90: La Trampa

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Los días posteriores al encuentro fallido con "El Cuervo" fueron tensos. Faye y Yoko no podían relajarse, siempre alertas ante cualquier señal de peligro. Aunque los hombres del abuelo de Faye seguían rastreando a "El Cuervo", no había habido más avances. La incertidumbre comenzaba a hacer mella en ambas.

Una mañana, mientras desayunaban juntas, el teléfono de Faye vibró. Era un mensaje de un número desconocido, pero esta vez no había fotos ni amenazas, solo unas coordenadas y una sola palabra: "Ven".

Faye mostró el mensaje a Yoko, quien frunció el ceño.

—¿Es una trampa, verdad? —preguntó Yoko, su voz tranquila pero preocupada.

—Probablemente —respondió Faye, aunque su mirada era fría y calculadora—. Pero esta podría ser nuestra oportunidad. Si es "El Cuervo", quiere que la sigamos.

Yoko apretó la mano de Faye.

—Si vas, yo voy contigo.

Faye la miró seriamente, sabiendo que la situación era peligrosa. Pero después de todo lo que habían pasado, entendió que no tenía sentido dejar a Yoko atrás. Ambas estaban en esto hasta el final.

—Está bien. Iremos juntas, pero seremos cautelosas —dijo Faye, tomando la mano de Yoko con firmeza—. Vamos a acabar con esto de una vez por todas.

Llamaron a los hombres del abuelo de Faye para informarles sobre el mensaje y pedir refuerzos. Mientras se preparaban para salir, Faye colocó un arma pequeña en la parte trasera de su pantalón y entregó una a Yoko, aunque esta última era reacia a usarla.

—Solo por precaución —dijo Faye—. No la uses si no es absolutamente necesario.

El camino hacia las coordenadas fue tenso, el sonido del motor era lo único que rompía el silencio. Yoko miraba por la ventana, tratando de calmar sus pensamientos, mientras Faye mantenía una mirada fija en la carretera.

Finalmente, llegaron a un edificio abandonado en las afueras de la ciudad, rodeado de árboles. Parecía un lugar olvidado, el escenario perfecto para una emboscada.

—Este lugar da miedo —murmuró Yoko mientras bajaban del auto.

—Lo sé. Mantente cerca de mí —le respondió Faye, tomando su mano con firmeza.

Avanzaron hacia el edificio. El crujido de las hojas bajo sus pies y el silencio casi total del entorno hicieron que todo pareciera más aterrador. Faye mantenía su arma lista, sus sentidos alerta a cualquier movimiento.

Cuando entraron al edificio, las puertas de metal resonaron con un eco inquietante. El aire estaba frío, y las sombras danzaban en las paredes. En el centro de la sala principal había una figura esperándolas: "El Cuervo", de pie, con una sonrisa burlona.

—Sabía que vendrías, Faye —dijo "El Cuervo", con la misma voz gélida y burlona que había escuchado antes—. Y veo que trajiste a tu querida prometida. Qué conmovedor.

Faye apretó los dientes, llena de ira.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó, su voz baja pero peligrosa.

"El Cuervo" caminó lentamente hacia ellas, manteniendo una distancia prudente.

—Lo que siempre he querido, Faye. Quiero que sufras. Quiero que pagues por haberme abandonado. Por haberte olvidado de mí tan fácilmente. Pensé que podrías seguir adelante sin mí, pero al final, no has cambiado. Solo que esta vez, en lugar de hacerte daño a ti directamente, lo haré a través de lo que más amas.

Faye sintió cómo su sangre hervía ante esas palabras. Dio un paso adelante, su arma lista.

—No dejaré que le hagas daño a Yoko. Si crees que puedes manipularme de esa forma, estás muy equivocada —dijo con firmeza.

"El Cuervo" soltó una risa amarga.

—¿Estás segura de eso, Faye? —preguntó mientras se llevaba la mano al bolsillo—. A veces, el dolor más profundo es ver cómo aquellos que amas sufren por tu culpa.

De repente, varios hombres aparecieron por las puertas laterales del edificio, rodeando a Faye y Yoko. Las dos miraron a su alrededor, sabiendo que habían caído en la trampa.

—Faye... —susurró Yoko, su voz temblando por primera vez.

—Tranquila —le dijo Faye, apretando la mano de Yoko con más fuerza—. Nos sacaremos de esto.

"El Cuervo" sonrió triunfante.

—Creo que ya has perdido, Faye. No hay escapatoria. Esta vez, será tu culpa.

Pero antes de que "El Cuervo" pudiera terminar su frase, se escuchó un estruendo desde afuera. Los hombres de seguridad del abuelo de Faye habían llegado. Un caos se desató en segundos: los guardias corrieron al edificio, enfrentándose a los hombres de "El Cuervo", mientras Faye tiraba de Yoko hacia una cobertura segura.

—¡Quédate aquí! —gritó Faye mientras se levantaba, dispuesta a enfrentarse a "El Cuervo" directamente.

En medio del caos, Faye logró llegar hasta donde estaba "El Cuervo". El enfrentamiento era inevitable. Ambas se miraron, sabiendo que su historia no terminaría hasta que una de las dos cayera.

—No tienes salida —dijo Faye, apuntando con su arma directamente al corazón de "El Cuervo"—. Esto termina hoy.

"El Cuervo", aún con una sonrisa en los labios, dio un paso hacia Faye.

—Hazlo, Faye. Termina con esto si tienes el coraje. Pero te aseguro que tu victoria tendrá un precio.

El sonido de disparos y gritos llenaba el aire mientras Faye luchaba contra la decisión más difícil de su vida. Pero algo dentro de ella sabía que, por el bien de Yoko y su futuro juntas, debía ser fuerte.

—Adiós —susurró Faye, con el dedo en el gatillo.

Y en ese momento, todo cambió.

AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora