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Austin

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Austin

—Mierda, mierda, mierda—Robert, mi mejor amigo lleva las manos a su cabeza sorprendido después de todo lo que acabo de confesarle—. ¿Tu novia es una jodida policía profesional?

—Algo casual—respondo encogiéndome de hombros.

—¿Me estas jodiendo?

Niego con la cabeza cansado ya del tema, toda mi familia y ahora mi mejor amigo volvían a mirarme con esa mirada de desconcierto ante la verdadera personalidad de mi... De Victoria.

—¿Y eso que? —Robert señaló al pequeño gatito negro que jugaba con un calcetín que había estado moviendo por todo mi apartamento.

—Un regalo de Victoria—frunzo el ceño cuando lo veo reírse—. ¿Qué?

—Nada—Robert niega con la cabeza—. Es sorprendente lo mucho que influye tu novia falsa en ti, aunque... Tengo una duda enorme, ¿Ustedes...?

—Si—interrumpo confirmando lo que mi corazón siente—. Estoy perdidamente enamorado de esa mujer.

—Jueputa.

Suspiro frustrado.

—Si, Jueputa.

—¿Y ella siente lo mismo? —me encojo de hombros—. ¿Qué diantres significa eso?

—Jamás me lo ha dicho.

—Jueputa.

Me aprieto el puente de la nariz cuando el pequeño gato intenta trepar por mi pierna buscando que lo cargue.

—Cada que veo este dichoso gato la recuerdo a ella—tomo al mínimo en mi manos y este comienza a lamer mis dedos—. Y no te pareces en absoluto a ella, tú eres cariñoso... Y ella...

—Ay Dios, dame paciencia—miro a mi mejor amigo con tristeza—. Debes decirle que estas enamorado.

—¿Y que se aleje de mí? No gracias.

—Entonces, ¿qué piensas hacer?

—¿Has escuchado ese TikTok que dice, vive la vida y no dejes que la vida te viva? —mi mejor amigo niega con la cabeza.

—Que ridículo, ¿Quién dice algo así de absurdo?

—Ridículo o no, lo considero mi situación actual—el gatito se queda dormido en mis manos y lo dejo sobre su nueva cama.

—Austin—Robert me llama y yo hago mala cara—. Fuera de todo el tema de Victoria, comprendo que estas algo bajoneado por ese tema, pero tengo otra pregunta que hacerte.

Lamí mis labios esperando a que preguntara lo que yo claramente sabía que me preguntaría.

—¿Fue tu primo Maddox, ¿verdad?

Robert no necesito alargar la pregunta mucho más, yo sabía perfectamente a lo que se refería. Adam Wok había intentado envenenarme y mi primo Maddox, aunque no nos soportáramos a la vista, el sin una pizca de remordimiento, había cobrado mi salud por la vida de aquel miserable.

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora