Capítulo 2

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Llevo la cuenta de los días que llevo aquí gracias a las comidas que me traen diariamente.
Los cubiertos son de plástico y no puedo hacer nada con ellos. Lo único que se me ocurrió es guardarme un trocito de servilleta en cada desayuno y esconderlos debajo del colchón para poder llevar la cuenta de los días, porque cuando pasas tanto tiempo encerrada es difícil mantener la cabeza en orden, todos los días me parecen iguales y ni siquiera tengo ventanas para diferenciar el día y la noche.

Cuando vienen a traerme las comidas me ofrecen ir primero al aseo, que está justo al salir del sótano, la puerta de al lado. Aprovecho para lavarme las manos y la cara y hasta me dejan un cepillo de cabello y un cepillo de dientes y también pasta de dientes para que tenga un mínimo de higiene.
Me escoltan siempre y apenas puedo ver de camino un oscuro pasillo. También cada dos o tres días me permiten ir a darme una ducha en los mismos aseos.

Han pasado 15 días ya, finalmente tuve que comer y beber sobre el tercer o cuarto día porque no aguantaba más el dolor de estómago y sobre todo la boca reseca como un cartón y la garganta que me molestaba, me ardía y me raspaba, ni siquiera me salía saliva para tragar.
Por suerte no he notado nada raro en la comida ni en el agua.

No sé qué quieren de mí todavía, pero sé que me necesitan viva... Al menos por el momento.

Un par de veces al día me llevan a una sala, ahí conocí a un hombre que me estuvo explicando cosas sobre magia. Estas personas deben ser de alguna secta o algo... Me enseñan cosas sin sentido, sigo sin comprender nada, pero me he resignado, necesito sobrevivir, haré lo que quieren si con eso consigo salir de aquí o al menos tener una oportunidad, es que aunque quisiera rendirme tampoco me dejarían, me tienen tan vigilada que sería imposible terminar con mi vida.

Por la tarde se vuelve a abrir la puerta. Entra la mujer alta y me pregunto qué querrá ahora.

—Creo que ha llegado el momento de que empieces a comprender y a creernos. Tienes visita, levántate y sígueme.

Obedezco y la sigo sin rechistar, salimos al pasillo, giramos una esquina y caminamos 30 pasos hasta llegar a una sala.
Hay un panel donde mi captora marca un código, por desgracia no consigo ver la combinación que ha introducido porque coloca su cuerpo delante y marca rápidamente con sus largos dedos.

Entramos y observo que la sala es similar a una sala de confesiones de la policía, con una mesa en medio rodeada por sillas encaradas entre sí.
Por la puerta de enfrente, al otro lado de la habitación, veo a dos personas entrar y las reconozco en seguida. ¡Son mis padres!

—¡Papá! , ¡Mamá!— grito entusiasmada.

Ellos en lugar de sonreír al verme los noto muy serios y raros.

—Siéntate— me ordena Asalie.
Me siento en una silla que hay de cara a la mesa y del lado opuesto se sientan mis padres. Asalie se queda de pie.

—Carly, deja que te explique — comienza a decir mi madre. —No somos tus padres biológicos, te adoptamos cuándo eras tan pequeña que no te puedes acordar. —Efectúa una pequeña pausa y después continúa, mirándome a los ojos.
—Tus padres murieron en un accidente... Quiero que sepas que te tenemos mucho cariño, eres como nuestra hija aunque no hayas salido de mi vientre. Nos hemos portado bien contigo, ahora solo te pedimos que hagas esto por nosotros.

—No entiendo nada. ¿Estáis también retenidos? ¿Os obligan a decir esto? No entiendo qué quieren de mí.

—No, cariño. Formamos parte de una organización mágica llamada Euronymous. Tienes que confiar en nosotros. Nosotros éramos como tú, sin familia y con magia en la sangre, estas personas nos ayudaron a controlar nuestros poderes y ahora trabajamos para ellos.

FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora