Cap. 22 | Sentencia P.1

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Los días habían pasado sin que ninguno de ellos lo notara realmente, como si el tiempo mismo se deslizara con cada parpadeo. La preparatoria Itan estaba en ese peculiar período en el que el cambio de uniformes de invierno a verano se acercaba, daba un aire de transición a los pasillos y aulas, como si la escuela misma también evolucionara en sintonía con sus estudiantes. 

Y sin embargo, una noticia del incidente en el cine Kinema había estremecido a la comunidad de Kawasaki, una tragedia que los reportes apenas podían describir sin caer en el morbo. Tres estudiantes de preparatoria, sus cuerpos hallados en un estado indescriptible, sus cráneos deformados como si hubiesen sido comprimidos por una fuerza inimaginable. La causa oficial hablaba de una presión intracraneal desmedida y parálisis respiratoria, pero los rumores entre los locales insinuaban algo más oscuro, algo que el viento traía consigo en cada tormenta.

En uno de los callejones húmedos y oscuros de Kawasaki, una figura pálida y solitaria esperaba bajo la persistente llovizna. El agua formaba pequeñas gotas sobre su cabello grisáceo-azulado, y en su expresión se podía leer una impaciencia contenida, un ansia que no era común en esa noche de tormenta.

—Disculpa —una voz lo sacó de sus pensamientos.

La figura giró lentamente, encontrándose con un chico de cabello negro que se le acercaba con cautela.

—Lo del cine... —preguntó el chico, con voz suave y sin apresurarse—. ¿Fue obra tuya?

El individuo de cabello gris no respondió de inmediato; en cambio, una sonrisa lenta, casi burlona, curvó sus labios mientras pensaba para sí mismo: —Esa niña... Geto tenía razón. Ni un minuto más, ni un minuto menos...

Finalmente, giró apenas, lo justo para ver al chico de reojo.

—Sé que puedes verme... Dejémonos de formalidades. Dime, ¿crees que ya tenemos un destino marcado o que el futuro depende de lo que cada uno cree?

...

A la entrada del cine, bajo la persistente lluvia, una figura solitaria se mantenía inmóvil, observando el lugar con una calma inquietante. El hombre, vestido con un traje claro y una camisa azul que contrastaba con el gris del entorno, sostenía un paraguas negro en una mano mientras sus ojos, tras lentes de montura inusual, se fijaban en la puerta del cine. Su expresión, de fría seriedad, era casi imperturbable; no parecía sorprendido, sino como si hubiese anticipado lo que encontraría dentro.

—Será un panorama repugnante —murmuró, ajustando sus anteojos mientras su mirada se volvía más incisiva.

A su lado, una joven con el uniforme de la academia de Jujutsu diferente a lo habitual, asintió con determinación. Era Onemine, y aunque el peso de la situación era evidente, su postura no denotaba miedo, sino una mezcla de respeto y preparación.

—¿Estás preparada, Onemine? —inquirió el hombre, sin apartar la vista del cine.

Onemine asintió de nuevo, enderezándose un poco mientras sujeta su propio paraguas.

...

...

Hace un rato en un pasillo de paredes rocosas, Onemine caminaba junto a Gojo. Tras varios días de entrenamiento intensivo, un pequeño avance, aunque sutil, comenzaba a manifestarse en ella. La energía fluía en su interior, y aunque apenas era perceptible, su despertar era innegable. Una chispa inicial.

Komi-san Can't Exorcise (Komi-san x Jujutsu Kaisen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora