Itadori se despertó de golpe, su corazón palpitando rápidamente. La luz del sol se filtraba por las cortinas de su habitación, iluminando el desorden que había dejado la noche anterior. Aún estaba agotado, sus músculos pesados después de días de desgaste físico, pero no podía darse el lujo de quedarse en cama.
—Faltan 25 minutos para la entrada... Ya sonará la alarma —Itadori se recostó nuevamente, sin embargo en su cabeza un pensamiento no lo dejó descansar—, ¿a qué hora es la entrada?... ¡Mierda, la alarma!
Con movimientos torpes y somnolientos, se puso lo primero que encontró: la camisa mal abotonada, el pantalón algo arrugado. Apenas y podía mantener los ojos abiertos mientras se echaba la mochila al hombro, sin comprobar si tenía todo lo necesario para la escuela.
No importaba, lo único que tenía en mente era no dejar a Komi esperando. Después de todo, ya había sido suficiente que Najimi, con su habitual energía inagotable, lo tratara como si estuviera al borde de la muerte el día anterior. Y aunque su cuerpo le pidiera descanso, su determinación lo empujaba a seguir adelante.
Sacudió la cabeza para despejarla mientras se dirigía apresurado hacia la puerta. Aunque todavía sentía el peso del cansancio sobre él. Salió de su casa a toda prisa, casi tropezando, y salió al frío de la mañana. La ciudad ya estaba en movimiento, y él también debía estarlo.
Itadori corría con pasos rápidos pero descompasados, su mente aún en una neblina de cansancio, pero con la urgencia de no dejar esperando a Komi. "Unos minutos tarde no serán problema," pensaba, casi como consuelo. En su mente, imaginaba la escena: entrar por la puerta de la clase, con una sonrisa de disculpa. Era una entrada que, aunque apresurada, sería digna de una pequeña risa entre sus compañeros.
Sin embargo, algo lo incomodaba. Desde que salió de su casa, había notado algo raro, una sensación que no podía ignorar. Había alguien... una presencia que lo seguía. Al principio, pensó que era producto de su agotamiento. Tal vez su mente estaba jugando con él, pero la sensación no se disipaba.
Itadori giró en una esquina mientras el bullicio de la ciudad comenzaba a calmarse. Las calles estaban más solitarias a medida que se acercaba al vecindario tranquilo donde se encontraba su escuela. Fue entonces cuando, con la intención de avisarle a Komi, sacó su celular y, mientras lo desbloqueaba, todo a su alrededor pareció detenerse.
No vio venir a nadie. Todo sucedió en un parpadeo. Un paño, suave y húmedo, cubrió su rostro antes de que pudiera reaccionar. El olor penetrante lo invadió de inmediato, un aroma químico que no pudo evitar inhalar. El celular cayó de su mano mientras el mundo a su alrededor se tornaba borroso.
Su último pensamiento, antes de que la oscuridad lo envolviera, fue el de su celular, aún desbloqueado, brillando en el suelo.
Y después... nada.
...
...
Yamai Ren caminaba con gracia por las calles en dirección a la escuela, cada paso suyo parecía calculado, cada gesto perfectamente sincronizado con su imagen. Su cabello oscuro recogido en su característico moño negro se balanceaba levemente con el viento matutino. El suave que cárdigan le daba un aire casual, aunque el uniforme de la preparatoria Itan mantenía su formalidad. Su presencia no pasaba desapercibida; saludaba a algunas compañeras de clase con una sonrisa suave y educada, como si cada gesto suyo fuera parte de una coreografía ensayada. Era, a ojos de muchos, la chica ideal.
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Komi-san Can't Exorcise (Komi-san x Jujutsu Kaisen)
FanfictionCuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...