28: Regresar A La Rutina

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La mañana siguiente llegó con el suave murmullo del viento que entraba por la ventana. El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte, iluminando la habitación con una luz tenue. Faye fue la primera en despertar. Al mirar a su lado, vio a Yoko profundamente dormida, su cabello desordenado sobre la almohada y su respiración tranquila. Faye sonrió, sintiendo una calidez invadir su pecho al ver a su novia en ese estado tan relajado y vulnerable.

Con cuidado de no despertarla, Faye se deslizó fuera de la cama y caminó hacia la cocina. Aún con la energía del día anterior en su mente, decidió sorprender a Yoko con el desayuno. Preparó un par de tostadas, huevos revueltos y café, el olor llenando el pequeño departamento. Mientras cocinaba, su teléfono vibró en la mesa. Era un mensaje de su manager, recordándole sobre las próximas entrevistas y compromisos que tenía por delante.

La realidad no espera, —murmuró Faye para sí misma, sintiendo una ligera presión en el pecho. Aunque adoraba su carrera, el ritmo frenético de los compromisos podía ser agotador. Pero ahora tenía a Yoko a su lado, y eso lo hacía más llevadero.

Poco después, Yoko apareció en la puerta de la cocina, aún medio dormida, pero con una sonrisa en los labios.

Huele delicioso, —dijo, frotándose los ojos y acercándose a Faye para darle un beso en la mejilla.

Te preparé algo especial para empezar bien el día, —respondió Faye, sirviendo el desayuno en la mesa.

Eres perfecta, —murmuró Yoko mientras se sentaba. —Aunque me sorprende que hayas hecho algo sin quemarlo.

Ambas rieron, disfrutando del momento. Aunque sabían que el día estaría lleno de responsabilidades, se tomaron ese instante para estar presentes, para disfrutar de lo sencillo.

Después del desayuno, Faye revisó su agenda mientras Yoko encendía su laptop, preparándose para grabar el próximo episodio de su podcast. Su relación se había vuelto más fuerte, pero el peso de la rutina comenzaba a aparecer. Faye notaba cómo el tiempo libre se reducía entre torneos y entrevistas, mientras Yoko lidiaba con el estrés de mantener su popularidad y calidad en cada episodio.

Hoy tengo una reunión con mi equipo para planear las próximas semanas de entrenamiento, —comentó Faye mientras revisaba sus correos.

Y yo tengo una grabación en la tarde con una influencer que... en fin, mejor no opino antes de tiempo, —respondió Yoko, con una mezcla de resignación y humor en su voz.

Aunque compartían una vida juntas, la realidad de sus ocupadas agendas a menudo las separaba. Faye se levantó y se acercó a Yoko, inclinándose para besarla suavemente.

Vamos a estar bien. Es solo una fase ocupada, —le dijo Faye, tratando de tranquilizarla. —Siempre encontraremos tiempo para nosotras.

Lo sé, —respondió Yoko, mirándola con cariño. —Solo a veces me gustaría que pudiéramos escapar un poco más de este ritmo.

Faye sonrió, sabiendo que compartía el mismo deseo. Pero ambas entendían que sus carreras eran importantes y que necesitaban encontrar un equilibrio. Después de todo, habían construido una relación basada en la confianza y el apoyo mutuo.

Horas más tarde, después de que Faye se despidiera para ir a su entrenamiento, Yoko se concentró en su podcast. Aunque las risas y la diversión eran parte del trabajo, los días como ese le recordaban lo agotador que podía ser mantenerse relevante en un mundo tan competitivo.

Terminó la grabación, algo desanimada por la actitud de su invitada. Se recostó en el sofá, mirando el techo y pensando en cómo a veces todo parecía moverse demasiado rápido. Estaba cansada, no solo físicamente, sino también mentalmente. En ese momento, su teléfono sonó. Era Faye.

Solo quería saber cómo te fue hoy, —dijo la tenista, con su voz calmada al otro lado de la línea.

Yoko suspiró.

Ha sido un día difícil, pero mejoró al escuchar tu voz.

Me alegra oír eso. Vamos a hacer algo especial esta noche. Tú y yo. No importa cuán cansadas estemos, merecemos disfrutar de nuestras noches juntas.

Ese simple gesto fue suficiente para que Yoko sonriera. Sabía que, a pesar de las dificultades, Faye siempre estaría a su lado, buscando maneras de hacerla sentir especial y cuidada.

La noche llegó y, como prometido, Faye volvió al departamento con comida para llevar y una película lista para ver. Mientras las luces de la ciudad brillaban desde la ventana, se acurrucaron en el sofá, dejando atrás por un momento el estrés de sus carreras. No importaba lo ocupado que fuera el día, siempre encontraban una forma de reconectar, de recordar que, en medio de todo, se tenían la una a la otra.

Esa noche, mientras se quedaban dormidas juntas, Yoko pensó en cómo, a pesar de los altibajos, estaban construyendo algo fuerte, algo que valía la pena. Sabía que el amor que compartían les daría la fortaleza para superar cualquier obstáculo que la vida les pusiera por delante.

AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora