. Se levantó con decisión y se adelantó, su mirada llena de furia.

—¡Ustedes son unos ingratos! —gritó Jackson, con una voz firme que silenció a todos de inmediato—. Jhope ha llevado esta manada adelante durante muchos años, jamás han pasado hambre y todos siempre fueron tratados como iguales. ¡Gracias a él, estamos aquí, vivos!

Algunos en la multitud bajaron la cabeza, avergonzados por las palabras de Jackson, pero otros aún se mantenían firmes en su postura.

—Si creen que pueden hacerlo mejor solos, adelante —continuó Jackson, su voz llena de rabia—. Váyanse, pero no piensen en volver cuando se den cuenta de lo equivocados que están.

nuestro peligroso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora