87: La Verdad Sale A La Luz

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La mujer, con la presión de la navaja aún sobre su piel y la mirada fría de Faye sobre ella, sabía que no tenía escapatoria. Tragó saliva con dificultad, intentando mantener la calma, pero el miedo la consumía. La habitación se sentía más pequeña, como si las paredes se cerraran lentamente sobre ella.

Faye, de pie junto a Yoko, se mantenía firme. La rabia seguía ardiendo dentro de ella, pero había una parte de Faye que también sentía que todo esto debía acabar. Esta persecución había llegado demasiado lejos.

—Habla —repitió Faye, con una calma que solo intensificaba la amenaza.

La mujer respiró hondo, mirando la hoja afilada en su cuello y luego a Faye.

—Está bien... está bien. —Su voz temblaba mientras comenzaba a hablar—. Todo empezó por celos... no podía soportar que estuvieras con alguien más. ¡Tú y yo teníamos algo especial!

Faye apretó los puños, manteniéndose controlada, pero con evidente irritación.

—¿Eso fue suficiente para hacerle daño ? —preguntó Faye, su tono lleno de desprecio—. ¿Para arruinar nuestras vidas?

La mujer asintió lentamente, pero luego negó con la cabeza.

—No fue solo por eso... —murmuró—. Yo... yo no trabajé sola. Hay alguien más detrás de esto. Alguien que quiere verte caer, Faye. Yo solo fui una pieza, una parte del plan.

El aire en la habitación se volvió aún más denso. Faye y Yoko intercambiaron una mirada, la preocupación evidente en los ojos de ambas. Esto no era solo una venganza personal de una mujer despechada, era algo más grande.

—¿Quién? —preguntó Faye con dureza—. Dime quién está detrás de todo esto.

La mujer vaciló, su mirada se desplazó hacia el hombre que aún sostenía la navaja. Sabía que ya no tenía más opciones. Si no hablaba, el final podría ser aún peor para ella.

—Es... alguien del pasado de tu abuelo. Un enemigo de su tiempo en los negocios. Alguien que ha estado buscando la oportunidad de vengarse. —Respiró hondo antes de continuar—. Cuando me acerqué a ti, solo lo hice para espiarte y obtener información. Pero después, me volví parte del plan. Me prometieron poder, dinero... solo si lograba apartarte de Yoko. Si lograba desestabilizarte lo suficiente.

Faye retrocedió un paso, procesando la información. Esto ya no era solo un problema personal, sino algo mucho más grande, algo que afectaba a su familia y su legado.

—¿Quién es? —insistió Faye, sin dejar espacio para mentiras.

—Lo llaman "El Cuervo" —respondió la mujer en un susurro—. Ha estado vigilando a tu familia por años, esperando el momento adecuado para atacar. Y ahora te está usando a ti como su peón.

El nombre resonó en la mente de Faye. "El Cuervo" era un viejo enemigo que su abuelo mencionaba en sus historias, pero Faye siempre había pensado que era solo una leyenda, una advertencia del pasado. Sin embargo, ahora, ese pasado oscuro estaba alcanzándola.

Faye se dio la vuelta y miró a Yoko, quien había escuchado cada palabra en silencio, sus ojos llenos de preocupación. Yoko dio un paso adelante, colocando suavemente su mano sobre el brazo de Faye.

—Amor... esto es más grande de lo que pensábamos —murmuró Yoko—. Pero lo enfrentaremos juntas.

Faye asintió lentamente, sus pensamientos corriendo a mil por hora. Sabía que ahora no solo estaba protegiendo su relación con Yoko, sino también enfrentándose a un enemigo mucho más peligroso de lo que había imaginado.

Miró a la mujer atada y asintió a los hombres de su abuelo.

—Llévensela —ordenó, su voz firme—. Ya no necesito escuchar más de ella.

La mujer gritó mientras los hombres la sacaban de la habitación, pero Faye no se inmutó. Ahora tenía un nuevo objetivo en mente. El Cuervo había hecho su jugada, y ahora era el turno de Faye de contraatacar.

El abuelo de Faye, que había estado observando en silencio, se acercó a ella con una expresión sombría.

—El Cuervo... no pensé que seguiría con vida —murmuró, apoyando una mano en el hombro de su nieta—. Esto es más serio de lo que imaginábamos, Faye. Debemos prepararnos.

Faye asintió, su mirada decidida.

—No permitiré que nos dañen más —dijo, su voz llena de determinación—. Voy a proteger a Yoko, y a nuestra vida juntas. Pero también voy a hacer que El Cuervo pague por lo que ha hecho.

Yoko, que había estado en silencio todo este tiempo, tomó la mano de Faye con fuerza, como si quisiera recordarle que no estaba sola en esto.

—Lo haremos juntas —dijo Yoko, con una mirada decidida—. No estás sola, Faye. Soy parte de esto tanto como tú.

Faye sonrió levemente y la abrazó, sabiendo que, sin importar lo que viniera, estarían juntas para enfrentarlo.

La guerra contra El Cuervo había comenzado.

AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora