capitulo treinta y nueve: Una conexión

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Capitulo treinta y nueve: Una conexión.
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— ¡No, no y por supuesto que no! — Garp repetía una y otra vez, negándose a lo que Edward le estaba proponiendo.

—¿Y por qué no, Garp? — Preguntó Edward sin borrar su sonrisa.

—¡No me convertiré en un pirata! — Garp exclamó, decidido a nunca aceptar ese camino. Edward sonrió por su respuesta; estaba claro que Garp nunca abandonaría su puesto como Marine.

Edward miró a Garp con una sonrisa en su rostro, claramente divertido por la negativa del hombre.  

— Vamos, Garp, — respondió, aún con la sonrisa en su rostro, — No es tan malo como parece. La vida de un pirata puede ser bastante emocionante.

Garp cruzó los brazos frente a su pecho, su expresión aún más determinada que antes.  

— No me interesa, — dijo con firmeza, — De ninguna manera voy a unirme a una vida de delincuentes y piratas. ¡Soy un Marine, y eso siempre seré!

Edward soltó una carcajada ante la negativa de Garp, aún más divertido por la determinación del Marine.  

— Oh, Garp, siempre tan serio y recto, — dijo entre risas, — Pero sabes, puede que te estés perdiendo algo realmente grandioso al no considerar la vida de un pirata.

Garp soltó un bufido y rodó los ojos ante el comentario de Edward.  

— No me interesa, — respondió Garp con molestia. — Tal vez tú no seas como los demás piratas, pero de ninguna manera voy a convertirme en uno. Soy un Marine, y siempre voy a seguir siéndolo.

Edward suspiró, aún manteniendo su sonrisa ligeramente irritada.  

—Entiendo tus convicciones, y te respeto por ello, —  dijo, su tono un poco más serio. — Pero no puedes negar que la vida de un pirata tiene cierta libertad que un Marine nunca podría experimentar.

Garp sacudió la cabeza en negativa.  

—La libertad de los piratas es una libertad vacía, — respondió, — Es libertad sin responsabilidad, sin honor. Prefiero seguir con mi deber de Marine, aún si eso significa renunciar a esa supuesta libertad.

Edward lo miró con expresión pensativa.  

—Supongo que no estamos hechos para la misma vida, Garp, — dijo, con un toque de respeto en su voz. —Pero debo admitir, me intriga poder ver cómo alguien tan valiente como tú se enfrentaría a los desafíos de ser un pirata.

El fruto de lo prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora