Austin López ha llevado una vida apacible y sin complicaciones, siempre aferrado al control y la organización. Sin embargo, todo cambia cuando la oficial de policía Victoria Wood aparece en su vida con una misión que desafiará su rutina.
Victoria ne...
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Austin
Ocho pares de ojos me observaban mientras que yo con toda la tranquilidad del mundo, me zampaba otro vaso de wiskey.
—¿Pasa algo? —pregunto por fin.
—Ya Méndez habló, no te hagas el desentendido—entona Victoria poniendo sus ojos negro sobre mí, le brindo una sonrisa de seguridad que la desconcierta.
—Eres mi mujer, debo saberlo todo de ti—suelto eso encogiéndome de hombros y veo como su semblante cambia a uno nervioso.
El alcohol ya calo en mi sistema y cualquier cosa que haga o diga ya me importa un pepino, que se enteren todo que es mi mujer, incluido el tal Liam que al parecer la cuida y protege como si ella fuese de cristal.
—Que desleales son vector y Gastón—dice llevándose los dedos al puente de la nariz y yo me aproximo de nuevo a la barra para servirme otro vaso de wiskey.
—No los culpes...—vuelvo a lugar—. Yo los soborne solo un poco.
—¿Sobornaste a dos policías?
Me encojo de hombros nuevamente.
—Quizás.
—Ya no más alcohol—Robert me quita el vaso antes de que me lo lleve a la boca.
—Gracias—agradece la pelinegra mirándome con preocupación, algo que me molesta.
—Disculpen a Austin, ya no está en sus cinco sentidos.
—Pues yo lo veo intacto—dice Liam—. Los borrachos no mienten.
—¿Tienes algún problema conmigo? —lo encaro.
—¿Sobornar a dos policías te parece algo normal?
Quedamos uno frente al otro enfrentándonos con la mirada.
—Andar cuidando mujer ajena es tu especialidad.
—Al menos la cuido y no la espío.
—¿Me vas a llevar preso por saber más de la que era mi novia falsa? —Victoria abre la boca para decir algo, pero solo mira hacia otro lado.
Robert se pone en medio de ambos separándonos.
—¿No tienen hambre?
—No—soltamos al unísono el policía y yo.
—¡Basta! —espeta Victoria—. Suéltalo todo ahora mismo, Austin.
Dejo de mirar al policía para mirar a otra policía, Victoria me miraba fríamente y esa mirada hizo que se me encogiera el pecho.
—No me mires así—digo agobiado—. Me pone mucho.
Victoria parpadea con sorpresa y luego se aclara la garganta.
—Austin y yo hablaremos unos minutos en privado—dice y yo arqueo una ceja en respuesta—. Vamos, tienes muchas cosas que explicar.
Me toma de la mano y nos guía a mi habitación la cual la cama esta deshecha y vuelta mierda en su totalidad.