El sol ya había comenzado a esconderse cuando el teléfono de Faye vibró sobre la mesa de noche del hospital. Estaban compartiendo un momento de tranquilidad en medio del caos que había invadido sus vidas. Faye reconoció el número al instante; era su abuelo. Su corazón dio un vuelco, sabiendo que esta llamada podría cambiarlo todo.
—Es él —murmuró, mirando a Yoko, quien se encontraba un poco mejor del accidente
Faye contestó el teléfono, intentando mantener la calma.
—Hola, abuelo.
La voz grave y segura de su abuelo resonó al otro lado de la línea.
—Faye, querida. Mis hombres ya están buscando a la persona que mencionaste, pero necesito más información. ¿Es un hombre o una mujer? ¿Cuántos años crees que tiene? Necesito una descripción física precisa para no traer a la persona equivocada.
Faye inhaló profundamente y respondió sin titubear.
—Es una mujer, abuelo. Pero deja que te pase con alguien que la vio más de cerca. Yoko puede darte los detalles mejor que yo —dijo mientras le tendía el teléfono a Yoko.
Yoko dudó un momento antes de tomar el celular. La situación le parecía surrealista, pero sabía que cada detalle contaba. Tomó aire y saludó con voz temblorosa.
—Hola, señor Peraya —dijo Yoko, tratando de sonar lo más calmada posible.
El abuelo de Faye respondió con una suavidad sorprendente para alguien de su reputación.
—Hola, querida. Supongo que eres la prometida de mi nieta. Necesito, por favor, que me describas físicamente a la persona que viste. Eso nos ayudará mucho.
Yoko cerró los ojos, recordando la silueta que había visto aquella noche a través de la ventana.
—Sí, claro. Era alta, tal vez de 1.80 metros. Tenía el cabello castaño, y era muy delgada. No pude ver su rostro, pero tenía los pies medianamente pequeños y las manos finas, casi elegantes. Estaba vestida muy bien, parecía alguien sofisticada.
El abuelo de Faye escuchó atentamente, asintiendo al otro lado de la línea.
—Muy bien, querida. Gracias. Eso será de mucha ayuda. Pásame con Faye, por favor.
Yoko le devolvió el teléfono a Faye, quien ya tenía los músculos tensos de la tensión.
—¿Abuelo? —preguntó, su voz más baja de lo normal.
El abuelo habló con firmeza, pero con una leve preocupación en su tono.
—Hija, te llamaré en cuanto la encontremos para que vengas. Pero escucha, no hagas nada precipitado hasta que te avise. Sabes que esto podría ser más complicado de lo que parece.
Faye asintió, aunque su abuelo no podía verla.
—Entendido, abuelo. Gracias por todo —dijo, con gratitud sincera en su voz.
—Cuídate, Faye. Y cuida de esa chica. Me alegra saber que has encontrado a alguien que te hace feliz. No dejes que nada ni nadie arruine eso —dijo el abuelo con un tono paternal que rara vez utilizaba.
Faye colgó el teléfono y miró a Yoko, sintiendo que una mezcla de alivio y tensión recorría su cuerpo. Se acercó a ella y la abrazó, apoyando su cabeza en el hombro de Yoko.
—Lo encontraremos, Amor —susurró, mientras el peso de la situación seguía acumulándose sobre sus hombros.
Yoko la abrazó con fuerza, sabiendo que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su lucha por mantener su amor a salvo.
ESTÁS LEYENDO
AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIRE
FanficFaye Peraya, una tenista profesional de 29 años, ha dedicado toda su vida a la competición, alcanzando la cima de su carrera con determinación y disciplina. Sin embargo, su vida personal siempre ha quedado en segundo plano. Todo cambia cuando Yoko A...