La primera semana después de las vacaciones fue un torbellino para Faye y Yoko. Faye, como siempre, estaba inmersa en sus entrenamientos, entrevistas y sesiones de fotos para la próxima temporada de torneos, mientras que Yoko volvía al ritmo vertiginoso de su podcast. Cada día era una constante lucha contra el tiempo, con invitados que variaban desde expertos en redes sociales hasta influencers que parecían creerse el centro del universo.
El lunes, Yoko tuvo que grabar tres episodios seguidos debido a cancelaciones de última hora, algo que no estaba en su agenda. Las luces del estudio eran intensas, y el calor parecía aumentar a medida que avanzaba la jornada. Yoko empezaba a notar una presión en las sienes, un dolor sordo que se intensificaba con cada hora. A pesar de la incomodidad, siguió adelante, sabiendo que tenía fechas de entrega que cumplir.
Mientras tanto, Faye también lidiaba con su propio caos. Su entrenador le exigía más horas en la cancha, pidiéndole un enfoque más riguroso para mantener su posición como una de las mejores tenistas del mundo. Al terminar sus sesiones de práctica agotadoras, lo único que deseaba era escuchar la voz de Yoko. La rutina de ambos era extenuante, y lo que más extrañaban era poder pasar tiempo juntas como en aquellos días de descanso.
En una de sus breves llamadas, Faye notó algo extraño en el tono de Yoko. Sonaba cansada, casi agotada. Le preguntó si estaba bien, pero esta como siempre restando importancia a su propio bienestar, le dijo que solo había sido un día largo. Pero lo que Faye no esperaba era lo que escuchó más tarde esa semana. Yoko, en una videollamada rápida mientras regresaba a casa del estudio, confesó que no había comido en todo el día.
Faye, que en ese momento estaba en medio de una entrevista, sintió cómo su paciencia se desmoronaba. ¿Cómo era posible que Yoko hubiera estado todo el día sin comer? Apretó los dientes y, aunque su rostro mantenía una sonrisa para la cámara, en su mente solo podía pensar en Yoko descuidando su salud. Tan pronto como terminó la entrevista, le envió un mensaje corto y directo: "Esto no puede seguir así, pequeña. No es negociable."
Al llegar a su casa esa noche, Yoko se desplomó en el sofá, exhausta, su mente aún resonando con el eco de la última grabación. Abrió su teléfono y vio el mensaje de Faye. La preocupación de su novia le hizo sonreír, pero también sentía un nudo en el estómago. No le gustaba preocupar a Faye, pero a veces, entre la presión de su trabajo y las expectativas, se le olvidaba cuidar de sí misma.
Faye, por su parte, decidió tomar cartas en el asunto. Al día siguiente, llamó a su equipo y les pidió que se pusieran en contacto con varios restaurantes de la ciudad para que, al menos una vez al día, enviaran comida a la oficina de Yoko. Sabía que su chica tenía una agenda caótica, pero no iba a permitir que se siguiera saltando las comidas. También dejó instrucciones claras: asegurarse de que la comida fuera variada y equilibrada. Nada de comida rápida o poco saludable.
Yoko, por su parte, se sorprendió cuando, al tercer día de la semana, un repartidor llegó a su oficina con una caja de comida perfectamente empaquetada. Sorprendida, lo recibió y, al abrirla, encontró una ensalada fresca, pescado asado y un jugo natural. Adjunta había una pequeña tarjeta con una nota de Faye: "Para que no se te olvide cuidar de ti misma. Te amo." Yoko no pudo evitar reír y sentirse profundamente agradecida. Sabía que Faye era protectora, pero no se esperaba que fuera tan detallista.
Esa noche, Yoko llamó a Faye mientras ambas estaban en sus respectivas habitaciones de hotel. Conversaron sobre cómo había transcurrido su semana, sobre los desafíos de sus trabajos y cómo se las arreglaban para encontrar pequeños momentos de paz en medio del caos. Yoko le agradeció a Faye por la comida, admitiendo que probablemente no habría comido si no fuera por su gesto. Faye, con una sonrisa tranquila, respondió: "Solo quiero que estés bien, Yoko. No solo para mí, sino para ti misma."
El caos seguía presente en sus vidas, pero esos pequeños gestos de cuidado mutuo mantenían viva la conexión entre ellas. Cada llamada, cada mensaje, cada detalle, era un recordatorio de que, aunque sus mundos giraban a gran velocidad, siempre podían encontrar un momento para cuidarse entre sí, incluso a la distancia.
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AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIRE
FanficFaye Peraya, una tenista profesional de 29 años, ha dedicado toda su vida a la competición, alcanzando la cima de su carrera con determinación y disciplina. Sin embargo, su vida personal siempre ha quedado en segundo plano. Todo cambia cuando Yoko A...