96: Búsqueda de Respuestas

51 7 0
                                    

La tensión en el aire era palpable mientras Faye y Yoko llegaban a casa. Una vez dentro, Faye cerró la puerta tras de sí con un golpe seco, como si quisiera sellar el peligro afuera. El corazón le latía con fuerza al recordar el intento de secuestro, y sabía que no podían permitirse un momento de descanso.

—Voy a llamar a mi abuelo —dijo Faye, buscando su teléfono con manos temblorosas—. Necesitamos hablar de esto y conseguir más seguridad.

Yoko la miró, sintiendo la urgencia en su voz. Aunque aún estaba un poco aturdida, su mente comenzaba a despejarse. Sabía que Faye se estaba preparando para entrar en modo protector, y eso le daba tanto miedo como confianza.

—Espera —dijo Yoko de repente, tomando la mano de Faye—. No quiero que te arriesgues más de lo necesario. ¿No deberíamos primero pensar en un plan?

Faye asintió, sabiendo que la preocupación de Yoko provenía del amor, pero la determinación de protegerla era más fuerte. Se sentaron en el sofá, y Faye tomó un respiro profundo, intentando calmar la tormenta que había en su interior.

—Está bien. Hablemos —dijo, entrelazando sus dedos con los de Yoko—. Lo que quiero saber es quiénes son y por qué nos están atacando. Necesitamos descubrir quién está detrás de esto.

Yoko frunció el ceño, recordando los últimos días, las llamadas extrañas, las sombras en la calle, el intento de secuestro. Era como si toda su vida hubiera sido invadida por una pesadilla.

—Lo que me dijeron en el café... —comenzó Yoko—. La mujer mencionó algo sobre mi pasado. Tal vez alguien está intentando sacarte de mi vida porque les preocupa que estemos juntas.

Faye se mordió el labio, recordando la conversación que había tenido con la mujer en la sala de su abuelo. Había algo personal, algo que iba más allá de un simple acoso.

—No lo sé, pero tenemos que estar atentas. Si quieren dividirnos, eso significa que tienen algo en contra de nuestra relación —dijo Faye, su voz firme—. No podemos permitir que eso suceda.

De repente, el teléfono de Faye sonó, sacándolas de sus pensamientos. Era su abuelo.

—Faye, he estado revisando con mis hombres —dijo su abuelo, su voz grave—. Te necesitan en la oficina. Hay información que puede ayudar a identificar a la mujer que intentó llevarse a Yoko.

El corazón de Faye se aceleró. Tenían una pista, y necesitaban seguirla.

—Voy en camino —respondió Faye, colgando y volviéndose hacia Yoko—. Necesito que te quedes aquí y te mantengas a salvo. No quiero que te arriesgues otra vez.

Yoko la miró, sintiendo el impulso de protestar. Sabía que Faye quería protegerla, pero también sabía que juntas podían enfrentar el problema.

—Faye, no puedo quedarme aquí mientras tú estás en peligro. Si están detrás de ti, también están detrás de mí. Debo estar contigo —dijo Yoko, su voz decidida.

Faye la miró a los ojos, reconociendo esa determinación.

—Está bien —dijo Faye, sintiéndose impulsada por el valor de Yoko—. Pero debemos tener mucho cuidado. No quiero que te pase nada.

Al llegar a la oficina de su abuelo, la atmósfera era tensa. Los hombres de su abuelo estaban en movimiento, revisando documentos y hablando entre ellos. Al ver a Faye y Yoko entrar, el abuelo se acercó rápidamente.

—Faye, Yoko, gracias por venir. Tenemos algunas pistas sobre esa mujer. Una de mis fuentes me ha informado que es parte de un grupo que opera en la sombra, buscando causar problemas a personas influyentes. No sólo están interesados en ti, Faye, sino también en cualquier persona cercana a ti.

El estómago de Yoko se retorció al escuchar esas palabras. Era una sensación de ser el objetivo, y no podía evitar sentir miedo.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Faye, mirando fijamente a su abuelo.

—Primero, tenemos que reunir toda la información posible. También quiero que te mantengas alejada de los lugares que frecuentas hasta que esto se resuelva. Si te están vigilando, necesitan perderte de vista —dijo el abuelo, su tono serio.

Faye asintió, su mente ya trabajando en un plan.

—Si puedo usar mis conexiones, tal vez pueda averiguar más sobre el grupo. Pero necesito que me ayudes a proteger a Yoko mientras lo hago —dijo Faye, sintiendo la urgencia en su pecho.

—He reforzado la seguridad en tu hogar y en el estudio de Yoko. No se preocupen, no estarán solas en esto —respondió su abuelo, su voz llena de autoridad.

Faye se sintió aliviada, pero la preocupación por Yoko seguía ahí. Sabía que el peligro estaba más cerca de lo que querían admitir. Mientras su abuelo les proporcionaba más información sobre el grupo y sus posibles conexiones, Faye miró a Yoko, quien tenía una expresión de determinación.

—Vamos a salir de esto juntas, ¿verdad? —dijo Yoko, apretando la mano de Faye.

—Juntas —respondió Faye, sintiendo una chispa de esperanza. Si bien el camino sería difícil, sabían que con cada paso estaban más cerca de desmantelar el miedo que las perseguía.

Con la ayuda de su abuelo y la determinación que las unía, Faye y Yoko se prepararon para la batalla que se avecinaba. Era hora de recuperar su vida y enfrentarse a las sombras que las amenazaban.

AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora