Capítulo treinta y cinco: Ace Sabo y la niña demonio.

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Capítulo treinta y cinco: Ace Sabo y la niña demonio.
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Roger sostenía en sus brazos a los dos bebés recién nacidos, manteniéndose cerca de Dragón que ya se había quedado dormida, agotada por el esfuerzo de las horas previas.

Estaba lleno de orgullo y amor por su familia, y no podía dejar de mirar a los dos niños que había traído al mundo con su esposa. Los acunaba suavemente y les acariciaba la cabeza con ternura, sintiéndose completamente bendecido.

Cuidaba de los dos bebés con amor y cuidado, envolviéndolos en una manta suave para mantenerlos cómodos y seguros. No podía creer lo pequeños y perfectos que eran, y se sentía completamente enamorado de Dragón, quien dormía tranquilamente después de todo lo que había pasado para darles a luz.

Después de alguno tiempo, Dragón comenzó a despertarse, aún agotada pero llena de felicidad. La primera cosa que vio fue a Roger sosteniendo a los bebés, haciendo caras graciosas al que está despierto, y no pudo evitar reírse suavemente ante la escena.

Roger escuchó su risa y se dio cuenta de que estaba despierta. Rápidamente dejó al bebé estaba dormido en la cuna y se acercó a ella y se sentó a su lado en la cama, aún manteniendo cuidadosamente al bebé en sus brazos.

—¿cómo te sientes, Dragón?

Dragón se incorporó ligeramente en la cama y estiró ligeramente los brazos para recibir al bebé que Roger le entregaba con delicadeza.

— Me siento mucho mejor, gracias — respondió Dragón con una sonrisa tenue.

Roger la observó acurrucar al bebé contra su pecho y luego se giró para recoger al otro bebé en su cuna.

— ¿Necesitas algo? — Preguntó de nuevo, observándola con ternura.

— podrías traerme algo para comer? — Preguntó Dragon — Me dio mucha hambre.

Roger asintió y se encaminó hacia la salida, pero se detuvo y luego se dio vuelta para acercarse cuidadosamente a Dragon. Le tendió entonces al otro bebé y se fue a buscar algo de comer para ella.

Dragón recibió al pequeño bebé en sus brazos, envolviéndolo con cuidado y acariciando su suave cabecita con delicadeza. Observó a Roger salir de la habitación en busca de algo para comer, y luego su atención se volvió hacia el bebé que sostenía.

El pequeño se sentía cálido y ligero en sus brazos, y Dragón no pudo evitar sonreír ante su presencia. Mientras esperaba, se mecía ligeramente en su asiento, intentando calmar al bebé si comenzaba a inquietarse.

Cuando Roger volvió con la comida para su esposa, se detuvo en el umbral de la habitación, dejando que su mirada se posara en la hermosa escena que tenía enfrente.

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