Bajo la torrencial lluvia y el eco distante de los truenos, Fushiguro permanecía firme, aunque su cuerpo estaba empapado y sus músculos tensos por el frío que la tormenta le provocaba. Frente a él, Sukuna sonreía con esa crueldad desquiciada. La realidad que enfrentaba era abrumadora, pero en medio de todo, una imagen apareció en su mente: la de su hermana, Tsumiki, vulnerable.
Con un movimiento instintivo, su cuerpo adoptó una postura defensiva, como si al protegerse, también pudiera protegerla a ella, aunque estuviera a kilómetros de distancia. Sukuna, frente a él, seguía de pie, relajado, pero no menos intimidante.
—Lo único igual para todos es la injusta realidad... —pensó Fushiguro, recordando lo inquebrantable de esa verdad.
El agua caía a chorros, pegando el cabello negro de Fushiguro a su frente, mientras sus ojos se enfocaban intensamente en Sukuna. Aun así, la esperanza brillaba en sus palabras cuando dijo con firmeza:
—No lo comprendes, Itadori volverá. Aunque muera con ello, así es él.
Sukuna levantó una ceja, entretenido por la declaración. —Le tienes demasiada estima —replicó con desdén—. Solo es un poco más duro y obstinado que otros humanos.
Mientras hablaba, Sukuna se limpió la sangre que se deslizaba por sus labios con un movimiento casual, como si el dolor no fuera más que una molestia insignificante.
—Hace un momento, el mocoso estaba a punto de morir, quebrado por su propio miedo, ahogado en lamentos y pensamientos patéticos... Recordando a una persona insignificante, aferrándose a una fantasía inútil de que lo salvaría.
—Es evidente para mí... —continuó Sukuna—. Itadori no tiene el valor para suicidarse. Es patético, como todos los demás.
Las palabras resonaron en la tormenta, pero para Fushiguro eran solo un eco lejano. No podía permitirse dejarse afectar por las provocaciones de Sukuna. Mientras hablaba, Fushiguro no escuchaba del todo; su mente estaba enfocada en otro lugar, analizando la situación con precisión fría. Observó el brazo regenerado de Itadori, que apenas momentos antes había sido cortado. Las heridas graves que había sufrido, ahora desvanecidas como si nunca hubieran existido.
—Sanación... —pensó Fushiguro—. Puede usar la Técnica Maldita Inversa. Sukuna se ha encarnado completamente en su cuerpo... Si puede curarse, entonces podría hacer que sane el corazón de Itadori.
Sus pensamientos corrían rápido, buscando una posible solución a lo que parecía una batalla imposible. —Haré que sane el corazón de Itadori antes de que él regrese, o al menos ganaré tiempo hasta que lleguen los refuerzos... No... Sukuna no va a creerme que necesita ese corazón para vencerme... Está atado a Itadori, es innegable. ¡Mierda! —Su mente corría con una mezcla de claridad y pánico, pero sabía que debía actuar rápido.
El recuerdo del horror que había sentido dentro del edificio al enfrentarse a la maldición humanoide lo invadió de nuevo, pero esta vez era diferente. Ahora, frente a Sukuna, el terror era más profundo, más real.
Todo su ser temblaba ante la perspectiva de un combate sin esperanza. Pero, a pesar de todo, no podía permitirse fallar. No ahora, no cuando sus amigos dependían de él. Fushiguro apretó los dientes, el eco de su promesa resonando en su mente: proteger a aquellos que importaban, luchar, incluso si eso significaba enfrentarse al peor de los enemigos. Porque si había algo que sabía con certeza, era que no podía dejar que todo terminara aquí.
—¡No es cuestión de si puedo hacerlo, es que debo hacerlo! —exclamó Fushiguro, su determinación grabada en cada palabra.
Con un rápido movimiento de sus manos, formó el sello característico que imitaba la figura de un pájaro, y al instante, Nue se materializó cerca de él, sus alas batiendo con furia, listo para atacar.
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Komi-san Can't Exorcise (Komi-san x Jujutsu Kaisen)
FanficCuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...