Al inicio de su rutina escolar, Yuuji Itadori se dirigió hacia su casillero, buscando cambiar sus zapatos citadinos por los de la escuela, como dictaba el protocolo. Mientras abría el casillero, un bostezo escapó de sus labios, reflejando el cansancio acumulado por los eventos recientes.
—No puede haber tanto sol esta mañana —dijo Itadori, frotándose los ojos—. ¿Hmm?
Al levantar la cabeza y voltear hacia un lado, observó a un grupo de compañeros sonrojados que se agazapaban detrás del costado de la pared, sus miradas llenas de curiosidad y nerviosismo.
En ese momento, unos pasos finos y delicados resonaron en el pasillo. La figura que se aproximaba lo hizo con una gracia etérea, como si flotara en lugar de caminar. La silueta femenina, destacada por su elegancia, capturó la atención de todos.
—Ah... es Komi-san... Vaya, ahora que la veo bien no había notado lo hermosa que es... —murmuró Itadori mientras se acomodaba los zapatos—. ¡Hola, Komi-san!
Komi, con movimientos elegantes, se inclinó para cambiar sus zapatos citadinos por los de la escuela. Su cabello negro y sedoso caía en cascada, brillando bajo la luz del sol matutino que entraba por las ventanas. Mientras se enderezaba, sus ojos grandes y afilados, llenos de una calma felina.
Itadori pensó para sí mismo, admirando por un momento su belleza: —Ahora que la veo, su piel es brillante y blanca, esos ojos, hasta aquí puedo oler su shampoo... Es un solecito andante.
Komi se volteó un momento para ver a Itadori con sus ojos brillando como los de un gato. Al cambiar de posición para mirarlo de frente, los rayos de luz que entraban por la ventana se intensificaron, iluminándola aún más.
—No, espera... ¡Sí era el sol! ¡Ahhhh, mis ojos! —Itadori se tapó los ojos—. ¡Apaguen el sol!... ¡Apáguenlo!...
...
...
Komi reaccionó un poco preocupada, dejando escapar un ruido leve mientras observaba a Itadori retorcerse ante el alba. Intentando hacer algo con nerviosismo, solo logró moverse bruscamente en su lugar.
Recuperando la visión, Itadori, que estaba mirando al suelo, se recompuso: —Lo siento, fue una noche larga y no dormí bien —dijo, levantando la mirada con una sonrisa—. Buenos días...
Komi, en un intento de regresar el saludo, intentó hablar. Sus ojos, muy abiertos, miraron profundamente a Itadori mientras su boca se tensaba: —Bu... bue... bue...
—Lo estás haciendo bien —dijo Itadori, levantando el pulgar en señal de aprobación—. Por cierto, pensé en algunas cosas ayer, así que... ven, sígueme.
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Komi-san Can't Exorcise (Komi-san x Jujutsu Kaisen)
Hayran KurguCuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...