Era tarde en la noche cuando todo se calmó, pero el ambiente seguía cargado de emociones. Después de una cena ligera, Faye había convencido a Yoko de tomar una ducha caliente, arropándola cuidadosamente para que pudiera descansar un poco. Sabía que Yoko necesitaba tranquilidad antes de enfrentar los desafíos que el día siguiente les traería.
Mientras Yoko dormía, el teléfono de Faye comenzó a sonar. Era la familia de Yoko, preocupada por lo que habían visto en internet. La hermana menor de Yoko, Neko, había encontrado una foto del estudio en llamas y, sin perder tiempo, avisó a sus padres. Cuando Faye contestó el teléfono, la voz preocupada de la madre de Yoko resonó del otro lado.
—¡Faye! ¿Cómo están? Neko vio el estudio de Yoko en llamas. ¿Está bien? ¿Se hizo daño?
Faye tomó aire profundamente antes de responder con voz calmada.
—Tranquilos, ella está bien. Afortunadamente no estaba en el estudio cuando ocurrió el incendio. De hecho, acabamos de regresar de un pequeño viaje que tuvimos que suspender para venir a ver lo que pasó.
La madre de Yoko dejó escapar un suspiro de alivio, pero el padre de Yoko tomó la llamada, preocupado.
—¿Cómo está ella, Faye? —preguntó.
Faye se apoyó en la pared, mirando hacia el dormitorio donde Yoko descansaba.
—Está un poco mejor ahora —explicó—. Le preparé una ducha caliente y la arropé para que duerma. Mañana, con la mente más clara, podremos pensar en cómo resolver todo esto.
El padre de Yoko se quedó en silencio unos segundos antes de hablar.
—Gracias por cuidar tan bien de nuestra pequeña, Faye. Sabemos que es un momento difícil.
Faye sonrió suavemente, aunque no pudieran verla.
—Es lo menos que puedo hacer. Amo a su hija con todo mi corazón. Me hace la mujer más feliz del mundo, con todas sus travesuras y todo lo que hace. Y... bueno, sé que este quizás no sea el mejor momento para hablar de esto, pero... hay algo importante que necesito decirles, algo que Yoko no puede escuchar todavía.
La madre de Yoko, detectando un nerviosismo en la voz de Faye, se apresuró a preguntar.
—¿Qué sucede, Faye? No nos asustes así.
Faye respiró profundamente, su corazón latiendo con fuerza.
—No es algo malo... o quizás lo es si lo piensan de esa manera. Lo que quiero es pedirles su bendición para pedirle matrimonio a Yoko. En verdad, es la mujer de mis sueños, y no me imagino una vida sin ella.
El silencio que siguió fue breve, pero para Faye pareció una eternidad. Finalmente, la voz del padre de Yoko rompió la tensión.
—Faye, tienes mi bendición para proponerle matrimonio a nuestra hija. Ella es afortunada de tenerte, y sabemos cuánto la cuidas y la amas.
Faye sonrió, su corazón llenándose de alivio y gratitud.
—Gracias, de verdad. Me prometo a ustedes que haré todo lo posible por hacerla feliz.
Pero había algo más que necesitaba hacer. Faye sabía lo importante que era Neko para Yoko, y el fuerte lazo que las unía como hermanas. No podía seguir adelante sin su aprobación también.
—¿Podrían poner a Neko al teléfono, por favor? —pidió Faye—. También quiero pedirle su bendición. Sé lo mucho que ama a su hermana.
Unos momentos después, la voz juvenil de Neko resonó al otro lado de la línea.
—Hola, Faye. ¿Qué necesitas? —preguntó Neko, curiosa pero también un poco desconcertada.
Faye sonrió, sabiendo que Neko siempre había sido un poco más directa que sus padres.
—Hola, Neko. Sé lo mucho que amas a tu hermana, y creo que ya sabes cuánto yo la amo también.
—Sí, lo sé, Faye. Pero... ¿por qué? ¿Qué pasa?
Faye tomó una pausa antes de hablar, su voz suave y sincera.
—Bueno, quería pedirte tu bendición, al igual que a tus padres, para casarme con Yoko. Sé lo importante que eres para ella, y no quiero hacerlo sin tu apoyo también.
El silencio de Neko fue corto, pero lleno de significado. Finalmente, con una pequeña risa, Neko respondió.
—Claro que tienes mi bendición, Faye. Solo si prometes hacerla reír y cuidarla siempre como lo haces ahora.
Faye sintió una calidez en su pecho al escuchar esas palabras.
—Lo prometo, Neko. Lo prometo.
Con la bendición de toda la familia de Yoko, Faye sintió que una gran parte del camino hacia su futuro estaba allanado. Ahora solo quedaba planear el momento perfecto para pedirle matrimonio a la mujer que amaba más que a nada en el mundo.
FAYE SERA CAPAZ DE MANTENER SU PROMESA??
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AMOR EN EL JUEGO Y EN EL AIRE
FanficFaye Peraya, una tenista profesional de 29 años, ha dedicado toda su vida a la competición, alcanzando la cima de su carrera con determinación y disciplina. Sin embargo, su vida personal siempre ha quedado en segundo plano. Todo cambia cuando Yoko A...