La luz del sol atravesaba el parabrisas, iluminando a Ijichi mientras mantenía una expresión tranquila, aunque sus ojos denotaban cierta cautela. Desde su asiento, observaba cómo la calle se iba vaciando hasta que divisó la figura de un joven parado junto a un puesto de comida. En el asiento trasero, Onemine e Itadori asomaban entre los asientos delanteros, intercambiando miradas de curiosidad y expectativa.
—Así que ese es el chico... —murmuró Onemine, entrecerrando los ojos para observar mejor al muchacho en la distancia—. ¿Lo entrevistamos rápido y nos vamos?
Itadori, quien lucía enérgico a pesar de la misión aparentemente sencilla, frunció el ceño al notar algo fuera de lugar en el atuendo del joven.
—Pero... ¿esa no es ropa casual? —preguntó, su tono impregnado de una mezcla de confusión y ligera decepción.
Ijichi mantuvo la vista al frente, concentrado mientras seguía conduciendo.
—Lleva tiempo sin asistir a la escuela —explicó, sin girarse.
Finalmente, Ijichi giró el volante y detuvo el auto frente a una pequeña zona comercial donde varios puestos de comida callejera ofrecían aromas tentadores.
Itadori dejó escapar un suspiro, medio divertido, medio resignado.
—Se podría decir lo mismo de mí —añadió con una sonrisa ligera, aunque un poco apagada. Luego, se giró hacia Onemine con cierta expectativa en los ojos—. ¿Y los chicos? ¿Están bien?
Onemine se rascó la mejilla mientras le devolvía una mirada relajada.
—Diría que sí, tan enérgicos como siempre.
Itadori sonrió al recordar sus entrenamientos: Panda lanzando a Nobara por los aires, mientras ella gritaba y se mareaba a la mitad del vuelo, e Inumaki intentaba atraparla. Mientras tanto, Megumi y Maki observaban todo con total indiferencia, como si fuera una escena cotidiana.
—Están bien, entrenan duro como siempre —añadió Onemine, devolviéndole a Itadori una sonrisa cargada de confianza.
—Vivitos y coleando —reafirmó Ijichi con un tono calmado.
Itadori, relajándose un poco, miró alrededor del auto y luego dirigió la pregunta inevitable.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó con una mezcla de curiosidad e impaciencia.
Ijichi asintió con un leve movimiento y señaló el asiento del copiloto, donde descansaba una pequeña jaula con dos figuras inquietas en su interior. Onemine y Itadori se inclinaron para ver mejor.
—Usaremos estos dos —explicó Ijichi, con una sonrisa apenas perceptible.
Itadori arqueó una ceja al observar las pequeñas criaturas en la jaula.
—¿Espíritus malditos? —preguntó, examinándolos más de cerca.
Onemine inclinó la cabeza, sonriendo con cierto encanto.
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Komi-san Can't Exorcise (Komi-san x Jujutsu Kaisen)
Hayran KurguCuando la fusión de dos historias destinadas a no cruzarse surge de la aleatoriedad, se unen para emprender un viaje único y extraordinario. Yuji Itadori, un adolescente de 15 años, es admitido en la preparatoria Itan, una institución que acoge a es...