27:Entre El Calor Y El Deseo

195 18 3
                                    

Después de la cena familiar, los padres de Yoko se despidieron, dejando a la joven pareja sola en el departamento. La tranquilidad del momento se apoderó del ambiente mientras ambas se acomodaban en el sofá, sirviéndose una copa de vino. Las luces suaves del salón y el tenue murmullo de la ciudad creaban una atmósfera íntima y relajada.

Hoy fue un buen día, —comentó Yoko mientras jugaba con los dedos de Faye. —Mis padres te adoran.

Estoy contenta de que todo haya salido bien, —respondió Faye, sonriendo mientras tomaba un sorbo de vino.

La conversación fluía con naturalidad, hablando de sus rutinas, de lo que les esperaba en los próximos días y de los pequeños momentos que habían compartido en la villa. Pero, de pronto, Faye notó un cambio en el comportamiento de Yoko. Sintió sus labios rozar suavemente su cuello, provocando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo. Yoko se acercaba más, su respiración cálida chocando contra la piel de Faye, mientras sus manos la rodeaban, atrayéndola hacia ella.

Faye ladeó la cabeza, buscando los ojos de Yoko. Había algo en su mirada, una mezcla de deseo y cariño. Con delicadeza, Faye tomó la barbilla de Yoko y la besó. El contacto fue suave al principio, pero rápidamente se volvió más intenso. El vino quedó olvidado en la mesa mientras los besos se hacían más profundos, cargados de pasión.

Las manos de ambas comenzaron a explorar con avidez, y los pequeños gemidos rompieron el silencio de la sala. Las prendas comenzaron a desaparecer, cayendo al suelo como si el tiempo no existiera. Los cuerpos se entrelazaron, y Faye, con una risa entrecortada, susurró entre besos:

Aquí en el sofá no... Vamos a la habitación.

Yoko, con una sonrisa traviesa, rodeó la cintura de Faye con sus piernas, mientras la tenista la levantaba en brazos, llevándola hasta la cama. La intensidad de los besos aumentaba con cada paso, y cuando finalmente llegaron a la habitación, el aire parecía vibrar con la electricidad entre ellas.

El mundo exterior desapareció cuando las sábanas las envolvieron. Los susurros, las risas y los gemidos llenaban el cuarto, mientras las caricias y mordidas se mezclaban con el deseo. Ambas se entregaban sin reservas, dejándose llevar por el momento. Sus cuerpos parecían hablar un lenguaje propio, entendiendo cada movimiento, cada toque, cada suspiro.

Finalmente, exhaustas y satisfechas, ambas quedaron recostadas bajo una sábana ligera. El aire acondicionado soplaba suavemente, refrescando sus cuerpos acalorados, mientras los latidos de sus corazones volvían lentamente a la calma. Faye abrazó a Yoko, acercándola más hacia ella, mientras Yoko descansaba su cabeza en el pecho de Faye, escuchando el latido de su corazón.

Te amo, —susurró Yoko, apenas audible, pero lo suficiente para que Faye lo escuchara.

Yo también te amo, —respondió Faye, besando suavemente la frente de Yoko.

El silencio volvió a llenar la habitación, pero esta vez, estaba lleno de complicidad y amor. Durmieron juntas, entrelazadas, con la certeza de que su amor era más fuerte cada día, disfrutando de la calidez de estar una al lado de la otra.

AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora