Capítulo 23

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Capítulo 23

El camino se hace un poco largo.

Hay alrededor de medio millar de millas desde Los Ángeles a San Francisco.

Las vistas son preciosas, pasamos muchos altos acantilados, mucho terreno verde y el mar azul se puede ver en casi todo el recorrido a mi izquierda.

Estoy en un asiento con mesa para comer, ya que tarda casi 5 horas en llegar.

El tren va lleno, es casi verano y hay muchos turistas.

Las horas van pasando lentamente. Después de 4 horas y 49 minutos llego a mi destino.

Abandono el tren y pregunto por la parada de autobús para realizar el tramo que queda hasta el centro de San Francisco.

Cojo finalmente el autobús y llego a San Francisco. Al bajar miro alrededor, no veo a mi madre. Salgo de la sección de llegadas y justo en la puerta la veo al fin. A su lado está mi hermana y van acompañadas de varias personas más.

Las abrazo a las dos y me presentan a los demás. Después nos encaminamos hacia el automóvil que nos llevará a encontrarnos con el resto del grupo de mi madre.

El lugar está a las afueras de San Francisco, parece un complejo deportivo.

Al entrar observo el lugar, está muy limpio y organizado.

Pasamos por delante de lo que parece un gimnasio y veo a gente practicando lucha cuerpo a cuerpo a través de una cristalera.

—Veo que estáis muy organizados y que os entrenáis mucho —les comento a mi madre y a mi hermana, quienes me acompañan por los pasillos.

—Sí, seguro que decidimos unirnos a la lucha, para eso nos hemos estado preparando.

—Bien, entonces no tendré que hablar mucho para convencerles.

Les cuento lo del Rey de Alberta y se quedan asombrados, yo no he firmado ningún contrato de privacidad con él así que no tengo por qué guardar el secreto. Me pregunto si el sobrino del rey lo habrá firmado...

El caso es que alegran de que tengamos la posibilidad de contar con un aliado tan poderoso.

Vamos a una enorme sala que parece un comedor y allí hay muchas personas sentadas en mesas tomando café. Hay una especie de tarima y mi madre mi hermana y yo subimos sobre ella.

Llamamos la atención de la gente y comienza a hablar mi madre.

—Ésta es mi hija Carly Evans, ha venido para pedir nuestra ayuda. Quieren que nos unamos a un gran grupo de personas como nosotros que quieren formar una resistencia contra los Eurons y finalmente hacer una batalla en la que salgamos victoriosos y terminemos con esos asesinos desalmados.

Ella les explica la cantidad de gente que somos y que podemos conseguir que el rey de Canadá nos proporcione muchas más personas con magia para luchar, un ejército entero de personas mágicas preparadas para la lucha.

Entonces hablo yo y les animo a que se unan, aunque mi madre ha explicado lo esencial y poco me queda que añadir, pero parece que mis palabras les infunden ánimo, se nota que tienen muchas ganas de luchar. Por lo que me ha contado mi madre muchos de ellos han sufrido pérdidas de familiares o amigos asesinados a manos de los Eurons.

—Bien, saldremos hacia Los Ángeles pasado mañana para reunirnos con su grupo —dice para finalizar mi madre. —Mientras tanto —Mi madre me mira y después mira al público— Quiero que enseñéis a mi hija mayor a usar todos los hechizos posibles y la enseñéis a luchar con su cuerpo también. Es una orden.

FulgorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora