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La visión.

NARRADOR OMNISCIENTE.

Residencia de Amon y Gabriel, diciembre 30, 2030.

La humanidad, ¿Qué es?, es nuestra capacidad para sentir, para comprender, es solidaridad, empatía, amor, es todo lo que te hace humano. Aquellos seres habían dejado atrás su verdadera naturaleza y ahora no eran más que simples humanos, ya habían experimentado todas las emociones y sentimientos que un mortal, eran humanos en toda la extensión de la palabra. Habían experimentado lo que era el amor, el más real y puro a su manera, muchos podían atestiguar sobre ello, muchos fueron testigos del amor que ambos llegaron a profesar, quisieron dar prueba de sus sentimientos, querían ser uno solo, unirse tanto en cuerpo como en alma, querían ser marido y mujer.

Les tomó algunos años decidirlo, pero lo hicieron, al fin y al cabo, se amaban. Ella estaba emocionada, nerviosa. Contemplaba fijamente aquellas vestiduras blancas que usaría para ese día tan importante, su boda. La casa de la pareja estaba repleta de personas, amigos, conocidos, incluso algunos extraños que eran llevados por sus invitados, pero, no había familia. Dos mujeres estaban detrás de Gabriel, peinando su cabellera dorada, mientras que otra estaba terminando de arreglar el poco maquillaje que tenía su rostro. Estaba hermosa, tan angelical, las que estaban con ella en esa habitación siempre se sintieron abrumadas por tanta belleza, ella dejó de ver su vestido y fijó su vista en el espejo que yacía frente a ella, observó su rostro detenidamente, sus ojos, sus labios, su nariz, todo. En muchas ocasiones ella sentía pavor de reflejarse en un espejo, tenía pensamientos a menudo, ¿en verdad soy esta persona?, ¿esta es mi apariencia?, sentía que pensar aquello era una locura, pero era como si por momentos dudara de su aspecto, le llegaba a perecer inverosímil. 

—¿Qué sucede?, ¿no te gusta el maquillaje? —preguntó la mujer que la maquillaba, tenía por nombre Elisa, era una de sus mejores amigas a la cual conoció en sus idas a la ciudad.

—No, es perfecto, es solo que... —Gabriel se quedó a medias, pensativa.

—Es solo que es tan hermoso que te resulta increíble verte tan bien, ¿no? —bromeó y ambas rieron levemente mientras Gabriel asentía con su cabeza en respuesta. Elisa terminó de dar los últimos toques y finalizó— Listo, quedaste preciosa.

—Gabriel, te ves deslumbrante. —comentó otra de las chicas— Si el maquillaje está listo, eso significa que debemos pasar al vestido.

Todas estaban emocionadas, Gabriel al escuchar aquello sonrió, teniendo el vestido en brazos se levantó de la silla del tocador y caminó hacia la habitación anexa donde le ayudarían a colocarse el vestido, todas ayudaron, unas sosteniéndolo por lo largo que estaba, y otra subiendo su cremallera, cuando ya lo tuvo puesto salió de aquella habitación, al llegar al lugar donde la estaban maquillando se encontró con aquella señora a la cual había adoptado como una madre por su manera de tratarla.

—Galathea, viniste. —le dijo con emoción, sin pensarlo se acercó a ella y le dio un abrazo— Me alegra que estés aquí.

—No podía perderme tu boda, y menos no acompañarte hasta el altar.

Cuando Gabriel escuchó eso sonrió aún más mientras se separaba del abrazo.

—Gracias.

Su voz empezaba a quebrarse, como si fuera a llorar, Galathea se percató de eso y negó con su cabeza.

Uzellb & Lubriel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora