Capítulo 15. Conexiones Inesperadas.

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Nos pusimos a grabar un video para el canal de Teo titulado "¿Quién es más probable que...?", y fue una locura. 

—¿Quién es más probable que se desmaye de hambre?— dije y levanté el cartel con mi foto. Los chicos estallaron en risas, y el ambiente se volvió aún más divertido.

Después de un par de preguntas más, Teo dijo: —Che, me muero de hambre. ¿Vamos a comer algo?—

Fede asintió —Vamos a la taquería de acá cerca. ¡Tengo ganas de unos tacos!—

Nico, Ian, Teo, Fede y yo salimos al garaje para subir al auto de Fede.

Al llegar, el lugar estaba lleno de gente y se respiraba el aroma a tacos recién hechos. Fede, siempre bromista, me dio una salsa súper picante. Al probarla, casi lloro de lo picante que estaba. 

—¡La concha de la lora, Fede!— exclamé entre risas, mientras él solo se reía a carcajadas.

—¡Era un chiste, no pensaba que ibas a comer tanto!— respondió, divertido.

Los chicos se unieron a la risa, y aunque el picante me quemaba la lengua, el momento era perfecto, pero, no todo dura para siempre, como dicen. Después del almuerzo, tenía que ir a hacer la denuncia sobre todo lo que había ocurrido. No quería; simplemente quería olvidarme de todo. Pero Fede decía que era necesario.

—Che, tenés que hacerlo. No podés dejar que este tipo se salga con la suya— me dijo, mientras terminábamos de comer.

El almuerzo se pasó entre risas y charlas, aunque en el fondo sabía que tenía que volver a casa por las pruebas que también tenía allí. Al entrar, me dio escalofríos solo de recordar lo mal que la había pasado.

—¿Estás bien?— preguntó Nico, notando mi expresión.

—Sí, solo... no sé, me da cosa volver— respondí, mordiéndome el labio.

No quise irme, pero tenía mucho miedo de quedarme sola. Al menos estaría con los chicos hasta que las cosas se calmen un poco.

—Vamos, no te preocupes. Te acompañamos— dijo Ian, y me sentí un poco más aliviada.

Llegamos a la delegación más cercana a casa. Me hicieron pasar sola, pero los chicos estaban afuera, a la expectativa de lo que pasara. Les presenté todas las pruebas y me preguntaron si sospechaba de alguien. Incluso me preguntaron si sospechaba de los chicos.

—¿Mis amigos? No, en serio, no creo que tengan algo que ver, pero si sospecho de mi ex. Mateo Rodriguez, de Argentina Buenos Aires.—les dije, sintiendo que el pecho se me encogía al mencionar a Mateo.

—Es una posibilidad, no la descartes —me dijo el oficial con tono serio.

Cuando terminé, me pidieron que dejara el chip viejo que tenía para que lo analizaran. Me dijeron que en estos días me estarían llamando si había alguna novedad.

Salí de allí y los chicos se apresuraron a llegar a mi lado.

—¿Qué pasó? —preguntó Fede, con la mirada llena de preocupación.

—Todo bien, solo me pidieron el chip y eso. Estarán investigando.

—¿Y qué te dijeron sobre tu ex? —preguntó Nico, frunciendo el ceño.

—Que no hay que descartar nada, pero... no sé, me parece raro.

Mientras volvíamos a casa, les conté todo lo que había pasado. La charla fluyó entre risas nerviosas y comentarios de apoyo. Aunque me sentía un poco más tranquila, la ansiedad seguía ahí, como un nudo en el estómago.

Desenfocada. (Ian Lucas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora